Té matcha, oro verde
De sabor herbáceo, amargo y con un regusto dulzón, es el mejor té verde del mundo.
Este té en polvo de color verdoso brillante hace furor en Occidente. Y sin embargo, se trata de un producto milenario de China (su cuna) y, más tarde, acogido por Japón, donde se perpetuaría. Una variedad premium y exclusiva de té verde por su delicado cultivo: propio de las zonas niponas de Kioto y Aichi, las plantas se tapan con telas para retrasar su crecimiento y dotarles de un sabor más profundo.
Tras su recolección, siempre a mano y tras un lento secado sobre superficie plana, solamente las hojas del té (sin tallos ya) se envejecen con el fin de conseguir sabores y matices más pronunciados. Una vez alcanzado el grado adecuado, se muele hasta lograr una textura de polvo muy fino. Su preparación también es distinta y requiere un cuidadoso ritual alejado de las infusiones tradicionales. Como primer paso, es necesaria una cuchara de bambú fabricada a mano (chashaku) para medir la cantidad de té (desde 1 gramo hasta 4, para una taza) que una vez utilizada debe limpiarse con un paño seco. El chasen, también de bambú, para batir (posee 80 finas varillas) y un cuenco especial, el chawan, de un tamaño característico para que no se desborde: en él se batirá enérgicamente la dosis de té matcha elegida con agua a 85 grados, hasta que no queden grumos, resulte cremoso y quede una fina espuma en su superficie. Finalmente se cuela.