El pequeño Omran de Alepo, víctima también de la guerra de imágenes
En la guerra de Siria las partes involucradas luchan con armas, pero también por el control de la verdad, con imágenes. El pequeño Omran se convirtió en el símbolo del sufrimiento de la población civil, y con ello en una doble víctima.
Su fotografía dio la vuelta al mundo: un niño cubierto de polvo en estado de shock tras la destrucción total de su casa en Alepo. Pocos días más tarde murió su hermano Ali. Hoy dice, a sus cinco años: "Estoy feliz de que el año próximo iré a la escuela".
Omran Daqneesh y su familia viven ahora en la ciudad en una zona controlada por el Gobierno. Y no está claro cómo está realmente después de los traumáticos acontecimientos que vivió. Su caso es un claro ejemplo de que esta guerra civil también es una guerra de imágenes.
El caso de Omran del año pasado causó indignación en todo el mundo. En fotos y videos de medios opositores se veía al niño sentado en una ambulancia, sin zapatos y cubierto de polvo. No lloraba ni gritaba, sino que estaba paralizado por la conmoción.
La escena se produjo en una parte de Alepo entonces en manos de los rebeldes en un momento de fuertes bombardeos aéreos de aviones rusos y sirios. Los ataques mataron a muchos civiles y las organizaciones humanitarias aseguraron que el ataque contra la casa de Omran había sido de la aviación rusa. Rusia, un estrecho aliado del presidente sirio, Bashar al Assad, rechazó las acusaciones y a finales de 2016 Alepo fue conquistada por completo por el Ejército.
Hoy recorren los medios otras fotos de Omran: bien peinado y con la ropa limpia aparece sentado en el regazo de su padre, las manos entrelazadas y un amago de sonrisa cuando se hacen las fotos. Parece casi como si la vida de este niño en ese sofá con flores, delante de una cortina florida, fuese totalmente normal. Ese es precisamente el mensaje que quiere transmitir el Gobierno de Damasco: que bajo su protección a la familia le va muy bien.
Porque su vivienda ya no se encuentra en las zonas rebeldes, sino bajo control del Gobierno. Omran dice que está contento y que juega con su hermana y su hermano. Su padre explica que ha retomado su empleo en el procesamiento de hierro.
Las autoridades saben lo valioso que es el niño y no permiten un libre acceso a él. dpa no pudo hablar directamente con la familia, sino que la entrevista con las preguntas de la agencia fue realizada y grabada por un periodista de Alepo aceptado por el Gobierno.
Lo que cuenta el padre de Omran sin duda le gustará a las autoridades. "No escuché ningún avión, fue un disparo lo que golpeó la casa en la que vivíamos", señala Daqneesh. Sugiere con ello que su vivienda en el este de la ciudad fue atacada por los propios rebeldes. Una afirmación que no se sostiene, según la plataforma de investigación "Bellingcat".
De la noche del ataque el padre tiene una opinión muy clara. "Lo único que me interesaba era llevar a mis hijos al hospital", afirma, y acusa a los equipos de rescate de haber fabricado las imágenes de Omran. Los fotógrafos de la escena y los Cascos Blancos, el grupo civil que fue galardonado con el Nobel alternativo por su ayuda a la población, lo niegan.
En un video se ve cómo los voluntarios sacan al niño cubierto de sangre de entre los escombros y lo sientan en la ambulancia. Las imágenes no dejan entrever que la escena pudo haber sido falseada.
Varios medios internacionales visitaron a la familia en los últimos meses, siempre bajo el control del Ministerio de Información sirio, entre ellos Dirk Emmerich, reportero del grupo de medios alemán RTL. En su opinión, el padre de Omran hablaba libremente y no parecía estar coaccionado por el Gobierno. Pero la experiencia demuestra que los civiles se adaptan a su entorno ante una situación así para poder vivir en paz, reconoce.
A diferencia de su padre, Omran sólo tiene vagos recuerdos del ataque de agosto de 2016. "Me acuerdo del humo y las voces", asegura. "No sabía qué estaba pasando". Pero aunque el pequeño guarde únicamente retazos de aquella noche, las imágenes que cambiaron su destino harán que durante toda su vida sea un símbolo de las víctimas de la guerra.
Omran con su padre Mohammed Daqneesh en Alepo el 10 de septiembre de 2017. Foto: Mohammed Hmeido/DPA