La nueva esclavitud
Los jóvenes tienen poca información y piensan que la prostitución es una posibilidad de ocio como otra cualquiera.
Es difícil entender por qué los jóvenes recurren cada vez más a la prostitución para tener sexo. La autora de El proxeneta (Argumentaria), Mabel Lozano, activista que lleva muchos años defendiendo a las víctimas de la explotación sexual, dice que los dueños de los burdeles transforman sus negocios en discotecas, con alcohol barato y sorteos de “un polvo gratis” para el fin de semana. También tuve ocasión de leer hace poco que un club de La Coruña ofrecía “una subida con una chica” para participantes que consuman como mínimo un cubata. A los jóvenes les sale muy barato, son presas fáciles del reclamo de los proxenetas y, además, tienen poca información o no se enteran, aunque sería más preciso decir que son unos completos ignorantes. Por lo visto, ellos se creen que la prostitución es una posibilidad de ocio como otra cualquiera. Supongo que no han leído, o nadie les ha contado, que cinco millones de personas son víctimas de la explotación sexual, la gran mayoría son mujeres y el resto, un 20% son niños y niñas que pasan de media más de 23 meses por esta traumática experiencia. Casi todas caen en la prostitución porque no pueden vivir en sus países de origen, son vendidas por su familia a las mafias o se dejan captar por agencias de reclutamiento que, generalmente, las engañan sobre cuál va a ser su verdadero destino. La moderna esclavitud abarca a más de 40 millones de personas, de las que 25 se dedican a trabajos forzados en tareas domésticas o en los sectores de la construcción, agricultura, pesca o minería, y a las mujeres más jóvenes se las vende como esclavas o se les obliga a casarse contra su voluntad. Es inevitable proporcionar cifras para dar idea de la magnitud de un problema que aún puede afectar a más. Una de cada tres mujeres en el mundo sufre o ha sufrido situaciones como acoso, violencia física, matrimonio forzado, tráfico sexual, mutilación genital o feminicidio. La próxima semana se conmemora el Día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, en memoria de las tres hermanas Mirabal asesinadas un 25 de noviembre de 1960 en República Dominicana, fecha en la que desde los organismos internacionales y las ONG se convocan actividades para sensibilizar a la opinión pública sobre un problema que afecta hasta el 70% de las mujeres en alguna ocasión a lo largo de su vida.
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) acaba de publicar un estudio en el que dos de cada tres jóvenes ven normal la violencia en las relaciones entre hombre y mujer, y con ser esto “gravísimo”, es el tráfico de personas, después del narcotráfico, la segunda actividad criminal más lucrativa en el mundo. Todos podemos contribuir a luchar contra todo ello; no debemos contratar trabajadores de manera ilegal sin garantías laborales, y mucho menos, en el mundo de la prostitución, donde las víctimas están sometidas a un trato extremadamente violento. Recomiendo a estos jóvenes ignorantes que lean el libro de Mabel Lozano, a ver si se enteran, se conmueven, son conscientes de sus actos y dejan de favorecer la explotación, la esclavitud y la trata de seres humanos.