Se regala @Japan: Un limpiabotas español regala cuentas de Twitter
En un rincón de la ciudad española de Málaga, un limpiabotas mira de reojo su Iphone 4 mientras lustra los zapatos de quienes se sientan ante él. Espera noticias del gobierno de Japón, al que se dirigió para ofrecerle un regalo original: la cuenta @japan en Twitter.
Es la única que le queda en el "bolsillo" a Javier Castaño tras entregar a las autoridades de numerosos países y ciudades otras como @roma, @canada, @asturias o @riodejaneiro, creadas por él mismo hace unos años.
"Desde que hubo un cambio de gobierno en Japón, no sé nada de ellos. Les escribo, les pongo 'caritas tristes', pero sigo esperando respuesta", dice en conversación telefónica con dpa.
Hasta hace unos días, pocos de sus habituales clientes conocían el tesoro de este limpiabotas de 50 años, rara avis en una profesión a la que llegó, casi por casualidad, tras quedarse sin trabajo en plena crisis económica.
Entusiasta de la comunicación en general y de las redes sociales en particular, se unió al club de los 140 caracteres de Twitter el 7 de marzo de 2007, "el mismo día que lo hizo Barack Obama", matiza. Poco después, empezó a registrar cuentas de países, regiones y ciudades que todavía estaban libres. Su objetivo: evitar que particulares las utilizaran para fines propios.
Empezó por los topónimos que formaban parte de su vida, como la región de Asturias (@asturias) o la localidad de Mieres (@mieres), donde nació. La curiosidad le llevó después a ampliar foco hacia otros más conocidos a nivel mundial, muchos de ellos marcas en potencia.
Fue entonces cuando empezó su aventura de intentar cederlas de forma desinteresada a los gobiernos de esos países y ciudades, reto al que se dedica desde hace ocho años.
"Cuando me ponía en contacto con las embajadas, el funcionario de turno pensaba que estaba loco. ¿Un tipo que llama para decir que regala una cuenta en Twitter? En esa época mucha gente no sabía que Twitter podía ser una herramienta de comunicación como lo es ahora", explica Javier.
Durante este tiempo, se enfrentó a problemas y también a críticas. "Al tener cuentas bloqueadas, la gente me decía de todo menos guapo. Yo les explicaba que no quería que un particular tuviera esas cuentas, sino que tenían que ser para todos los ciudadanos", señala.
También hubo intentos de compra, a pesar de estar prohibido por Twitter para evitar el lucro.
"Un japonés se puso muy pesado, pero cuando le expliqué mis motivos y le dije que no estaba en venta, me dijo: 'Dios bendiga a los españoles'. Creo que le gustó que antepusiera el bien de todos los japoneses al suyo, aunque le fastidiara su proyecto", explica entre risas.
Para no caer en trampas y asegurarse de que donaba las cuentas a las verdaderas autoridades -le abordaban también perfiles falsos-, Javier se puso en contacto con Twiplomacy, una organización que analiza el uso de la red social por los gobiernos y organismos internacionales.
Su historia ha dado la vuelta al mundo y cada día recibe decenas de llamadas. Entre zapato y zapato, atiende a los que interesan por su hazaña y a los que, simplemente, le agradecen sus "regalos".
"Estoy muy contento con todo el 'feedback' que me está llegando. Es espectacular", reconoce al concluir su jornada laboral a las puertas del Café Central de Málaga, con su gorra calada y sus gafas.
En su cuenta de Twitter destaca el agradecimiento de Río de Janeiro. "¡Gracias, Javier!", reza el mensaje de la ciudad brasileña sobre una fotografía del Cristo del Corcovado.
"Es muy emocionante, pero valoro más el comentario de cualquier "friki" de las nuevas tecnologías, que el de un alcalde que me da la palmadita en la espalda sin saber de qué va Twitter. Cuando me escribe un canadiense y me dice 'aquí tienes tu casa', ése es el agradecimiento que más me reconforta", explica.