Buscando el equilibrio
El estilo de vida actual da y quita bienestar a partes iguales.
En 2018 se espera que los estadounidenses realicen 554 millones de viajes de negocios, un 3,1% más que el año anterior. Eso debería ser un motivo de felicidad. Los viajes de negocios son reflejo de confianza en la economía, y cuando las empresas son optimistas, el conjunto de la población tiende a compartir su alegría, ya que la gente tiene menos miedo de perder su trabajo. También es probable que disponga de más dinero para gastar en cosas bonitas.
Pero es una pena para los que viajan mucho por trabajo. Todos estos kilómetros extra acarrean más problemas de salud, según estudios recientes. Entre otros males, esas personas sufren envejecimiento prematuro y ven incrementado el riesgo de sufrir un ataque al corazón. También serán más vulnerables al estrés emocional causado por el aislamiento, la soledad y el exceso de trabajo. En las grandes empresas los viajeros frecuentes tienen tres veces más posibilidades de sufrir problemas psicológicos que los trabajadores estables.
Cuando se trata de felicidad, lo que el mundo actual te da con una mano te lo quita con la otra. Un buen ejemplo es otra cosa que afecta a la gente en el trabajo, la mayor conectividad. Para finales de 2018, un tercio de la población mundial tendrá un smartphone, según la consultora eMarketer.
Algunos investigadores sobre gestión sostienen que esto es resultado de un mejor equilibrio entre vida y trabajo. En la medida en que cosas pequeñas como contestar un correo urgente pueden hacerse rápidamente desde casa, los trabajadores no han de pasar tanto tiempo en la oficina y pueden pasarlo con la familia. Pero cómo convencer de esto a cónyuges cuyas comidas se ven interrumpidas por los pitidos constantes del móvil de sus parejas. Hay más investigadores que a día de hoy advierten de los peligros de que los trabajadores estén “siempre conectados”. Los emails sin leer que la gente lleva en el bolsillo o coloca en su mesilla de noche antes de dormir se han convertido en una fuente de ansiedad, y más en una cultura tan competitiva como la actual.
Las pruebas apuntan decididamente a que esta conectividad constante está dañando la productividad, según Annie McKee, de la Universidad de Pennsylvania. Cuando la gente es incapaz de desconectar del trabajo se vuelve menos inteligente y más cínica, afirma.
En 2018 habrá más empresas que tomen nota de esto. Muchos jefes se han dado cuenta de que pretender que los trabajadores estén activos las 24 horas del día es contraproducente, y algunos darán pautas sobre cómo afrontar el trabajo fuera de la oficina. El fabricante de coches Daimler tiene un sistema que permite a sus trabajadores borrar los correos automáticamente cuando están de vacaciones. Además, hoy los trabajadores jóvenes son menos propensos a asumir la cultura del trabajo sin descanso, según la consultora McKee.
La importancia del trabajo para el bienestar está bien documentada. Desde 2006, la Asociación Americana de Psicología (APA, en sus siglas en inglés) ha informado de las causas de estrés más comunes entre los estadounidenses. Hasta hace poco se consideraba que el trabajo era la mayor causa de ansiedad. Durante los últimos diez años el estrés entre los estadounidenses se ha reducido de forma gradual, y en 2016 se registró el valor más bajo desde que se empezó a hacer el estudio. Sin embargo, en 2017 la ansiedad volvió a aumentar, aunque esta vez el motivo no era el trabajo o el dinero, sino la política.
Parece que las redes sociales han disparado los niveles de estrés. Según la APA, los que las frecuentan se preocupan más por el futuro político que los que no lo hacen. Dos de cada cinco adultos estadounidenses reconoce que las discusiones políticas en plataformas como Facebook o Twitter les han provocado ansiedad. Según John Cacioppo, un experto en soledad de la Universidad de Chicago, las redes sociales aumentan la felicidad de las personas que ya tienen muchos amigos y familiares con los que interacturar. Pero en los solitarios el efecto es el contrario. Para ellos tales plataformas son solo formas de ver cómo otros socializan, lo cual acentúa su aislamiento.
Podría haber ayuda a mano. La farmacología está trabajando en medicamentos que podrían ayudar al cerebro a superar los bloqueos sociales que refuerzan la soledad. Es posible que los primeros resultados experimentales sean revelados a finales de 2018. Muchos estudios han vinculado el estrés por la soledad a una muerte temprana. Cambiar esto sería de hecho un motivo de felicidad.
Bill Ridgers: subdirector de El mundo en 2018