El encanto del comunismo alemán que cautivó a Tom Hanks
Sería exagerado hablar de esplendor, pero lo cierto es que la arquitectura comunista en el este de Alemania ofrece mucho más que grises bloques de apartamentos prefabricados.
Prueba de ello es la localidad de Eisenhüttenstadt, en la frontera con Polonia: su céntrica avenida Lindenallee alberga edificios con una exquisita decoración realizada en porcelana de Meissen, la misma que se utilizó para las delicadas miniaturas femeninas de Dresde.
Situada a unos 75 kilómetros al sur de Berlín y a orillas del río Oder, Eisenhüttenstadt es un artefacto del comunismo, una pieza de desteñida propaganda con enorme potencial turístico, aunque sorprendentemente, pocos visitantes paran por allí.
La ciudad fue construida desde cero en 1950 como un escaparate del "socialist way of life", y la mayoría de sus impactantes rarezas aún pueden contemplarse. "En medio de la lucha de clases, el objetivo era demostrar que los trabajadores de los países comunistas podían vivir con confort", señala el guía Eberhard Harz.
Harz, de 64 años, trabajaba como ingeniero antes de que el colapso económico y político de la antigua República Democrática Alemana (RDA) culminara en la caída del Muro de Berlín, en 1989. Ahora, se dedica a guiar a los turistas por las curiosidades de esta ciudad que ha sido calificada como el mayor monumento al aire libre de Alemania.
Diseñada completamente sobre un pupitre, Eisenhüttenstadt fue la primera ciudad socialista en suelo germano. Cuando se construyó, concebida como un contrapunto de la industrial cuenca del Ruhr en la Alemania occidental, su lema era "Acero, pan, paz".
En un principio la bautizaron Stalinstadt, en referencia al dictador soviético, pero cuando tras su muerte éste fue vilipendiado, pasó a llamarse Eisenhüttenstadt, que literalmente significa ciudad del trabajo en hierro.
La avenida Lindenallee está llena de tiendas y restaurantes y alberga un teatro. Según Harz, durante los tiempos de la RDA la gente se acercaba a la ciudad porque había más comercio que en otras localidades germanas. Y mientras que en la mayoría de éstas la avenida principal suele culminar en un castillo o palacio, Lindenallee termina en las puertas de lo que fue una gigantesca fábrica de acero que llegó a dar trabajo a 18.000 personas.
Hoy en día, la fábrica EKO-Stahl pertenece al grupo ArcelorMittal y emplea a unos 2.500 trabajadores. Muestra de que los tiempos han cambiado es también la franquicia de la cadena estadounidense de comida rápida Burger King a las puertas de la fábrica o el descenso de su población, que ha caído hasta los 27.500 desde los 50.000 habitantes que tenía en los tiempos comunistas. Y sus vecinos siguen marchándose.
ArcelorMittal ve indicios de que habrá un giro de 180 grados y habla del "renacer de una región industrial", pero es una sensación que no muchos comparten. "La ciudad está en decadencia", afirma por ejemplo Manfred Faber, apuntando que salvo la planta acerera y una papelera, no hay más industrias importantes en la zona.
Faber, que prefiere no dar su verdadero nombre, está sentado en un banco de madera del principal centro comercial de la ciudad. Todas sus tiendas ofrecen descuentos especiales y saldos, mientras que otros comercios han tenido que echar el cierre. Durante el comunismo "teníamos dinero para gastar, pero no había en qué. Y ahora hay multitud de cosas que comprar, pero nadie tiene dinero", dice con ironía este octogenario vecino.
A lo largo de los años, la ciudad se ha esforzado por restaurar y modernizar muchos de sus bloques de edificios, aunque no todos han podido salvarse. Desde 1990 han sido derribados unos 6.100 apartamentos, y según las autoridades de planificación urbanística seguirán otros 475 más de aquí a 2017.
Con todo, también Eisenhüttenstadt tuvo su momento de gloria después de la unificación alemana. Y el hombre que se lo proporcionó fue el actor de Hollywood Tom Hanks, que allá en 2011, cuando rodaba en los estudios Babelsberg "Cloud Atlas", se tomó un día libre para visitar la ciudad. Y cayó rendido ante sus encantos.
Cualquier vecino puede contar cómo después, la estrella de "Forrest Gump" o "Saving Private Ryan" contaba entusiasmado en la televisión estadounidense las maravillas que vio durante su visita a "la ciudad de las ferrerías". Harz apunta con orgullo que fue él quien enseñó la ciudad al actor, que había oído hablar de "Stalinstadt" y quiso conocerla. "Estaba fascinado", añade.