El difícil trabajo de los abogados de los acusados del 11-S
Algunos días James Connell tiene miedo. Desde que defiende ante los tribunales a un hombre que supuestamente colaboró en la preparación de los atentados del 11 de septiembre de 2001, ya no se siente seguro. Son muchas las personas a las que les gustaría ver ejecutado de inmediato a su cliente.
"Cuando uno ve que el mismo coche aparcó varias veces ante su casa, se siente miedo", reconoce Connell. Entonces llama a la policía o a las unidades especiales que se encargan de la seguridad de los trabajadores del Pentágono. "Cuando uno ve que alguien rebusca entre su correo en su buzón, se preocupa".
Durante las audiencias preliminares que actualmente se siguen en un tribunal militar, alguien lo insultó recientemente llamándole "saliva defensora de islamistas". Otro lo acusó de ser una vergüenza para los Estados Unidos. Una y otra vez le preguntan cómo puede justificar defender desde hace años a Ali Abdel Asis Ali, el hombre que proporcionó dinero a los pilotos suicidas del 11-S, el sobrino del supuesto instigador de los atentados, Jalid Sheij Mohamed.
"Cuando uno cree en el sistema judicial, da igual cuáles son las acusaciones", afirma David Nevin, defensor de Mohamed y "estrella" no sólo entre los defensores de Bahía de Guantánamo. La mayor parte de la gente entiende que todo el mundo, también los terroristas, tienen derecho a un juicio justo y que su trabajo está inscrito incluso en la Constitución, explica. "No deberíamos castigar, sancionar ni ejecutar a nadie hasta que no haya tenido acceso a asesoramiento legal".
Cheryl Bormann apoya las palabras de Nevin. "Todo el mundo tiene derecho a que el gobierno no abuse de su poder". Bormann defiende a Walid bin Attash, guardaespaldas durante un tiempo de Osama bin Laden y quien proporcionó los visados falsos a los terroristas. Y aunque algunos consideren traidores a estos abogados, sobre todo prima el agradecimiento y alabanzas por su ingrata tarea, incluso entre los familiares de las víctimas, afirman Connell y Nevin.
Aun así, Connell reflexionó mucho sobre si debía aceptar el "caso más difícil" de su vida. Un antiguo compañero de Nevin describió el caso como "el mayor reto al que jamás se enfrentó un abogado" en un artículo del "Idaho Satesman". El diario local de Idaho, donde Nevin tiene su despacho de abogados, le describió como "defensor de un perdedor". Como motivación, de camino a los tribunales, Nevin escucha a veces los alegatos de Tony Serra, un abogado californiano que defendió a miembros de los Hells Angels y de los Panteras Negras.
El proceso de Guantánamo ha dado un vuelco a las vidas de los abogados. "Mi clientela casi ha desaparecido", afirma Connell, que al igual que sus colegas debe permanecer toda una semana en Cuba para poder hablar una sola vez con sus clientes, ya que el Ejército estadounidense sólo traslada visitantes a la prisión de Guantánamo una vez cada siete días.
Apenas hay posibilidades de que los "cinco de Guantánamo" puedan ser absueltos. Pero a pesar de ello, David Nevin no quiere tirar la toalla. Aparece tranquilo y reservado ante el estrado y brilla con argumentos fundados y trucos retóricos. Para muchos, este abogado de 64 años es uno de los mejores de Estados Unidos. Su trabajo debe ser arrojar luz sobre los atentados, asegura. "Quiero contar toda la historia del 11-S".