Unas elecciones determinantes para el futuro del PSOE
Un desplome por debajo del 30% y a más de un punto del PP provocaría que la renovación se precipitase.
La elecciones de este domingo no son una cita más para los socialistas. En Ferraz saben que unos malos resultados haría saltar por los aires el calendario de renovación que en 2013 después de mucho trabajo consiguió poner en pie el equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba. En el PSOE ya no creen que la victoria sea un objetivo inexcusable. Cada vez son más los dirigentes del partido que hablan de un cambio de tendencia, del principio de la remontada.
En realidad, cada vez más cargos socialistas se conformarían a estas alturas con una dulce derrota, a unas décimas del PP y siempre que el porcentaje de voto no cayera por debajo del 30%, una situación que en definitiva les permitiera vender que el partido empieza a recuperarse de la peor etapa de su historia reciente. Cualquier otra cosa supondría necesariamente una catarsis que pasaría necesariamente por la renovación profunda del partido.
Hay tres alternativas ante ese escenario. El primero, poco probable, que Rubalcaba fuese capaz de recabar el apoyo necesario para mantener las fechas de primarias. Si el candidato elegido en noviembre lo permite, Rubalcaba se mantendría en el cargo de secretario general hasta 2016, después de la generales, cuando volvería a pensar en su futuro en función de los resultados.
La segunda opción es que se adelanten las primarias, algo que no termina de convencer a las principales federaciones socialistas. Antes del verano apenas hay margen para lanzar la carrera electoral y después las fechas se acercan demasiado a las oficiales. Además, el resultado tras un baño del PP sería difícilmente controlable por el aparato del partido.
El último escenario y más probable en caso de desastre en las europeas, es que varias federaciones fuercen un congreso extraordinario en el que otro equipo tome el relevo del actual y lance a su secretario general en unas primarias más pensadas como un trampolín hacia las generales que como una verdadera competición. Otros son partidario incluso de olvidar las primarias, algo que sería complicado de explicar a una militancia cada vez más cansada de asistir muda a los asuntos de palacio socialistas.