Retroplagio
Hay ideas que están en el ambiente, y que pueden cristalizar al mismo tiempo en varias cabezas.
A veces he sentido la disparatada impresión de que alguien me había plagiado cosas que yo no había publicado todavía, pero que estaba a punto de hacerlo. Eso me ha sucedido con la aparición del libro de Yuval Noah Hariri De animales a dioses, cuyas tesis coincidían asombrosamente con las que yo estaba defendiendo en Tratado de filosofía zoom. Ambos mantenemos que la historia real ha estado movida por poderosas ficciones. Las normas sociales que sustentaron las grandes comunidades se basaban en la creencia en mitos compartidos. Creemos en un orden particular no porque sea objetivamente cierto, sino porque da un sentido –tal vez terrible– a la acción colectiva. Recuerden la mitología nazi. Para que el orden imaginado se mantenga, debe olvidarse o no admitir que es una ficción imaginada. Podemos poner como ejemplo el nacionalismo. Es un mito, una ficción inventada a lo largo de la historia para aunar voluntades movilizando sentimientos. Pero incluso estos sentimientos que nos parecen espontáneos están ya troquelados por las ficciones sociales en que nacemos.
Defender las ficciones como si fueran realidades naturales inamovibles es una tentación permanente y peligrosa. Nacieron –los nacionalismos también– como soluciones inventadas para problemas profundos, y solo se las puede discutir en el marco de un “pragmatismo de la ficción”, sin apelar a leyes naturales permanentes. Estaría dispuesto a discutir sobre la independencia de Cataluña, pongo por ejemplo, dentro de un marco que reconociera que no estamos hablando de esencias transcendentales, sino de formas más o menos eficientes de arreglar los conflictos y las ambiciones humanas. Los nacionalismos esencialistas han sido siempre un peligro, como lo son las afirmaciones esencialistas de castas, clases sociales, culturas o dogmas religiosos. Son frutos de la historia y, si somos inteligentes, debemos conocer su evolución para no dejarnos atrapar en la trampa mortal de considerar realidades lo que no son más que órdenes imaginarios, ficciones creadas por la inteligencia humana. Vuelvo a mi sensación de retroplagio, de ser plagiado por adelantado. Tiene una justificación. Hay ideas que están en el ambiente, y que pueden cristalizar al mismo tiempo en varias cabezas.