Nodos y redes
Las “redes sociales” informáticas solo son nuevas por su extensión, velocidad y accesibilidad.
La sociedad ha consistido siempre en un sistema complejo de redes: familiares, comerciales, clientelares, políticas, religiosas. Sin embargo, el éxito espectacular de las “redes sociales” informáticas da la impresión de que son un fenómeno nuevo, cuando solo es nuevo por su extensión, velocidad, accesibilidad y baratura. El austero y prosaico lenguaje tecnológico nos permite analizar con provecho el complejo mundo social. Distingue entre nodos y redes. Los nodos son aquellos puntos en los que convergen varias relaciones, es decir, donde se unen los hilos de la red. En una red de metro serían las estaciones de enlace. Lo peculiar en las “redes sociales” es que los nodos son personas, es decir puntos más o menos activos. Con la información recibida, cada uno de ellos puede hacer varias cosas: bloquearla, transmitirla o cambiarla. También puede verter información propia a la red. Manuel Castells ya advirtió hace tiempo que los usuarios de las redes podían ser “actuantes”o “actuados”. Activos o pasivos.
Este sencillo esquema tiene profundas repercusiones educativas. Nuestros alumnos son nodos integrados en múltiples redes. Una es la escuela; otra, la familia; otras, los grupos de amigos y tupidas redes comunicativas o afectivas. La función prioritaria de la educación es formar a esos nodos –es decir, a esas personas– que permanecen, sin embargo, dentro de esas redes que influyen de forma muy poderosa en sus creencias, sentimientos y conductas. A veces, el poder de esas redes es tan potente que la función de la escuela o de las familias resulta debilitada. La calidad de la educación no depende solo de la calidad de la enseñanza dirigida directamente al alumno, sino de la calidad de las redes sociales a las que pertenece. Esto explica la falta de eficacia de campañas educativas a las que dedicamos mucho dinero y esfuerzo, como las dirigidas a luchar contra el abuso en el consumo de alcohol o contra las conductas machistas o racistas. Lo que decimos en las aulas queda contrarrestado con lo que transita en las redes sociales a las que los individuos pertenecen.
En un artículo anterior les hablé de las “personas en estado de red”, que es aquella situación en que la persona (el nodo) se somete a la red, no ofrece resistencia, limita su autonomía. Fortalecer el carácter y el pensamiento crítico para evitar esta dependencia es un objetivo irrenunciable de la educación. Pero ahora somos conscientes de que necesitamos también mejorar la calidad de las redes, de lo que transita por ellas, dada su enorme influencia. No podemos preocuparnos solo de la red de carreteras o de la velocidad de los vehículos, sino también de la sensatez de los conductores y del contenido que transportan.
En los programas de la Universidad de Padres que dirijo –una fundación sin ánimo de lucro– hemos decidido ampliar nuestra acción. Hasta ahora, los programas han ido dirigidos a los padres para ayudarles a educar a sus hijos. Vemos que es una acción imprescindible, pero no suficiente. Por eso, a partir de este curso queremos que nos ayuden a tejer “redes educativas”, “redes creadoras”, alrededor de sus hijos, de las escuelas, de los docentes. Deseamos elaborar y poner en práctica una “pedagogía de las redes” y necesitamos la ayuda de todo el mundo, no solo de los padres, sino de profesionales, políticos, empresarios, jóvenes y ancianos, es decir, de todo el mundo que esté preocupado por el futuro.