José María Marín Quemada
Presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia
El jardinero fiel
Catedrático de Economía Aplicada, José María Marín Quemada (Madrid, 1948), llamaría dianthus caryophyllus a lo que los demás llamamos clavel, pero al pan lo llama pan y al vino, vino, sobre todo si detrás hay un monopolio, un oligopolio un cartel o un trust. Ahora, y por segunda vez desde que es presidente de la CNMC, se ha ido al Supremo a contender contra el mismísimo Gobierno de la Nación porque considera que el Ministerio de Industria se apodera de competencias que no le son propias. Toda su energía (dicho lo de energía con doble intención) se ha volcado en desmontar las alteraciones ilegítimas o simplemente incompatibles con la libre competencia en los mercados.
El vigilante del juego limpio es fiel a su mandato y es jardinero en ratos libres. Con ello estamos diciendo que no desentonaría en un cottage de la campiña inglesa, tranquilo y flemático como es; educado y respetuoso como nos lo presentan y firme de convicciones, a pesar del Gobierno. Donde se deja llevar es en las clases de la universidad, allí el entusiasmo disipa la contención. Lo saben sus alumnos, que lo han sido en Valencia, Navarra y Madrid.
El largo brazo del Gobierno y las artes de los lobbies no logran conmover su independencia. A los políticos les gustaría más dúctil; a las empresas, más ciego. Pero en la CNMC es como era y nadie puede sorprenderse. Su disciplina, acaso adquirida de un padre militar, le lleva a jornadas laborales tempraneras y prolongadas, ya practicadas cuando se inició laboralmente en Iberia y siguió en Cepsa. Ya con nietos en las rodillas, aún le quedan casi dos años de mandato, para inquietud de unos cuantos.