De señores del Ibex a desplazados de sus empresas

14 / 12 / 2015 Miguel Cifuentes
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Las familias Benjumea, Fernández Sousa, Koplowitz y Martín ya no controlan sus empresas (Abengoa, Pescanova, FCC y Martinsa, respectivamente) tras haber sufrido serios varapalos económicos

Felipe Benjumea (arriba a la izquierda) ha perdido el control sobre Abengoa, una empresa familiar en la que ha debido abandonar la presidencia. Manuel Fernández Sousa (arriba a la derecha) perdió el control de Pescanova a manos de los bancos y ahora se enfrenta a procesos judiciales. Esther Koplowitz –en la foto, su hija Alicia, presidenta de la compañía– ha perdido la mayoría en FCC, acuciada por las deudas, y el nuevo hombre fuerte de la empresa es Carlos Slim (derecha).

La crisis económica 2008-2015 pasará a la historia por destruir más de dos millones de empleos en España y cientos de miles de empresas, pero también por poner contra las cuerdas emblemáticas empresas españolas, algunas cotizadas en bolsa. Este año 2015 ha sido terrorífico para Abengoa. Martinsa ha seguido con su calvario y Pescanova y FCC (Fomento de Construcciones y Contratas), que iniciaron su purgatorio en 2013 y 2014, respectivamente, inician sus reestructuraciones.

El más dramático y reciente es el caso de la multinacional de ingeniería y renovables Abengoa, al borde de la quiebra, con 70 años de historia. No menos grave ha sido las crisis de la mítica pesquera y conservera gallega Pescanova, salvada in extremis por los bancos. Menos dura, aunque también complicada, ha sido la peripecia de la constructora Fomento de Construcciones y Contratas, propiedad de la familia Koplowitz, salvada en 2014 por el millonario mexicano Carlos Slim. Y trágico sin remedio ha sido el final de la inmobiliaria Martinsa-Fadesa, que llegó a ser la primera del sector y hoy está en liquidación en los juzgados.

Este cuarteto de empresas señeras han sufrido un tsunami, con altos costes para los propietarios y fundadores, que han perdido sus empresas, aunque permanezcan como socios minoritarios. Todas cayeron por lo mismo: altísimas deudas, ocultación del pasivo real con “extrañas” clasificaciones del riesgo, crecimiento desordenado, mala gestión, huidas hacia delante y, en algún caso como el de Pescanova, con acusaciones judiciales de comportamientos irregulares y delictivos por parte de administradores y gestores. La resultante es un póquer escandaloso de fracasos empresariales, fiascos en bolsa y pérdidas millonarias para los accionistas. Todo esto era impensable en la década pasada. Nadie hubiera creído antes de 2008 que Abengoa, FCC, Pescanova o Martinsa tuvieran los pies de barro, como se ha visto ahora.

ABENGOA

Contra las cuerdas

Abengoa, la multinacional andaluza de ingeniería y energías renovables, propiedad de la familia sevillana Benjumea, está al borde de la quiebra. Hablamos de un gigante que factura 7.100 millones de euros al año y tiene presencia en América del Norte y del Sur, África, Oriente Próximo y Asia, pionera en ingeniería y energías renovables, con enormes instalaciones de energía en todo el mundo, todo un símbolo de la marca España. Se enfrenta a una posible liquidación judicial si la banca no le inyecta la liquidez necesaria para ir pagando las nóminas de 22.000 empleados y los abonos de urgencia a proveedores. Abengoa es una gran empresa de la que su expresidente Felipe Benjumea y los dos últimos consejeros delegados, Manuel Sánchez Ortega y Santiago Seage, han salido con indemnizaciones que suman 25 millones de euros y que no tienen intención de devolver.

La situación es crítica, hasta el punto de que Abengoa ha despedido ya a más de 3.000 trabajadores, dentro y fuera de España. Nadie hubiera pensado en crisis semejante hace un año, en noviembre de 2014, cuando dio un buen susto en bolsa al descubrirse sus altos niveles de endeudamiento, y un extraño modo de clasificar el pasivo, noticias estas que hundieron la cotización. Ni los analistas ni las casas de bolsa previeron que el balance de Abengoa estaba tocado y entraría en una grave crisis financiera, de gestión y de control accionarial. Ya se ha convertido en el mayor preconcurso de acreedores de la historia de España. Ahora tiene cuatro meses por delante para refinanciar su deuda con la banca y sus acreedores no financieros y pactar un plan de viabilidad y un programa de venta de activos, por importe de varios miles de millones de euros.

Abengoa lo tiene muy difícil, con un pasivo de más de 27.300 millones de euros. Solo la deuda bancaria asciende a 9.000 millones, debe 5.000 a proveedores y tiene emitidos 2.700 millones en bonos y obligaciones. La empresa está en el ojo del huracán desde septiembre pasado, cuando anunció de improviso un programa de rebaja de deuda, una ampliación de capital de 650 millones y un plan de desinversiones, que la bolsa descontó muy mal. Benjumea consiguió refinanciación bancaria para el pasivo de la compañía y que se les financiara la ampliación de capital, pero todo se ha vuelto muy negro. La exigencia de la banca de más capital les obligó a buscar socios para ampliar la base accionarial.

El banco de inversión Lazard contactó con Gestamp por encargo de los Benjumea. Este es un grupo fabricante de componentes de automóvil y del metal. Los dueños, los Ribera, una familia muy solvente, facturan más de 6.000 millones año, y era la salvación de Abengoa. Ofrecieron inyectar 350 millones, a través de la filial Gonvarri, para hacerse con el 28% de Abengoa y desplazar a los Benjumea como primeros accionistas. La familia fundadora de Abengoa pasaría de detentar más del 50% a solo el 20% del capital. Pero la operación se frustró tras un detallado análisis de la deuda, más abultada de lo que Abengoa reconoció inicialmente.

Sea como fuere, y aunque finalmente la empresa se salve, como quieren el Gobierno y los propios bancos acreedores, los Benjumea tienen perdida la partida, ya que los bancos les han desplazado de la gestión. Han cesado al presidente, Felipe Benjumea, y han colocado en su lugar a José Domínguez Abascal. La búsqueda de socios no ha terminado, pero nada garantiza que en cuatro meses se alcance un acuerdo con los acreedores y un plan de viabilidad que garantice el futuro de la empresa. Si el ingeniero sevillano Javier Benjumea, fundador de Abengoa en 1941, viera los apuros de sus hijos en estos días para salvar su empresa, no se lo podría creer. Abengoa es una multinacional, con ingeniería de primer nivel, un emblema de la marca España que el presidente Barack Obama puso como ejemplo de empresa de energías renovables.

PESCANOVA

Salvada por la banca

Pero no todo es terrible en este cuadro de fiascos del año 2015. En plena pesadilla de Abengoa se produce el final feliz de Pescanova. La banca se ha hecho con el 80% de la empresa y ha salvado la firma. La pesquera ha vuelto en 2014 a los beneficios y tiene asegurado el futuro. Pescanova es una de las cuatro grandes de su sector en Europa, con flota y factorías en tres continentes y cuya familia fundadora, los Fernández Sousa, ha perdido el control accionarial.

Los bancos son ahora los accionistas mayoritarios, aunque los Fernández Sousa conservan un 7,5% del capital, pero embargado. Manuel Fernández Sousa, hijo del fundador, presidente dimitido a la fuerza en 2013, tiene sus bienes embargados y debe hacer frente a investigaciones judiciales por blanqueo, administración negligente y otros presuntos delitos por los que está imputado, entre otros juzgados, en la propia Audiencia Nacional.

Pescanova entró en preconcurso de acreedores en febrero de 2013 por una deuda de 1.522 millones de euros, que ponía en cuestión su viabilidad. El concurso duró desde abril de 2013 hasta mayo de este año, fecha en la que se firmó un convenio de acreedores con la banca, que ha hecho una fuerte quita de la deuda. Durante estos dos años ha estado gestionada bajo tutela judicial por la consultora Deloitte, que con ayuda de la banca, el convenio de acreedores y la quita de deuda, le ha dado la vuelta a la cuenta de resultados.

La empresa gallega mantiene su actividad y ha vuelto a los beneficios. En 2014 ganó 1.600 millones de euros. A donde no va a volver es a manos de los Fernández Sousa y los Paz Andrade, las dos familias viguesas fundadoras. Tanto la banca española como la extranjera están convencidas de que es viable, pero no en manos de los dueños históricos. En este caso también se ha producido un auténtico fiasco para los bolsillos de los pequeños accionistas que habían confiado sus ahorros a la inversión en acciones de la empresa. Su desplome y la posterior absorción por una nueva sociedad llamada Nueva Pescanova les ha dejado prácticamente sin nada.

FCC

Salvada por el magnate Slim

La que ha salido de la crisis, pero sigue en el purgatorio, es la histórica constructora Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que fue propiedad de Esther Koplowitz hasta que la crisis la ha dejado en minoría. La constructora ha tenido su particular travesía del desierto desde el año 2008 con un fuerte ajuste, venta de activos, cierre de negocios y empresas, y cambio de consejeros delegados por dos veces, Baldomero Falcones y Juan Béjar.

Quizás el episodio más sonado fue la liquidación de su filial austriaca Alpine, con la que pretendía expandirse en Europa del Este, y el fracaso de sus inversiones energéticas en Europa Central. Pero, con ajustes y desinversiones, FCC sigue en el purgatorio, en espera de que el millonario mexicano Carlos Slim la lleve a la rentabilidad, algo que no ha ocurrido en 2014 ni tampoco en 2015.

La empresa pasó en 2014 a manos de Slim, la segunda fortuna del mundo según Forbes, que hoy detenta el 25% del capital y posiblemente en breve tendrá el 30%. Esto sucedería si se consuma una nueva ampliación de capital de entre 600 y 1.000 millones de euros, que dejaría a Esther Koplowitz con un modesto 15% del capital de la que fue su compañía.

FCC es una de las cinco grandes constructoras españolas, y la que ha atravesado más dificultades en la crisis, pese a estar muy internacionalizada y diversificada en los sectores de construcción, gestión de infraestructuras y medio ambiente. La principal accionista, Esther Koplowitz, agobiada por la deuda bancaria, cedió el año pasado el 25% del capital y con ello el poder a Slim, tras una ampliación de capital que dio entrada al inversor mexicano. La empresaria se vio abocada a ello tras negociar con Bankia y BBVA un crédito de 1.000 millones que necesitaba para mantener el control de la compañía y que mantenía asfixiadas sus finanzas personales.

Esther Koplowitz ya no manda en FCC , aunque tiene a su hija Alicia ostentando el cargo de presidenta. Carlos Slim no es solo el principal accionista sino que tiene el poder. Ha colocado como consejero delegado al también mexicano Carlos Jarque y se ha hecho también con el control de las principales filiales de FCC, la cementera Portland Valderrivas y la inmobiliaria Realia, en otros tiempos joyas de la corona que ahora están en otras manos.

MARTINSA

Un sueño en liquidación

Fernando Martín Álvarez, fugaz presidente del Real Madrid y empresario de éxito de la primera década de este siglo, ha terminado su aventura inmobiliaria en 2015, tras siete años deambulando por los juzgados de lo Mercantil. El audaz empresario inmobiliario recordará este año como el de su funeral empresarial. Su sociedad Martinsa-Fadesa, primera inmobiliaria de España en los años del boom del ladrillo, está siendo liquidada desde febrero pasado. La banca ha puesto fin a la agonía de la empresa, con 6.985 millones de deuda. Los principales acreedores de la inmobiliaria (Sareb, Caixabank, Banco Popular y Abanca) rechazaron en febrero pasado la propuesta de convenio de acreedores y acordaron liquidarla. Antes, Martinsa había pasado por el calvario del mayor concurso de acreedores de la historia de España, con una deuda de 4.500 millones de euros. Hizo su imperio con gran audacia y mucho crédito bancario, fue el rey de los Pau (planes de actuación urbanística) de Madrid, pero la crisis de 2008 lo estrelló contra el suelo, un activo del que llegó a tener varios millones de metros cuadrados por toda España, y que no valen ya ni el 10% de lo que pagó en su día.

Nacido en Trigueros del Valle, provincia de Valladolid, Fernando Martín había salido de la nada. Se convirtió en un respetado inmobiliario en Madrid tras una serie de audaces operaciones con solares en el paseo de la Castellana, una de las zonas más caras de la capital. Analistas y operadores del mercado le tildaron de genio cuando se hizo con la inmobiliaria Fadesa, del gallego Manuel Jové, otro inmobiliario de éxito. Lanzó una OPA en 2007 valorada en 4.045 millones y sacó Martinsa-Fadesa a bolsa con éxito, en vísperas del estallido de la burbuja del ladrillo.

Su liderazgo del sector inmobiliario tuvo un recorrido en bolsa más que fugaz. En julio de 2008 presentaba suspensión de pagos, con un pasivo de 7.000 millones, el mayor de la historia en España. Hubo un atisbo de milagro al levantar el concurso en enero de 2011, reanudó la actividad y llegó a facturar más de 1.000 millones, pero a la banca se le agotó la paciencia y se negó a nuevos convenios y quitas. Martinsa está en liquidación en los juzgados de La Coruña desde febrero de 2015.

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