Las apariencias si importan
Hoy ya nadie cuestiona lo dañina que es la adicción al tabaco. Ninguna persona, medianamente instruida e informada, pone en tela de juicio que el tabaquismo crea una dependencia tiránica que daña gravemente la salud, y que produce alteraciones tan graves que a medio y largo plazo conducen a la muerte. Pero a pesar de ello sigue habiendo una gran tolerancia ante esta adicción, incluso por parte de ciertos sanitarios que lejos de combatirla, siguen “enganchados” a ella sin el mas mínimo pudor.
Yo trabajo en un hospital publico, y también voy con frecuencia a otros hospitales públicos. La escena que veo es patética, ya que a las puertas de estos centros sanitarios es frecuente observar a personal sanitario (mayoritariamente femenino dicho sea de paso), con sus pijamas blancos y en tiempo de descanso, “echando su cigarrillo”, es decir, calmando el síndrome de abstinencia que produce la droga nicotina, haciéndolo sin recato y sin el mas mínimo sonrojo. El ejemplo tan grafico que dan al resto de los ciudadanos no puede ser mas negativo y preocupante.
Si aquellos que deben dar ejemplo y muestras de que la salud es muy importante, de que el tabaco es una sustancia dañina, de que el cigarrillo no aporta ningún beneficio, de que solo genera daño físico, psíquico y económico, no lo hacen sino que por el contrario delante de todos, en horas de jornada laboral y con el uniforme pertinente, ingieren la sustancia, imagínense que les podemos decir a los pacientes-usuarios de la sanidad.
Las apariencias importan y a veces mucho, incluso pueden ser muy determinantes. No en balde dicen que “vale mas una imagen que mil palabras” y eso es justamente lo que pasa cuando vemos a profesionales de la salud “drogándose” con la nicotina, y haciéndolo justamente a las puertas de los centros sanitarios. Además de antiestético, es dañino para la salud colectiva.
Entiendo que la enfermedad que sufren los fumadores es tiránica, pero deberían, al menos cuando están en sus puestos públicos de trabajo, evitar dar esa muestra de dependencia y dejar para la intimidad algo que no es un vicio, sino un alteración psíquica con inevitables repercusiones somáticas.
“No basta con ser bueno, hay que parecerlo”, dice otro aforismo popular, que gran verdad. No es suficiente con predicar, hay quedar ejemplo y ser consecuentes y coherentes. Hay que cosas que no se deberían legislar, no es el derecho positivo el que nos debe organizar siempre la existencia. Corresponde al sentido común, a la educación y a la coherencia trazar la línea roja en las conductas que, sin transgredir quizá una norma, si deberían evitarse sobre todo cuando uno ostenta determinadas profesiones o actividades.