Marcha, mucha marcha
La marcha nórdica está de moda, un ejercicio al aire libre que reporta múltiples beneficios físicos y psíquicos.
Cada vez es más frecuente ver por calles y parques a gente que camina sirviéndose de unos bastones con un movimiento que recuerda a la práctica del esquí de fondo, pero en este caso sin nieve y sin esquíes. Es la marcha nórdica, un deporte que cada día gana nuevos adeptos. Una actividad divertida y al aire libre, para realizar en el campo o en la ciudad, solo o en grupo, en cualquier época del año.
Los orígenes de esta modalidad deportiva están en los años 30 del pasado siglo, cuando la mayoría de los esquiadores de fondo empezaron a incluir en sus entrenamientos de verano y otoño lo que llamaron “marcha con bastones” o “caminata con bastones”, con el fin de mejorar su condición física y poder comenzar en invierno los entrenamientos con la intensidad adecuada. La marcha nórdica es un efectivo ejercicio aeróbico, de resistencia y un deporte al aire libre que conlleva beneficios evidentes, es una actividad para personas de cualquier edad, sexo y condición física, y algunos runners se están pasando a este deporte por ser mucho más respetuoso con las articulaciones.
Desde hace una década su desarrollo ha sido fulgurante, y ahora miles de personas ya son practicantes habituales de marcha nórdica en cualquiera de sus modalidades.
Los expertos citan entre las ventajas de practicar este deporte que ejercita el 90% de los músculos del cuerpo, frente a la forma de andar habitual, que solo llega al 60%; y que incrementa el consumo de calorías hasta un 45% más y, por lo tanto, optimiza el tiempo que dedicamos a la marcha y ayuda a la pérdida de peso.
Además, reduce el impacto sobre las articulaciones, problema habitual en el jogging o el footing, y fortalece los músculos relacionados con la postura y estabilidad de la columna vertebral. Practicarla con asiduidad también ayuda a controlar los niveles de colesterol, la presión sanguínea y los dolores de espalda.