Los inmigrantes, con más peso que nunca en las presidenciales de EEUU

11 / 01 / 2016 DPA
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Las elecciones de 2016 en Estados Unidos podrían definir el destino de más de 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país

Las elecciones de 2016 en Estados Unidos podrían definir el destino de más de 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país. Quien tenga la impresión de que esperan la votación de forma pasiva se equivoca: los inmigrantes y sus aliados quieren tener más peso que nunca en la contienda electoral.
 
 El caso de Lorena Praeli es paradigmático. Cuando Barack Obama ganó su primer mandato en 2008, la peruana era una joven 19 años sin papeles que había llegado a Estados Unidos de niña y convivía con el temor constante a la deportación.
 
 Ocho años más tarde, Praeli es ahora una celebrada activista de 27 años destinada a convertirse en una figura clave en campaña como directora de enlace con la comunidad latina para la carrera presidencial de la demócrata Hillary Clinton.
 
 "Nuestra responsabilidad en estas elecciones es asegurarnos de que tenemos el apoyo recíproco y de que vamos a tener influencia", explica Praeli en una entrevista con la agencia dpa al resumir su visión sobre el vínculo entre política e inmigrantes.
 
 La ola de refugiados que llegó a Europa en 2016 centró la atención del mundo, pero en Estados Unidos el debate sobre la inmigración no perdió nunca relevancia en la carrera hacia la Casa Blanca.

 Años de reformas migratorias estancadas dejaron 11,3 millones de extranjeros -más de un tres por ciento de la población estadounidense- varados en el país sin estatus legal. La mayoría de ellos provienen de América Latina y, de este grupo, en torno a la mitad son mexicanos.
 
 Su situación importa más que nunca en una campaña a las elecciones de 2016. Según una encuesta nacional, el tema ayudará a un 80 por ciento de los votantes a definir qué papeleta insertan en la urna.
 
 Prácticamente todos los precandidatos republicanos prometieron eliminar la normativa de Obama que protege de la deportación a unos 4,9 millones de inmigrantes. La cuestión está en manos de la Justicia y podría terminar en la Suprema Corte.

 Más lejos fue Donald Trump. Tras el ataque terrorista que el 2 de diciembre dejó 14 muertos en San Bernardino, California, el precandidato republicano provocó un nuevo escándalo al pedir que se prohibiera la inmigración musulmana a Estados Unidos.
 
 El magnate ya había mostrado su versión más dura al defender una deportación masiva de mexicanos, a quienes llamó "criminales, narcotraficantes y violadores". 
 
 La cruzada de Trump lo convirtió en rival preferido de los latinos, pero también ensució la imagen de los otros precandidatos republicanos. Una encuesta reciente mostró que una enorme mayoría de latinos están convencidos de que el partido es "hostil" hacia ellos.
 
 Incluso el senador republicano e hispanohablante Marco Rubio, un hijo de inmigrantes cubanos que busca convertirse en el primer latino en la Casa Blanca, viene siendo criticado por quitar su apoyo a reformas e instrumentos de protección de los inmigrantes que él mismo había propuesto en el Congreso.
 
 Por el contrario, Clinton, que lidera ampliamente la carrera a la candidatura demócrata, prometió mantener las normas que dan protección a los inmigrantes e impulsar reformas sustanciales, incluida una vía hasta la adopción de la ciudadanía estadounidense.
 
 Esas diferencias podrían resultar decisivas en la elección con mayor peso de la creciente población latina. Las proyecciones indican que un récord de 28,5 millones de latinos (un 13 por ciento de los votantes) estarán llamados a las urnas.
 
 Por supuesto que el tema moviliza no sólo a los inmigrantes y sus aliados, sino también a sus detractores. Y muchos de los votantes que serán influenciados por la política de inmigración de cada candidato se encuentran en estados que no están en juego, como la republicana Texas o la demócrata California.
 
 Sin embargo, los analistas creen que, en una elección ajustada, el voto latino en estados disputados como Nevada, Carolina del Norte o Colorado podría terminar marcando la diferencia.
 
 Rosario Marín, ex tesorera de Estados Unidos en la administración de George W. Bush, advirtió a los precandidatos republicanos de que los latinos podrían hacerles pagar su retórica antiinmigración. "Ahora no nos necesitan, luego no nos tendrán. Ahora nos insultan, luego no los escucharemos", dijo en una reunión de líderes latinos conservadores.
 
 Clinton intenta explotar ese descontento acercándose a inmigrantes y activistas como Praeli para atraer su voto. Su principal rival en la carrera a la candidatura demócrata, el senador Bernie Sanders, sigue la misma estrategia.
 
 Sin embargo, aún queda por ver en qué medida lograrán los demócratas y sus activistas convertir el descontento de inmigrantes sin derecho a voto en papeletas concretas el día de las elecciones.
 
 En un intento por favorecer una sucesión demócrata, la administración Obama lanzó en septiembre una campaña nacional para animar a 8,8 millones de inmigrantes residentes legales que cumplen los requisitos a hacerse estadounidenses y a votar.
 
 En ese grupo entra Praeli. Tras conseguir la residencia permanente por su marido, se nacionalizó estadounidense el 15 de diciembre, a tiempo para votar en 2016. No es difícil imaginar a quién apoyará.

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