El plan de paz para Siria, ¿misión imposible?
Desde 2011, han perdido la vida más de 250.000 personas sin que los rivales se hayan acercado lo más mínimo
Staffan de Mistura es un diplomático especializado en misiones especialmente espinosas. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ya envió en el pasado a este sueco con raíces italianas como "apagafuegos" a casi todos los rincones del mundo, incluidos Irak y Afganistán. Y desde hace más de un año, es enviado especial de la ONU para Siria.
El éxito de De Mistura, de 68 años, en su última misión, es comparable al de sus predecesores: prácticamente ninguno. Tanto Kofi Annan como Lakhdar Brahimi se dejaron la piel en el conflicto y acabaron tirando la toalla frustrados. Desde 2011, en esta guerra civil han perdido la vida más de 250.000 personas sin que los rivales se hayan acercado lo más mínimo. Y sin que hasta la fecha se dibuje esperanza alguna de lograr una solución pacífica en un futuro próximo.
Así las cosas, el plan de paz de la comunidad internacional negociado la semana pasada en Viena sonó como un puñetazo. Se prevé que Gobierno y oposición se reúnan para conversar en las próximas semanas, de manera que en el plazo de medio año se acuerde un Ejecutivo de transición y dentro de 18 meses se celebren elecciones.
A favor de que este ambicioso plan pueda salir adelante está el argumento de que esta vez Irán se sentará en la mesa de negociación. De este modo, es la primera vez que todos los actores internacionales importantes participan en las conversaciones. Y es que en su calidad de principal aliado de Siria, Teherán podría intentar que Bashar al Assad accediera a llegar a determinados compromisos, algo a lo que hasta ahora no estaba dispuesto.
No obstante, hay muchas dudas de que el plan pueda hacerse realidad. Según Samir Nashar, de la opositora Coalición Nacional Siria, el acuerdo de Viena es "poco realista y difícil de poner en marcha". Además, añade, tras los atentados de París la comunidad internacional se concentra en la lucha contra el terrorismo y se está apartando del verdadero objetivo de los rebeldes: derrocar a Al Assad. "Están olvidando a las víctimas de los sirios", afirma.
Y lo cierto es que las distintas partes reunidas en Viena no lograron ponerse de acuerdo sobre Al Assad. Para algunos opositores, su derrocamiento es prioritario, pues según afirman sólo entonces podrá tener éxito la lucha contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI). Pero Al Assad se mantiene firme. Y Rusia e Irán lo ven como parte de una eventual solución política.
Además, el plan de paz tiene que hacer frente a otros escollos. ¿Quién negocia en nombre de la dividida oposición siria? ¿Y qué hacer con las muchas milicias islamistas que combaten en Siria? Grupos como el Frente Al Nusra, filial de Al Qaeda, figuran actualmente entre las principales fuerzas sobre el terreno, pero no participan en las conversaciones sobre una posible solución política.
Staffan de Mistura tiene ante sí la tarea de que este plan no se convierta en una misión imposible. Pero hasta ahora, todo lo que ha intentado, por muchos viajes y negociaciones, no ha dado resultado. El EI ningunea por completo al enviado de la ONU y miembros de la oposición moderada lo consideran demasiado cercano al régimen. Pero el principal problema de De Mistura es que no tiene ningún as en la manga con que presionar.
El diplomático es tan fuerte como el secretario general de la ONU, y éste como el Consejo de Seguridad, el único que podría acordar sanciones o intervenciones militares. Pero con Estados Unidos y Rusia como miembros permanentes con posiciones enfrentadas, tanto la ONU como su enviado especial a Siria carecen de fuerza. Sólo si el precavido acercamiento entre Moscú y Washington cambiara, De Mistura tendría por primera vez verdadero poder.