Podemos utiliza el CNI para la negociación

El pasado 29 de enero, cuando el rey Felipe VI se encontraba inmerso en la segunda ronda de consultas con los líderes políticos, el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán, fue investido doctor honoris causa por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Toda una rareza, pues ningún director de un servicio secreto europeo ha obtenido tal distinción académica en el ejercicio de su cargo.

El jefe de los espías aprovechó su disertación para subrayar a los presentes que el CNI es “la mejor herramienta que tiene el Gobierno para la toma de sus decisiones estratégicas” y advertirles de una máxima que se aplica dentro de sus muros: “Nunca nadie pudo atribuir una información a un determinado miembro del Centro, como nunca el Centro hizo algo en su propio beneficio”. Ambas afirmaciones parecen ahora un aviso para navegantes ante la polémica surgida unas semanas después, cuando Podemos explicitó por escrito su deseo de que el CNI dependiese orgánicamente de Pablo Iglesias en calidad de vicepresidente de un Gobierno de izquierdas. Un hecho que puso muy nerviosos a los negociadores del PSOE.

La formación morada no incluyó en su programa electoral ninguna mención sobre los servicios secretos, pero sí en su propuesta de Gobierno de coalición. Primero solicitó que las atribuciones que ahora tiene la actual vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, pasasen a manos de Iglesias en un eventual Ejecutivo paritario entre PSOE y Podemos, añadiéndole otras áreas de gestión como una Oficina de Derechos Humanos o una Secretaría de Estado de Lucha contra la Corrupción. Y en cuanto al CNI, se reclamó que su director sea “nombrado por el Parlamento” –hasta ahora es una decisión que compete al Consejo de Ministros– y que responda de sus actividades ante él, lo que sugiere el deseo de la formación morada de que las comparecencias parlamentarias del jefe de los espías ya no sean ante la Comisión de Secretos Oficiales.

Las mejores informadas. Podemos también subrayó que el director del CNI “elaborará información” para el presidente, el vicepresidente y los llamados “Ministerios de Estado” –Defensa, Exteriores e Interior–, algo que ya se viene haciendo en la actualidad aunque en la última década las mejores informadas han sido las vicepresidentas María Teresa Fernández de la Vega y la citada Sáenz de Santamaría, casi a diario y con la aquiescencia de sus jefes superiores, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, quienes agradecieron ese reparto de roles para que ellos pudiesen dedicar más tiempo a otros menesteres.

En último término, y lo más importante según fuentes de Podemos consultadas por TIEMPO, se indicó que el CNI “dependerá orgánicamente de la Presidencia o la Vicepresidencia”. Un ofrecimiento al PSOE para la posterior negociación. En todo caso, que el CNI quedase finalmente bajo el paraguas de Pedro Sánchez no invalida un imperativo: el jefe de los servicios secretos debería informar tanto al presidente como al vicepresidente Iglesias.

Ante los posibles deseos de unos u otros por apropiarse en exclusiva de la información que genere el CNI, el propio Sanz Roldán o su sucesor podrán esgrimir el artículo 6 del código ético interno, aprobado en octubre y que trata sobre la “objetividad e imparcialidad” a la que están obligados los 3.500 agentes del servicio secreto español: “La permanente búsqueda de la objetividad les llevará a actuar de forma independiente de la propia manera de pensar o sentir. Para ello, evitarán que sus creencias o convicciones interfieran en sus actuaciones profesionales, condicionen sus decisiones o afecten a la imparcialidad de sus análisis, juicios o informes”.