Estrenos de la semana

La profesora de Historia.

Dirección: Marie-Castille Mention-Schaar.

Reparto: Ariane Ascaride.

En 2008 el director Laurent Cantet se alzó con la Palma de oro en Cannes con La clase, una pequeña producción francesa que redefinió con astucia el subgénero dramático de escuela conflictiva con un estilo que basculaba entre la ficción y el documental. Su compatriota la directora Marie-Castille Mention-Schaar parte de una premisa parecida para reconstruir la verdadera historia de una enseñante que confía a su grupo de alumnos difíciles un proyecto sobre los niños que padecieron los campos de concentración nazis. La profesora de historia es una lección de conciencia colectiva sin moralina, pedagogía bien aplicada contra el racismo en un aula donde se enfrentan cada día jóvenes de orígenes, culturas y tradiciones diversas.

Cautivos

Dirección: Atom Egoyan.

Reparto: Ryan Reynolds, Kevin Durand, Alexia Fast y Rosario Dawson.

En su anterior filme, Condenados, el cineasta egipcio de raíces armenias y criado en Canadá Atom Egoyan, intentó reproducir en la forma de ficción el caso real de tres niños que desaparecieron en una localidad estadounidense en los años noventa (y cuya investigación, sin resolver, se convirtió en una saga de tres ejemplares documentales a los que había poco que añadir). Egoyan concluía aquella película de la más perezosa de las formas posibles, resumiendo el clímax en una explicación sobreimpresa en pantalla,un gesto que parecía señalar el terrible hastío que había producido aquel filme hasta al mismo director. Tristemente, el director de joyas como El dulce porvenir o Ararat, no se ha recuperado y su última película, Cautivos, sigue padeciendo esa misma terrible pesadez.

Parte de una premisa muy interesante, que recuerda de algún modo al último filme de su colega canadiense Denis Villeneuve, Prisoners: el drama de un matrimonio que no ha podido recuperarse de la desaparición, nueve años antes, de su hija, y que gracias a una pareja de policías que continúan la investigación por su cuenta, no han abandonado la esperanza.  Sin embargo, de nuevo, a Egoyan le puede la pereza y desarrolla la trama, que él mismo ha coescrito, en modo banal y predecible.