Rusia vuelve a meter baza en Afganistán: ¿Revive el Gran Juego?

20 / 04 / 2017 Thomas Körbel y Christine-Felice Röhrs (DPA)
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Hanif Atmar, uno de los principales asesores del presidente afgano, tiene muchas puertas abiertas en Moscú. Y es que a Rusia le preocupa la evolución de Afganistán, asolado por la guerra. 

Niños jugando sobre los restos de un tanque soviético en la carretera de Kabul a Bagram en agosto de 2008

Llama la atención la gran cantidad de veces que últimamente se ha visto a políticos de ambos países reunirse, mientras que la gran potencia defensora de Afganistán, Estados Unidos, y la OTAN se retiraron de la nación asiática en 2014.

¿Sucederá Rusia a Estados Unidos como socio fuerte en Afganistán?

Rusia ha reforzado su influencia en los acontecimientos en la región del Hindukush con dos conferencias internacionales a la que han acudido expertos de diversos países para analizar la creciente inseguridad en Afganistán y el proceso de paz con los extremistas talibanes. 

En la última, celebrada recientemente, participaron grandes potencias como China e incluso los vecinos con los que está enemistado como India y Pakistán, así como ex repúblicas soviéticas de la región de Asia Central. En esta última los estadounidenses cancelaron su asistencia. 

Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos son tensas. Algunos apuntan a una reedición del denominado "Great Game", el Gran Juego, la denominación que dio un historiador a la rivalidad entre el imperio ruso y Reino Unido por el control de Asia Central. Entre 1813 y 1947 ambas potencias intervinieron a menudo en suelo afgano. Y el concepto se reavivó durante la lucha de los afganos en los años 80 contra la Unión Soviética. 

La antigua URSS invadió Afganistán en 1979 desatanco una guerra que costó muchas vidas. Concluyó diez años más tarde con la retirada del Ejército soviético, abatido por unos muyahidines, guerreros afganos, que habían sido entrenados en Pakistán con grandes cantidades de dinero estadounidense. Afganistán está considerado desde entonces un trauma para la élite militar rusa y durante años la cautela dominó la política de Moscú en el país.

¿Y qué es lo que mueve ahora a Rusia a implicarse más otra vez? Por una parte el ingente contrabando de drogas hacia Asia central procedente de Afganistán, el mayor productor mundial de opio. Este negocio, que mueve miles de millones, no ha dejado de expandirse durante la guerra. En el informe anual sobre el opio que elabora Naciones Unidas se afirma que el cultivo de la amapola creció un diez por ciento interanual. Una gran parte de esa droga llega a Rusia.

Pero muchos políticos aseguran que la principal interés de Moscú en Afganistán es mantener el patio trasero tranquilo. En Afganistán existe un peligro terrorista serio y se encuentra junto a la frontera de los países socios de Asia Central, señaló el diputado y experto en política exterior Leonid Kalashnikov. "De ahí la importancia de una colaboración estrecha con Kabul a todos los niveles", dijo.

Sobre todo la lucha contra el Estado Islámico (EI) es uno de los principales argumentos que esgrime Moscú. El EI comenzó a destacar en Afganistán en 2015 y a pesar de los intensos ataques aéreos estadounidenses no se consigue acabar con la milicia terrorista. Los servicios secretos advierten que los combatientes del EI que huyan de Siria podrían buscar refugio en Afganistán o en Asia Central.

Aun cuando Estados Unidos no participó en la conferencia en Moscú, sí marcó su posición con el EI al lanzar una enorme bomba GBU-43, la más potente de su arsenal no nuclear, también conocida como "la madre de todas las bombas". Mató a decenas de combatientes de la milicia. 

El experto en Afganistán Omar Nessar, de la Academia Rusa de las Ciencias, considera que se trata de una demostración de fuerza frente a Rusia. En su opinión, Washington quiere restringir la influencia de Rusia. 

Las críticos acusan a Moscú de que seguir una doble vía y estar no sólo en contacto con el Gobierno, sino también con su máximo enemigo, los talibanes, pues a su vez ellos también son enemigos de EI. 

El enviado ruso a Afganistán, Samir Kabulov, dijo a la agencia de noticias Interfax ya a fines de 2015 que el interés de los talibanes en ese punto coincidía "objetivamente" con los intereses rusos, algo que preocupa tanto a Afganistán como a los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En diciembre pasado, el comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, el general John Nicholson, dijo irritado en el Pentágono que Rusia sólo estaba socavando el trabajo de la OTAN. 

A fines de marzo, el comandante del Comando Central de Estados Unidos, el general Joseph Votel, mencionó en Washington incluso la posibilidad de que los rusos estuviesen suministrando armas a los talibanes. Un diplomático occidental en Afganistán confirmó que existen "armas en el campo de batalla que antes no se veían".

La propia Rusia no ha dejado de asegurar que son acusaciones sin fundamento, maniobras de despiste de Estados Unidos tras fracasar estrepitosamente en Afganistán. Sí, Moscú está en contacto con los talibanes para intentar movilizarlos a favor de conversaciones de paz, según ha subrayado el presidente Vladimir Putin. 

La ayuda militar a Moscú para los talibanes sería devastadora para el Gobierno afgano. Tan sólo en 2016 los talibanes mataron a más de 6.000 policías y soldados. En muchas provincias controlan amplios territorios y en breve pondrán en marcha su ofensiva en primavera, como cada año en esta época. 

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