La soledad elegida, una tendencia al alza

07 / 12 / 2016 Macu Llorente
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Las casas con un único habitante crecen en el mundo. Cuando el dinero nos lo permite preferimos vivir solos.

A veces es bueno que el hombre esté solo. En los últimos cincuenta años el incremento de hogares ocupados por una sola persona ha crecido, un fenómeno propio de nuestro tiempo que tiene un alcance global, y de esta epidemia no se libran ni los países en vías de desarrollo. A más dinero, más soledad, como demuestran las cifras en China, India o Brasil, donde las casas de una sola persona crecen al mismo ritmo que sus cuentas corrientes. Y es que cuanto más fuerte es la economía, más número de personas eligen vivir solas.

En países como Alemania, Francia, Reino Unido o Japón, en torno al 40% de las viviendas están ocupadas por una sola persona, cifra que se eleva hasta el 50% en ciudades como París y que incluso se dispara hasta el 60% en Estocolmo. Y aunque en Estados Unidos las cifras no son tan elevadas como las del Viejo Continente, hay ciudades como Atlanta, Seattle o San Francisco donde el 40% de las casas solo cuentan con un inquilino. También las viviendas con una sola persona se han incrementado en España, donde, según el Instituto Nacional de Estadística, hay un 25% de hogares unipersonales, de los cuales un 40% corresponden a personas de 65 o más años, siendo mayoría en esta franja de edad las viviendas con mujeres, mientras que las casas habitadas por menores de 55 años suelen ser de hombres. Y aunque predominan los hombres solteros y las viudas en estos hogares, el número de mujeres que viven solas ha crecido en un 2,6% en el último año.

Ruptura de la pareja o dificultades para formarla, así como la elección de un espacio de libertad propio son algunas de las principales razones que llevan a los individuos a elegir vivir solos. Más allá de las ventajas evidentes y que saltan a la vista, como que no haya que repartir las tareas del hogar, ni siquiera compartir cajones y armarios, o no tener a nadie que controle los horarios ni el mando a distancia, existen también otras desventajas con las que hay que lidiar: enfrentarse solo a todos los gastos o llegar a casa y no tener a nadie con quien compartir nuestras luchas diarias, algo que según los expertos ayuda a reducir los niveles de estrés.

Cada uno en su casa

Los tiempos han cambiado, y mucho, y gracias a Internet y las nuevas redes sociales vivir con uno mismo no es necesariamente sinónimo de vivir en soledad, incluso para algunos es algo necesario. Si en la época de nuestras abuelas el camino hacia la plenitud y la felicidad pasaba por vivir en pareja, ahora los lazos sociales parecen haberse reinventado. Mucho tienen  que ver en esto los abanderados de la vida single, decididos a montar su vida a su manera, con todos los beneficios que ello conlleva. Solteros por vocación decididos a vivir el presente y no complicarse demasiado la vida, sin renunciar, eso sí, a un círculo de amigos, pareja y vida social en los que apoyarse. En esta línea se expresa el sociólogo norteamericano Eric Klinenberg, de la Universidad de Nueva York, para quien estar solo significa disfrutar de relaciones de más calidad. En lo que parece que casi todos nos ponemos de acuerdo es en que la soledad elegida es mucho más satisfactoria que estar mal acompañado. En nuestra sociedad cada vez más parejas eligen una fórmula de relación que no conlleva necesariamente compartir techo. Cada uno en su casa, seleccionando los momentos que se quieren compartir es para algunos garantía de que la relación sea más duradera. No hay que olvidar que con los años la convivencia se hace más difícil e incluso demasiadas manías aparecen en el horizonte torpedeando y echando por tierra muchas relaciones. De esta manera, juntos sí, pero cada uno en su casa parece ser una solución que salve las parejas y que algunos ya han puesto en marcha.

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