Prohibido no tocar

 El mérito de Granada es que, a pesar de los múltiples obstáculos que existen para llegar a ella (ya lo escribí en estas páginas), recibe cada año más de 2,5 millones de turistas de todas partes del mundo. A la ciudad nazarí solo le falta que sus dirigentes políticos la promocionen como se merece y los granadinos sepan venderse tan bien como los sevillanos. Lo necesita, más que por cuestiones de orgullo o estética, porque el turismo representa el 10% del producto interior bruto para España. El patrimonio de Granada, además de La Alhambra, el Generalife, el Albaicín, Sierra Nevada o la Costa Tropical, tiene una veintena de museos, la universidad más solicitada por los Erasmus europeos, el Centro Federico García Lorca, la sede del Archivo Manuel de Falla y el Parque de las Ciencias. Este último acaba de cumplir 20 años, está considerado como uno de los mejores del mundo y es el más visitado de Andalucía. Hace unos días, la presidenta andaluza, Susana Díaz, inauguró el Biodomo, el nuevo pabellón del parque científico, en el que se ha instalado un acuaterrario y un jardín botánico con 250 especies, que simula el ecosistema de las selvas tropicales, con el fin de mostrar la educación ambiental, la conservación de la biodiversidad y la investigación científica. Nada que envidiar a los que existen en Berlín, Montreal y Gotemburgo.

Visité esta semana el Parque de las Ciencias y me quedé sorprendida del éxito que tienen las exposiciones, quizá porque su lema más innovador es “Prohibido no tocar”. Al contrario que en la mayoría de las instalaciones o museos, se reclama interactividad. Imposible recorrer en una sola visita los 70.000 metros cuadrados, pero tras el Biodomo y contemplar la mayor maqueta del Titanic, me detuve a visitar uno de los pabellones más interesantes, el de Cultura de la Prevención, el único existente en España y uno de los dos grandes espacios dedicados a esta temática junto a la DASA de Dortmund en Alemania. Hoy, además, en coproducción con Alemania, el parque alberga la exposición temporal SOS. La ciencia de prevenir. No solo sugiero una visita exhaustiva a la exposición para aprender cómo prevenir la cantidad de peligros a los que estamos expuestos en la vida cotidiana, sino que interactúen todo lo que puedan para sentir infinidad de sensaciones. Les animo a que experimenten el vértigo desde un andamio, los decibelios de determinados ruidos, un accidente aéreo, el terror que se produce tras un terremoto de gran magnitud o en el interior de un coche que da una vuelta de campana. Cuando terminen de experimentar la percepción de estos y otros muchos riesgos, no se pierdan el resto de los pabellones, que permiten realizar desde un recorrido por el cuerpo humano a un apasionante viaje por el universo. Y es que he vuelto a recordar “que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”.