MRB, en su mejor momento y con el mando en la mano

Dicen que fue un lapsus. Algunos creen que fue un acto fallido. Muchos, que una confusión. Otros, que un aviso para navegantes. Pero, al margen de todas estas opiniones, la verdad es que la frase pronunciada en la cena de Navidad del PP sorprendió a la plana mayor del partido. Vino a decir que todo estaba preparado y que las elecciones serían pronto. ¿Pensaba en un adelanto electoral a partir de mayo? ¿Era una advertencia a un PSOE descabezado y dividido, de que podían cogerle las elecciones con el paso cambiado y sin un candidato consolidado? Durante días crecieron las especulaciones, mientras se aprobaba el techo de gasto, con el voto a favor de los socialistas, primer paso para el visto bueno de la Cámara a los Presupuestos Generales del Estado si se conseguían los votos del PNV y no se paraban las enmiendas a la totalidad del PSOE.

Tanto era el ruido, que el propio presidente del Gobierno, ante el desconcierto de los suyos, tuvo que volver a pronunciarse sobre el tema para, desde Bruselas, anunciar que no tenía la menor intención de adelantar las elecciones: “No contemplo elecciones generales en 2017. Lo que quiero es que esta legislatura dure cuatro años, que es lo que da estabilidad, seguridad y certidumbre”, afirmaba Mariano Rajoy. En ese sentido, prometía hacer “lo posible y lo imposible” para que la legislatura dure cuatro años y las Cortes no se disuelvan “hasta 2020”. “Es lo más serio, razonable y sensato” insistía, para disipar cualquier duda. Frente al Rajoy improvisador de Torrejón, salía el Rajoy previsible de siempre.

La realidad es que, desde su investidura en octubre, él tiene el aparato de mando y en cualquier momento puede cambiar de canal. Por otra parte, conoce perfectamente la situación del resto de los partidos y, aunque no tiene encuestas realizadas por el partido, tiene información de fuera de que el PP sigue su tendencia a la recuperación del voto perdido, frente a la estabilización o el descenso del resto de las fuerzas políticas. No es que la situación económica y política haya mejorado sustancialmente (Eurostat acaba de alertar que 2,9 millones de los españolas menores de 18 años, un 34,4% del total, están en riesgo de pobreza o exclusión social), aunque el último informe del FMI reconoce que “la economía española ha continuado con su impresionante recuperación y vigorosa generación de empleo”.

En su análisis de España, el FMI insiste en que el país tiene que seguir en el camino de las reformas para cumplir los objetivos de déficit marcados por la Comisión Europea, y a los que se ha comprometido el Gobierno español, que de todas formas puede sentirse satisfecho del balance y de las recetas aunque estas no sean compartidas por la oposición. La economía crecerá este año un 3,2% para moderarse el año que viene con un 2,3%, por encima de la media de la Unión Europea. El FMI reconoce que la recuperación es fruto de las reformas que ha llevado a cabo el Gobierno de Rajoy.

Con este buen balance, con el mando en la mano para cuando quiera cambiar de escenario y con la admiración de su querida canciller Angela Merkel, el presidente español no solo se encuentra en uno de sus mejores momentos, sino que pretende presentarse como garante en Europa de la ola antisistema que parece querer terminar con los valores de la UE. Para la canciller alemana, Rajoy es, en estos momentos, una garantía de estabilidad en Europa después de la dimisión del italiano Matteo Renzi, el abandono del francés François Hollande (que no se presenta a la reelección), el crecimiento de los partidos antisistema y el brexit.

El interés europeo por arropar a Rajoy se ve en la lista de visitantes recientes a Madrid. Antes de Jean-Claude Juncker pasó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. “España crece más, pero todavía es vulnerable. Pero lo fundamental es que está saliendo rápido de la crisis porque ha hecho mis reformas estructurales”, resume Draghi.Rajoy celebra los pronósticos positivos y no para re recordar que cuando llegó a La Moncloa España era el enfermo de Europa y hoy, en medio de los populismos “y a pesar de Podemos”, España es un ejemplo de que los extremismos están contenidos y que hay que fortalecer el bipartidismo. Por eso tiene interés en llegar al mayor grado de acuerdo con el PSOE, al que quiere apoyar para evitar un crecimiento de Podemos. Ha acordado el techo de gasto con los socialistas y ha aceptado su propuesta de aumentar el salario mínimo interprofesional un 8%. Y en lo más complicado, la reforma de la Constitución, ha llegado a los primeros acuerdos con Javier Fernández, que preside la gestora socialista. Ambos dirigentes coinciden en que ese proyecto de reforma deberá ser “prudente” si al final se aborda, y empezar por el apartado territorial sin tocar de ninguna manera su artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. PSOE y PP coinciden en dejar fuera del debate constitucional la unidad de España, el reconocimiento del derecho de autodeterminación y la monarquía, es decir, todo lo que suponga, como pretende Podemos, abrir un nuevo periodo constituyente.