Los planes de Rajoy y las cláusulas anti Podemos

15 / 02 / 2016 Jesús Rivasés
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Mariano Rajoy, a pesar de todo, sí tiene un plan, que contempla nuevas elecciones, el sorpasso de Podemos al PSOE y que él y el PP vuelvan a gobernar. Mientras, los despachos de abogados preparan para contratos de grandes operaciones cláusulas preventivas por si Podemos entra en el gobierno.

Primero: Mariano Rajoy no se rinde, aseguran sus más fieles y quienes defienden, por convicción o por interés, que de todo hay, al todavía inquilino de La Moncloa. El líder del PP se ha enrocado, afirman con pesimismo y mucho de fatalidad resignada, quienes le critican desde dentro del partido que encabeza. Los defensores del jefe de los populares advierten a los díscolos que den la cara y que quién proponga sustituir a Rajoy que presente una alternativa, mientras repiten, como una especie de mantra: “Ha ganado las elecciones”. Los críticos asienten, pero añaden que, como eso es probable que no sea suficiente, tampoco sirve para nada, especialmente si pierden el Gobierno. Eso sí, prietas las filas, nadie esgrimirá ni tan siquiera un alfiler frente a Rajoy mientras ocupe el despacho de presidente del Gobierno. El día después, cuando llegue, está pendiente de autor.

Segundo: Mariano Rajoy tiene su propio plan. El gran hándicap, y lo sabe y por eso confía en el tiempo, es que no depende de él mismo. Es la ventaja de Pedro Sánchez, que puede decidir y, por otra parte, de Pablo Iglesias, de quien también depende en última instancia que haya repetición de elecciones, algo que, sin embargo, todos afirman que quieren evitar, incluso Íñigo Errejón, que ha sido claro: “No deberíamos ir a nuevas elecciones. No es un desastre, pero no es deseable y, sobre todo, no es necesario”, declaró en el diario El País. Hay, es evidente, vértigo electoral. Sánchez no tiene garantizado repetir como candidato y nadie, digan lo que digan las encuestas, mejorará sus resultados actuales. Además, en Podemos andan escasos de fondos para otra campaña.

Tercero: el plan de Mariano Rajoy sí contempla nuevas elecciones, pero tiene dos partes. La primera consiste en insistir en su oferta de Gobierno presidido por él, sustentado por Albert Rivera y sus Ciudadanos, y con la abstención del PSOE. Es imposible y lo sabe, pero machacará con la idea hasta donde pueda. No tiene prisa y está convencido de que el tiempo juega a su favor, aunque la situación del PP en Valencia –con la que no contaba ahora– lo complica todo, especialmente la actitud de Rita Barberá, emboscada en ese aforamiento que la protege, por si acaso. Los más escandalizados en el PP, que ya no creen en paños calientes, comentan que “si Rita, como ella dice, no tiene nada que temer, tampoco tendría que tener ningún problema para renunciar a su escaño en el Senado”. Añaden que, además, lo ha obtenido por designación autonómica y no en las urnas, lo que significa que todavía se lo debe más al partido.

Cuarto: el todavía inquilino de La Moncloa insiste con quienes habla en que “no voy a abandonar a mis votantes”. Sus cálculos prevén nuevas elecciones en las que, claro, volvería a ser el candidato del PP. Nadie lo intentará impedir en su partido, aunque su figura cada vez despierta menos entusiasmo y despertará aún menos si fracasa. No consta que Rajoy sea un lector habitual de Gregorio Marañón, pero sin duda coincidirá con la cita que atribuye al conde-duque de Olivares, Gaspar de Guzmán y Pimentel (1587-1645), quien, con toda su experiencia a cuestas, afirmaba que “al que vence se le perdonan los más graves defectos y al que fracasa se le niegan hasta las virtudes más notorias”.

Quinto: Mariano Rajoy, que quizá sí se acuerda del consejo de otro gallego, el desaparecido Pío Cabanillas Gallas, convencido de que “a menudo, lo más urgente es esperar”, aguarda el fracaso del proyecto de investidura de Pedro Sánchez. Si el líder del PSOE no se convierte en presidente del Gobierno, las nuevas elecciones están servidas. Es el momento que espera el líder de los populares. Calcula que la nueva cita con las urnas traiga consigo el sorpasso de Podemos al PSOE, lo que convertiría a Pablo Iglesias, con esmoquin o con camisa de camarero, en la prima donna de la izquierda y obligaría a Pedro Sánchez a conjugar el verbo dimitir en presente de indicativo. El resultado electoral –según las previsiones de Rajoy– tampoco facilitaría la formación de mayorías y para que Iglesias fuera investido necesitaría los votos del PSOE. Si los socialistas pactan con Podemos en inferioridad de condiciones, el jefe del PP cree que darían el primer paso para su desaparición. Por eso, el todavía inquilino de La Moncloa está convencido de que el sucesor o sucesora de Sánchez, por supervivencia, no tendría más remedio que mirar hacia otro lado y permitir que Mariano Rajoy siguiera al frente del Gobierno. Puede parecer rebuscado y complicado, pero es el plan del jefe del PP que, entre otros, tiene el problema de que no depende de él.

Sexto: los grandes despachos de abogados de Madrid, que intervienen en importantes operaciones corporativas de fusiones y adquisiciones, han empezado a incluir una cláusula muy especial en los contratos a petición de sus clientes. La cláusula en cuestión estipula que la operación no se concluirá –incluso en algunos casos se revocará– en el caso de que Podemos forme parte del futuro nuevo Gobierno español. La cláusula preventiva anti Podemos incluye variaciones y matizaciones según el despacho y los intervinientes, pero la música es la misma. Si Podemos gobierna no hay operación.

Séptimo y último: Rajoy todavía cree que todo es posible y repasa a Churchill: “Nunca, nunca te des por vencido”. 

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