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De victoria en victoria hasta la derrota final...

01 / 06 / 2015 Jesús Rivasés
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Problemas para el PP, mientras la vieja guardia enfila la retirada. Aguas revueltas también en el PSOE, con los riesgos, y son bastantes, de los pactos, tan poco queridos como inevitables con podemos y sus satélites

Mariano Rajoy y el PP ganaron con una mayoría espectacular las elecciones generales de noviembre de 2011, tras la era de José Luis Rodríguez Zapatero, que dejó al PSOE en una crisis de la que todavía no se ha recuperado. En la primavera de 2012, en Andalucía el PP liderado por Javier Arenas ganó las elecciones, pero no obtuvo mayoría absoluta y no pudo gobernar, con lo que la victoria dejó de serlo. Hace ahora un año, en las elecciones al Parlamento Europeo, el PP volvió a ser el partido más votado, aunque se dejó muchos cientos de miles de sufragios por el camino, al mismo tiempo que irrumpían los leninistas bolivariano-digitales de Pablo Iglesias, que deben su éxito a que en la Izquierda Unida de Cayo Lara no quisieron incluirlos como candidatos. El domingo 24-M, en esas elecciones autonómicas y municipales que algunos quieren comparar con las de 1931, que significaron el fin de la monarquía de Alfonso XIII, el PP de Mariano Rajoy, sí, ha vuelto a ganar, a ser el partido más votado, lo que no impide que las huestes populares hayan sufrido un varapalo descomunal que les hace perder la gran mayoría del poder territorial y municipal que ostentaban. Si hay algo parecido a una victoria pírrica, la última del PP resulta casi un calco. La historia de Pirro (318-272 a. de C.), rey de Epiro, parece muy actual. Considerado como uno de los mejores generales de su época, fue también uno de los principales rivales de la República de Roma, a la que venció en el campo de batalla en dos ocasiones seguidas, pero a costa de tales pérdidas que finalmente fue derrotado definitivamente en la batalla de Benevento (275 a. de C.) por el cónsul Mario Curio.

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