Rocío Jurado no dejó herencia a sus nietos

Mientras Juan de la Rosa, su hombre de confianza, no se atreve a visitar o controlar la tumba chipionera “porque todavía no acabo de creérmelo”, parece haber sentado bien lo testado por la cantante. Aparentemente –aunque las apariencias engañan– satisface a todos. No se escapa nadie sin su respectivo legado; a Ortega le deja su parte deYerbabuena, ganadería incluida, aunque todavía no salen toros bravos y todo se queda en buenos novillos. A su hermana Gloria, casi un ama de llaves controladora y eficaz, le corresponde “el chalé de mi abuela Rocío”, últimamente agrandado con dos apartamentos superiores donde el último verano se alojó Mari Carmen, la hermana peluquera del mataó. Es su principal punto de apoyo y el hombro que no engaña, ante lo que está sufriendo ya casi émulo de Juana la Loca llevando a Felipe el Hermoso en funeral inacabable. Tantos adioses sentidos suponen ahondar en herida que, con tanto réquiem, no hay manera de cicatrizar. Tras las exequias en Chipiona con entierro incluido y lo multitudinario de La Almudena, lo último fue en Miami con El Puma, Gloria Estefan y la temperamental Olga Guillot de luto riguroso pese a las calores. También, como no, la entregada Lourdes y una Elenita Tablada ignorante de faenas que pudo hacerle a Rocío su tío Rafa Lozano cuando intentó representarla artísticamente pretendiendo transformarla en algo sofisticado y muy jet. Lo contrario de lo que sentía y era Rosío, menudo ojo. Lozano cobraba un pastón por mejorarle la imagen y a su gestión se deben las fotos más demoledoras de la añorada subiendo a un yate en Ibiza. Un reportaje hecho a traición.

Y lo mismo valoran, calibran y aquilatan que Amador y Rosa tengan por voluntad de su hermana una nave industrial en San Sebastián de los Reyes de 1.300 metros y parte del huerto de naranjos en Chipiona, conocido como Los Pinos, donde hemos tomado más de una paella dominguera porque ella era muy de mantener tradiciones. Y a su ahijado Fernando, gemelo de Rosario, otra más céntrica en San Sebastián de los Reyes de 300 metros La familia forma piña a su alrededor. Para el fiel secretario De la Rosa va el chalecito adosado de dos plantas con terraza dominadora donde dormí más de una vez. Comprado por deseo de Carrasco, lo pusieron a nombre de una sociedad y Juan lleva veinte años como usufructuario. Algunos temían lo peor, alguna maniobra descolocadora reclamando semejante patrimonio valorado en 60 millones. Y Amador tenía preparada la batería del contraataque que, afortunadamente y por evitar que la sangre llegase al río, no tuvo efecto:

–Como alguien reclame lo de Juan –el tito Juan que prácticamente crió a Rocío Carrasco– me lo como crudo.Por ahí no estoy dispuesto a pasar, me dijo olvidando las buenas maneras. Porque una cosa es la imagen pública, lo que unos y otros sueltan compungidos ante los medios, y algo muy diferente la realidad de lo que unos opinan de los otros. La estampa de familia unida, apiñada y compacta fue consecuencia del comprensible dolor público. Una fachada blanqueada como aquellos sepulcros.

El reparto

Vaticino que desde ahora ya es historia semejante y dolido agrupamiento mientras surgen voces desafortunadas cuestionando lo dispuesto o legado por la cantante; su hija Rocío como heredera universal mientras a los adoptados colombianos –que bastante tienen con lo de su padre, el torero– les deja la tercera parte del chalé de la Moraleja, algo oscilante en unos 500 millones de pesetas según valor actual. Como la hija de su madre tiene casa propia, está en su intención, acaso recogiendo la voluntad materna, desprenderse de él antes de un año y repartir el producto. Nadie discute el casi derecho de propiedad de Gloria, la hermana pequeña convertida en mayor del trío Mohedano-Jurado, que disfrutaba del céntrico y conocido edificio chipionero con terraza escaparate. Al vivir en Sevilla, lo visitaba con frecuencia, especialmente en verano. Era lo que más podía satisfacerle, aunque suponen que algo le caerá por generosidad de su sobrina Rocío de los incontables, y carísimos, abrigos de piel a los que Rocío se aficionó en los últimos tiempos. Su hija, aparte el dinero, tampoco mucho, que pueda haber en las cuentas corrientes, también merece el apartamento de la miamera Brikell Avenue, un penthouse sobre el mar en el mejor distrito financiero de la zona. El apartamento que poseía en la parte alta de Collins, comprado hace ocho años, a poco de unirse a Ortega Cano, va al matador. Allí hicieron memorable su terraza con una discusión a sartenazos casi gag de película cómica.

–No se entiende –objetan– que no haya equilibrado y repartido más justamente entre los tres hijos, la biológica Rociíto y los llegados en adopción desde Colombia. Rocío deja lo más importante de sus bienes a la Carrasco, la variable niña de sus ojos a la que defendió en múltiples errores de juventud, una juventud en manos de otros que le permitían cualquier capricho. Rocío batalló por no verla unida y casada con un Antonio David, que, de creer a las vecindonas, podría subir a los altares tal y como están las cosas.

–¿Qué les dejó Rocío a tus hijos, Ro y David, sus únicos nietos, por los que hubiera dado la vida?

–De momento no me han comunicado nada. Y tampoco me importa –me dice el ex guardia, hoy largón televisivo. No les dejó nada para que así Antonio David no pudiera beneficiarse.

Todos se preguntan qué harán o qué destino recibirán los trajes de actuación, especialmente las aparatosas o elegantes batas de cola firmadas por Lina o el Justo Salso que la ponía como una ola, tal era la ligereza de sus volantes. Apilados rebosan el sótano de La Moraleja, junto a la piscina de invierno que casi nadie utilizó porque son poco dados al remoje doméstico. Podrían servir de base a un futuro museo, cada modelo va ligado a una canción.

Por lo demás, sin novedad o casi. Rivera Ordóñez ya convive con Blanca Martínez de Irujo con lo que pierde puntos ante su ex suegra Cayetana Alba, tía de su actual. Que lío de familia, parejo al festín que Carmen Martínez-Bordiú y José Campos montan en Santander como aperitivo a su debú de pareja trincona, el 14 de julio –fiesta nacional francesa– en Palma y para Porcelanosa. El cántabro se apunta al dinero fácil. La nietísima es buena maestra y él, alumno aventajado. Y todavía preguntan a qué dedica el tiempo libre. En Santander te informan dando pelos y detalles de sus actividades empresariales.

Celebraciones

Kenzo convocó a gala estival tal si fuera la noche de los muertos vivientes, porque lo mismo juntó a Paquita Torres, que este año celebra los 40 de su elección como Miss España, con la recién casada Raquel Navamuel o Raquel Rodríguez con hijo recién nacido, mientras Manu Tenorio posó con su novia periodista, aunque no olvide a la Marisa Jara ahora embelesada con los taconeos y desplantes de Joaquín Cortés. Adriana Domínguez, hija del que declaró la arruga bella, fue con refrescante pantalón de aire thai, y Sergi Arola –con restaurante rompiendo en la mexicana Playa del Carmen, hay cola en el Occidental Hideaway con exhibición gastronómica recién inaugurada– mostró la camiseta más provocadora de la noche. Verushka embelesó con su chico de Caiga quien Caiga, y María Reyes con María José Besora como salidas del baúl de los recuerdos. Se comentó aviesamente la cursilería rosada de la señora Kirchner en su visita oficial a Madrid (¡y luego decían de la ya inmortal Evita!) ante una Lucía Etxebarría con más kilos, el colocado rompecorazones Paco León, un José Ramón Villar resurgido con sus sudores de siempre y Carolina Ferre tocando madera cuando le plantean si vuelve con Buenafuente. Es, o tal parece, la peor experiencia sentimental de su vida. Un trauma de la guapa, algo increíble que quizá un día desvele. Y Judith Mascó promocionó zapatos mientras la imponente Hilary Swank es nueva imagen, radiante y comunicadora de Guerlain.