Metralletas en el cumple de Mario Vargas Llosa

05 / 04 / 2016 Jesús Mariñas
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El Nobel de literatura celebró su 80 aniversario en un histórico y desacostumbrado fiestón. La Policía Nacional bloqueó con tres furgonetas el hotel donde se celebraba el acto. Lo nunca visto hasta ahora.

Pareció página más digna de La ciudad y los perros que su exaltación amazónica de La casa verde. Son lo mejor del novelista que cumplió 80 con exclusiva. “Lo mejor de mi vida eres tú”, casi puso música rendido a esta incansable reina de corazones que le cedió todo el protagonismo que ahora se reparten causando saciedad, repetición y hasta un generalizado hastío que no entiendo. Y decíamos de Camilo José Cela y la manipuladora Marinita. ¡Ya le gustaría a la coruñesa parecerse a una Isabel Preysler que lo supera todo! Hasta las arrugas ahora atenuadas en codos y entrecejo. También refresca y conserva la galanura de Mario celebrando aniversario madrileño el mismo día que Amancio Ortega. Lo hizo modestamente en La Coruña por él tan adoptada como Madrid por el peruano. Bien lo magnificó Esperanza Aguirre. “Aquí, con nosotros, es donde Mario eligió vivir con Isabel”. Costó digerir ver el pretencioso pero feísimo hotel bloqueado por tres furgonetas de la Policía Nacional. De qué iba la cosa ante tal despliegue casi bélico, los de azul con metralletas en la mano que tienen un cargador transparente. “Es que son desechables”, me indicó uno de los que controlaba.

Expresidentes de fiesta

 Felipe González, apurado por su esposa Mar que con abrigo felino tiraba de él, le impidió posar como deseaba, en contraste con José María Aznar componiendo estado plácido con Ana Botella, a la que pasó el brazo por la cintura. Muy tierno. Mario no lo hizo con Isabel y casi evitaron el tic de cogerse la mano. Ella iba espectacular en blanco marfileño de gasa y encaje casi puzle que entremezclaba cuello redondo de pedrería que repetían zapatos y borde de falda rematada en flecos. Era de Andrew Gn y los pendientazos, de Rabat. No le quitaron ojo Anson, Jiménez Losantos de epatante cochazo, Antonio Garrigues Walker y Gregorio Marañón. Tampoco un Plácido Arango encorvado, mientras Cayetana Álvarez de Toledo repasó el receñido pantalón –el único de la fiesta– de Lola Carretero, la guapa esposa de Iñaki Gabilondo.

La expopular enfrentada a Mariano Rajoy observó el aire tímido de Albert Rivera. Mariona Saperas, de socorrido negro, aún no entiende estos despendoles capitalinos, le cuesta digerir tamaño escaparatismo.

No se vio a las íntimas isabelinas, tampoco a sus hijas Tamarita y Ana. Raro. Ausentes sus hermanos destacó Álvaro Vargas Llosa, que glosó del festejo nada en el alarde que esperábamos. Destacó la elegancia de la madre de Leopoldo López y el buen humor de Sebastián Piñera, expresidente chileno, a quien la prensa pedía su nombre. Lo comprendió y no se escondió, como tampoco lo hicieron los opositores castristas Carlos Alberto Montaner o Yoani Sánchez. La niña Boyer ya ni argumenta que dejó su casa materna para convivir con Fernando Verdasco. Fue su disculpa para dejarles campo libre y espacio con nueve baños a su amor creciente y ya duradero.

Falló hasta la a veces inevitable y sola Elena Benarroch, y eso que estaba su íntimo Felipe. Tal ausencia de vips locales: de Marisa de Borbón a Nuria González, de luto porque en Palencia acaba de morir su padre. La cubrió Mirian Cortina con Alfonso. Sobre un negro impecable de la alta época Valentino, nada que ver con el folclore actual, destacó su baguette verde Irlanda menos jaspeada que la más grande de Ana Botella. El cariñoso gesto inhabitual de su marido Aznar remarcó la corta chaquetilla de visón blanco que lució la risueña exalcaldesa sobre traje rojo.

Preguntábanse por qué faltó la forever adorada del Nobel, Aitana Sánchez-Gijón, compañera y musa escénica incluso en La Chunga, actualizada en el Teatro Español con añadidos eróticos. Naty Mistral la estrenó en noche memorable de hace 30 años que realzó la Preysler. Entonces ya se preguntaron pasmados qué pintaba allí. De aquel polvo estos lodos. La Botella impuso reponerla como casi todo su desconocido teatro. Remató El loco de los balcones, otra repetida nostalgia limeña, con un nada creíble José Sacristán y Candela Serrat debutando a lo grande. Al “¿y por qué no está Aitana?” respondían que “Isabel no descuida nada. Dice adorarla, pero la evita”. Fue disculpa que enarcó cejas en Rosa Díez, Álvaro Pombo y Pablo Casado. Ellos fueron los más comprensivos con los medios ateridos en la calle ante guardia pretoriana nada literaria.

La chica Ipanema

  Tal bélico control despistaba sobre el trasfondo de la reunión. No llegó a los 400 previstos, menos aún a los 800 que imaginaron. Destacaron los expresidentes Álvaro Uribe, Andrés Pastrana y la señora García-Margallo, de abrigo excesivo en raso turquesa más propio de Palacio Real que de fiesta hotelera. Se habló de todo: empezaron con el fichaje de Ana Boyer, nunca Anita, como “chica Ipanema” para la que carece de imagen sexy, glamurosa y tentadora. La primera fue, esa sí, cousa linda que es Gisele Bündchen seguida por Sara Carbonero y la tan sinsustancia Clara Lago. Salvo su tenista, nadie ve a Ana Boyer como embajadora de la sensualidad merengue. Es muy urbana y no seduce como su hermanastra Tamarita.

Una pequeña tarta achocolatada con dos velas hechas 80 remató la cita. Un cumple que no dio para mucho englobado en lo que ya se conoce jocosamente como “año Vargas Llosa”. Un no parar copando portadas compartidas. ¿Cuál aguantará más? Apuestan. Atención y morbo ya relativizados al convertirse en costumbre.

Entre copa, libros y brindis, repaso a la Semana Santa desapacible: desde la ennoviada con Huéscar,Silvia Palazuelo, increpando a la prensa yendo al Teatro Real al Ave María hecha saeta que Ainhoa Arteta cantó a la Macarena antes de que Susana Díaz la llevase ante la Esperanza de Triana a la que José Manuel Soto dedica sevillanas. Silvia Jato contó a Verino que en TVE la rechazan por su amor con Albert Fabra.Marisa Jara brilló en el estreno de Buenafuente con Cerezo, Cecilia Gómez, Marta Hazas, la irreconocible Paloma Lago, Mónica Martín Luque y María José Suárez. Morante dio otra espantá el Domingo de Resurrección ante una Nieves Álvarez que sigue o persigue a José Mari Manzanares. Acaso desde su burladero los retrató Mario Testino. Pedro Trapote lo vio disfrutar comiendo con los hermanos Medina en Puerta Grande. Era preferido por Curro Romero y Cayetana. El nuevo duque de Alba se abre y abre Las Dueñas, que batió récord de visitas.

Además, impactó el tema de la posible venta de Freixenet a una empresa alemana. Sorpresa, susto y casi soponcio ante trasvase donde algunos ven hasta política, por la oposición de su presidente José Luis Bonet a las pretensiones independentistas. Si rematan lo más que rumor, despedimos una cita de spots navideños también historia del cine desde que en 1977 los inició Liza Minnelli tras Cabaret. Lo cantaron Montserrat Caballé y un Plácido a punto de homenaje merengue en el Bernabéu de sus desvelos. Lo bailaron la hoy mística Shirley McLaine, recogió las piruetas de Nacho Duato, Ángel Corella y Godunov aprovechando su romance con Jacqueline Bisset. Paul Newman aportó sus míticos ojos verdes sin brillo de faca. Con Anthony Quinn juntó en Venecia a las entonces relevantes Sofía Mazagatos, la aún imponente Juncal Rivero y una Mar Flores que con sus retrasos cabreó al actor mexicano.

Una separación anunciada

Hoy parece que por fin se separa de Javier Merino, o tal circuló en días de pasión nada propicios al recogimiento. Sería la crónica de una muerte anunciada desde que, años atrás, lo dejó, y se enredó con Fernández Tapias, a quien abandonó cegada por Lecquio. Escandalazo en su tiempo. El vigués se consoló con Nuria González, más hermoso paño de lágrima hoy su esposa tras Chiqui y Juana. Para un folletín.  También surtiría de anécdotas chispeantes como la seducción de Kim Basinger recibiéndonos en San Francisco, Demi Moore entonces empezando con el director, el reestirado y maleducado Pierce Brosnan, en cena Freixenet montada en el hortera Maralago que Donald Trump posee en Palm Beach. Empapado de humedad y humos, se negó a valsear con Pilar Ferrer, la anfitriona. Fue oportunidad lanzadora de Alejandro Sanz y David Bisbal,Bigas Luna hizo casi pareja con la hoy casi sesentona Sharon Stone y Antonio Banderas unió al malogrado Christopher Reeves y la extinguida Inés Sastre tan empujada por una madre pareja a la de Maribel Verdú. Historias para no dormir.

El otro lado de unas chispeantes burbujas que alegraban el “Felices fiestas”. Ojalá no se evaporen. Con ellas brindo por la Cantudo, que mantengo en la reserva, tiene tela.

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