Lara Álvarez no teme que Fernando Alonso le imponga la ley del silencio

03 / 02 / 2015 Jesús Mariñas
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¡Gracias!

El piloto de Fórmula 1, poco amigo de airear sus amores, quizá no digiera que su novia haga declaraciones sobre su relación en un acto publicitario.

Los  Morancos convierten en hit el ¡Mangando, mangando!, seguido en Twitter por dos millones de fans. Lo de ¡mangando, mangando, ellos con dinerito y yo cortito, cortito! lo mismo denuncia a la ya auténtica legión de políticos corruptos, lo indignante del clan del ex presidentJordi  Pujol con doña Marta  Ferrusola contrita, o el asunto de la infanta  Cristina. Desoye a cuantos le piden que renuncie a sus derechos dinásticos. Felipe VI no quiere saber de ella, aunque mater dolorosa doña Sofía le hace llegar partes, situaciones y cerrazón ante lo que se les viene encima. Los jueces José  Castro, Pablo  Ruz y la exquisita Mercedes  Alaya serán glorificados como héroes o casi mártires de la patria en el más puro espíritu novecentista. Enardecidos corean el ¡mangando, mangando!:

“Los políticos de España

siguen sin temor,

mangando, mangando…

Y aquí no pasa ná,

Mariano, dónde están los brotes

verdes, Mariano ya.

Ellos con dinerito, y yo cortito,

cortito...”.

Suena a escarnecedora chirigota ahora que nos encontramos en vísperas carnavalescas. Cádiz y sus murgas centran sus coplas en el peliagudo y polémico tema y hasta el soso José  Manuel  Soto, tío político del Fran  Rivera que amenaza con volver a los ruedos, resucita su mayor éxito poniendo acidez en la blandenguería romántica que lo aupó en los años 80 del pasado siglo:

 

“Por ella, por la maldita crisis, no tengo gala. Y acabaré con el pico y la pala...”.

El himno más popular.

¡Mangando, mangando! se ha convertido ya en himno y estribillo populares con música de Enrique  Iglesias. El dúo sevillano desdramatiza con humor lo que resulta ser una situación esperpéntica, siguiendo lo reivindicado en su también popular ¡marica tú, marica yo! Corruptelas ya pan nuestro de cada día que nos sirven con el desayuno junto a un yogur que sigue teniendo a Lola  Herrera como entrañable y octogenaria –los cumple en días– imagen emblemática y convincente.

Ella con Héctor  Alterio han puesto una pica teatral en la catalanísima Barcelona y, trabajando en castellano, durante 40 días abarrotaron el elitista y catalanista Romea. Lo nunca visto, el magnífico José  María  Pou no lo consigue programando con gancho  y calidad en el Goya, único reducto de españolidad en cuyo escenario hace un siglo Carlos  Gardel realizó su debut español. Allí se hizo amigo del padre de Joan  Manuel  Serrat. ¡Mangando, mangando! Ya casi es clamor callejero, un colectivo todos a una ante la descomposición manipuladora de los partidos. Semeja canción protesta digna sucesora de las que en los años 70 crearon Raimon y el hoy calvísimo Lluis  Llach, entonces enamoradísimo más que teatralmente de José  María  Flotats. Vivían en la plaza de San Jaume esquina al carrer Ferrán, antes calle Fernando.

Evocar aquello de lo que fui espectador y vecino me vuelve al entusiasmo que veo en la gijonense Lara  Álvarez en doble debut: como nueva, y Dios quiera que duradera, pareja del dificilísimo Fernando  Alonso y presentando Todo va bien. Es programa contrapunto descacharrante al arreador El intermedio y del más circense El hormiguero. Lara aporta calidez profesional forjada a lo largo de seis años en las pistas de carreras. Hizo un buen rodaje con juventud y cautivadora sonrisa que prodiga sabedora. Encanto, bellezón, cintura estrecha y piernas largas que hacer perder los estribos y hasta el volante –mucho ojito con las curvas– al siempre displicente, borde, seco, presumido y antipático Alonso. Poco amigo de dar al viento sus amores, quizá no digiera que Lara lo hiciese aprovechando amadrinar en el circuito Jarama el nuevo Peugeot 208 GTI. Chocó su bienvenida. Aun siendo experta en flores, no se anduvo por las ramas:

“Con Fernando soy más feliz que en toda mi vida”, dijo. Tal afirmación propició que preguntase si no teme que Alonso le imponga la ley del silencio como el campeón hizo con Raquel  del  Rosario. “No creo que llegue el caso, me conoce y sabe que me gusta comunicar”, contestó.

“¿Lo profesional o lo íntimo?”, inquirí, y ella respondió: “Todo, no me muerdo la lengua”.

Choca que aún esté sin aclarar si Raquel fue su esposa, rollito de primavera o lío formal. Algo raro hubo, pero pedí a Lara precisión por su última pero reciente Nochevieja, parece que publicada en versión deformadora. Conociendo aquel festivo pero inaguantable patio neoyorquino, nunca entendí que, aun ciegos de amor, se metieran en el multitudinario agobio de Times Square. Lo padecí una vez y no más desde que hace veinte años elijo los rascacielos para despedir y entrar. Escapo de aquel bullicio y los días previos al nuevo año huyo del gentío, ya no estoy para jolgorios: “Me sorprendió veros, aunque no coincidiésemos. Y eso que el buen tiempo –frío con sol y sin lluvia, nada de temperaturas extremas o nevadas de dos metros como ocurrió hace cuatro años– invitaban al paseo. ¿Cómo se os ocurrió?”.

“Es que han contado lo que no fue. No llegamos a Nueva York hasta el 3 de enero, por eso pillamos una nevada. Veníamos de Las Vegas donde vivimos en el imponente hotel MGM”. Añado que es deslumbrante y pelín hortera alojamiento lleno de dorados donde se reproducen los montajes fílmicos de la mítica productora del león rugiente, enseña de la Warner del Hollywood dorado ya historia.

“Yo no conocía Nueva York y a Fernando le gustan Las Vegas, sobre todo sin competir. Aclaro que pasé Nochebuena en Gijón con mis padres” -su abuela ya no tiene la floristería La orquídea-.

“Pero fue alucinante lo que yo leía en Twitter: que si comí el turrón en Granada, que no piso hace un montón de tiempo, y hasta detallaban cómo presuntamente iba vestida. Increíble. O de risa, cómo inventan”.

Lara estuvo acompañada en este bautismo automovilístico por el bisoño Jesús  Castro, guaperas gaditano de El Niño. Marcando encías es presunta revelación del año cinematográfico. Aspira a un Goya igual que María  León como mejor actriz y es igual de cómica que su hermano Paco  León.

Festín de candidatos.

Macarena  Gómez, la Chihuahua en La que se avecina, marca mayor estilo indumentario que interpretativo. Espera su primer hijo y es íntima de Casiraghi porque su marido estudió con él en Suiza cuando aún era la gran esperanza de Mónaco.

La espléndida Carmen  Machi, que lo mismo divierte con Aida que leyendo La Celestina en la RAE, destaca como actriz de reparto junto a Nerea  Barros, Ingrid  García y Bárbara  Lennie, que acudió con pantalón pirata al festín de candidatos. En Dani  Rovira ven la revelación del año, mientras Javier  Gutiérrez, Raúl  Arévalo y Luis  Bermejo podrían resultar lo mejor en actores.  Los presentó Tony  Acosta, que pidió a Letizia que nuestros jóvenes Reyes vean cine español, sobre negra falda acampanada salpicada de flores. Compitió con el pijama dorado cual burbuja de Elena  Anaya, posible mejor actriz y el excesivo esmoquin negro de Goya Toledo, íntima de una cinematográficamente devaluada Penélope  Cruz. Ante tal olvido será próxima competencia de Alonso anunciando relojes Viceroy. Juan  Palacios, su propietario, siempre recurre a famosos y el debut lo hizo Carlos  Larrañaga en 1997. Le siguieron Antonio  Banderas, que pelea por sacar adelante la futurista Autómata. Es inasequible al desaliento y pasará a la historia su berlanguiana Crazy Alabama. Julio y Enrique  Iglesias, Richard  Gere, Elsa  Pataky, que no sale adelante, Alejandro  Sanz y David  Bisbal son otros que han posado para la casa Viceroy. A Jesús Castro lo pasean como veinteañera competencia desbancadora de mi ahijado Miguel  Ángel  Muñoz. Que hablando de coches o atropellos, quitó de la circulación a su madre, mi comadre la bruja Cristina  Blanco, que un verano en Marbella –lo viví y padecí– quiso enredarlo púber con la Belén  Esteban entonces delgadísima y ahora muy arrolladora en el alocado Gran Hermano VIP, donde quitó de en medio a la plastificada Olvido  Hormigos.

Bien por ella. A Cristina Blanco, que se forró consultada por la morería, antaño recurrieron huyendo del mal fario desde Belén Esteban al clan de los Fraile, familia de Alfredo, el hacedor de Julio Iglesias. Han perdido a su madre, Mary  Pepa, con 96 años que cumpliría el 31. Acompañando el duelo estuvieron José  María  García –inolvidable en el fútbol, donde creó estilo y escuela– y Pepe  Hidalgo, ufano por ganar la exclusiva de que los políticos viajaran y se hospedaran desde ahora con Air Europa. Eso ganan. Había competencia pero superó el salmantino rebajando las ofertas en 17 millones. Lo detallaba ante su barbudo hijo -ya no heredero-. Pepe Hidalgo enseñaba la cicatriz que Valentín  Fuster le ha dejado tras dos recientes operaciones cardiacas. Y seguimos con el cine. Es tiempo de Globos, Forqués, Goyas y Oscars. Y de estrenos vistosos incluso a media tarde, como el del musical Annie en versión cinematográfica. Es un supuesto enternecedor personaje que de niña creó la hoy insoportablemente cursi Sarah  Jessica  Parker que en septiembre inaugurará en la Quinta Avenida la imponente sala neoyorquina de Porcelanosa. Por cierto, Manuel  Colonques, un hombre a un tupé pegado, acaba de ser abuelo primerizo de un niño bautizado Andrés, y me desmiente que haya contratado en plantilla a Alfonso  Díez, el ya inexistente duque de Alba. Volvió a lo de siempre, retomó la medicina y es ejemplo de prudencia y discreción. En mi nuevo libro de cabecera, El cura y los mandarines, de Gregorio  Morán, descubro que en los 70 Cayetana fue atendida por el psiquiatra Castilla  del  Pino. Sanaría con Jesús  Aguirre y así superó su rollo con mi querido Jaime  Fierro, el sobrino de esa Cuqui ahora mimada por David  Meca. Fierro decoró sin reparar en gastos la casa de María  Teresa  Campos donde ahora Bigote prodiga risas interminables. Emparejados, Aguirre y Jaime fueron a Suiza para que les tratasen lo incurable, qué no sabré yo. Aunque podían haber recurrido a la bruja Cristina. Aún aletargados por la modorra navideña y con los pies suavizados por un nuevo rodillo que elimina durezas bien subrayadas por Vanesa  Lorenzo y Moncho  Moreno, hubo concentración de populares aniñados en la primera cita del año. Úrsula  Corberó estuvo tentadora tras apoyar lo nuevo de Tous ya tan cursi como Lladró.

Annie aterriza en España.

No quisieron perderse el estreno de Annie Fernando  Guillén; Eloy  Azorín, con barba; Poty, en completo familiar tras hacer en Miami, donde es ídolo, ¡Mira quién baila!; Emma Suárez, escondida con sombrero y bufandón en el aire friolero de Blanca  Marsillach mientras Lidia  Bosch, con mamá a cuestas, no se le desmande, llevó casera chaqueta de punto a medio muslo con aire garbancero, opuesto a la desafiadora visera de la por fin engordada Beatriz  Rico. Óscar  Higares lució familia numerosa y coincidiendo en cazadoras muy bluson noir. El marchoso Rafa  Amargo mostró michelines y José  Mota, ufanía tras haber batido récord de audiencia la pasada Nochevieja. Y eso que esto no es Hollywood aunque algunos lo pretendan.

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