Griñón y Preysler pactan sus bodas

26 / 04 / 2016 Jesús Mariñas
  • Valoración
  • Actualmente 5 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 5 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Carlos Falcó y su exmujer no quieren que sus enlaces con sus parejas actuales coincidan el mismo día para no poner en aprietos a su hija Tamara, que tiene lo mejor de cada uno: señorío, encanto, humor y belleza.

Todos con ganas de un “sí, quiero” rotundo y hasta desafiador de convencionalismos. Son una buena cosecha. Envejecen y reposan con energía, como los buenos vinos. Prodigan coraje, ganas de vivir y envidiada pasión juvenil. Empezó Cayetana poniéndose a España por montera conquistada por la entrega de Alfonso Díaz, que nunca presumió de duque como su histriónico predecesor Jesús Aguirre, que se refería a Isabel II como “la prima Lilibeth”. Teresa Campos siguió su aleccionador ejemplo con Bigote Arrocet. En mayo ya cumplen dos años de entrega mutua. Prodigan las risas y el buen humor, inteligente forma de relajar tensiones si surgen como piedras del camino. Después, la gallega Alejandra Silva creó morbo nacional con Richard Gere, ya sin facha de gigoló. Ahí están madurando enlace, tal hacen Isabel y Griñón, de acuerdo ya en no coincidir en día, semana o año. Resultaría faenón para su hija Tamara, que tiene lo mejor de cada uno: señorío, encanto, humor y belleza. Debería trocearse salomónicamente porque Nueva York parece, o tal anticipan, el escenario nupcial. Apadrinarían Tamara y Álvaro, único apoyo que tiene entre sus hijos el Nobel Mario Vargas Llosa que fue el siguiente que impactó con la eterna Isabel Preysler, por quien pasan los maridos pero no el tiempo. Es nuestra Cleopatra pero sin la nariz arquetípica que hizo famosa a la reina egipcia. El marqués de Griñón es el último octogenario incorporado a tan significada relación. Ya circulan rumores nupciales con la malagueña Esther Doña, rubiales de frasco con edad indefinida. Le calculan entre 38 y 42 años, habrá que preguntárselo al opacado Máximo Valverde, que fue locura de juventud.

“El zorro del pelo blanco”

Sirve como alarmante aval, retrato y tarjeta de presentación, nada que ver con las anteriores marquesas donde destacó por borde Jeanine Giraud, a quien Ramón Mendoza, su amante, no desposó en veinte años de relación, incluso con el humillante bache siempre seductor y glamuroso de Naty Abascal, que llamaba al entonces presi merengue “el zorro del pelo blanco”. Viví y hasta padecí aquella historia que no llamaría romance.

“Lo primero, que te regale un piso, se lista. Luego déjalo hacer”, celestineé como ahora hace magistralmente José Luis Gómez encarnando a la vieja trotaconventos. Es personaje fetiche para las grandes de la escena. Cómo olvidar el señorío que le dio Amparo Rivelles, la intencionalidad apañadora que le imprimió Naty Mistral, el aire brujil de Irene López Heredia o el erótico de María Casares cuando la hizo en la Comédie, entonces rendida a Albert Camus. Es una grandísima de la escena francesa a la que ahora ponen su nombre al vetusto teatro Colón de La Coruña. Su padre –que la llamaba Vitola–,Santiago Casares Quiroga, fue íntimo de mis abuelos y formaban tertulia republicana en la librería que tenían en la animada Calle Real.

Mendoza fue cutre con Naty, solo le regaló un broche comprado con buen descuento a Luis Gil. Él se divertía comentándome “las cosas de Naty”.

“Que en veinte años con Jeanine no se ha casado con ella, tenlo en cuenta”, advertía yo a Naty en largas conversaciones telefónicas de madrugada desde su pisito –tacaño, tacaño– alquilado primero en Salesas y luego en Alfonso XII, vecino del Retiro. Ella, ilusionada y crédula, se desahogaba creyendo que Mendoza cortaría con la madre de Manolo y Sandra. Son primogénitos de una saga luego crecida con la dulzura de Tamarita, siempre hecha un puente de los suspiros, y los tres niños nacidos de la piadosa Fátima de la Cierva y el marqués. Los mayores son expertos en aceite y vino.

Envidia sana

Enhorabuena envidiosa a todos, que viven sentimentalmente renacidos. Verlos nos da esperanza. El encantamiento de la Campos se trasluce semanalmente en ¡Qué tiempo tan feliz!, ya más que un título televisivo. En la entrega de Richard Gere al pequeño de mi paisana, con la que suelo coincidir bajo las peluqueras manos de Moncho Moreno y Mary Ángeles Cáceres. Nada aproxima más que un secador en su sitio. Calienta cabezas pero no ideas. Vargas Llosa, por su parte, es rotundo y justiciero novelista proclamando que “la felicidad se llama Isabel Preysler”.

¿Y qué pasa con el medio siglo casado con su prima, Patricia con quien engañó a su tía Julia, la que está en sus memorias sobre el escribidor? Se lo preguntaré cuando los vea recoger el Naranja especial a la mejor pareja. Se lo dan esos días y en esta tertulia periodística hoy ya sin periodistas (¡!) Isabel hizo público su romance con Miguel Boyer, hasta entonces disimulado con las lentejas de Mona Jiménez. La inolvidable peruana también fue excelente alcahueta. Frente a estas relaciones recién estrenadas por la tercera edad, choca y descoloca la ruptura tras cincuenta años juntos de Manuel Benítez, el Cordobés, que nunca tuvo simpatías por la prensa. Fue matador revolucionario, anticonvencional, apoyo del franquismo. El genial bailarín Antonio me detallaba casi orgías tripartitas con Gina Lollobrigida, entonces loquita por el torero, como luego por el también bailarín Antonio Gades, que la cautivó durante un viaje que el irrepetible Bocaccio barcelonés de Oriol Regás hizo al Piper’s romano, donde descubrieron a la Bámbola, Patty Bravo. Lo viví en mis carnes, qué tiempo tan feliz. Arguyen que ante la posibilidad de que Manuel Díaz –bueno como un pan– a los 47 años(¡!) sea reconocido legítimo tras las irrefutables y positivas pruebas de ADN, usen la estratagema rupturista para que los treinta millones de fortuna que calculan por lo bajo al Cordobés mermen la herencia de los hijos con Martina. Otra leyenda que añadir a la enorme generada en su tiempo. Ochenta años y sigue de actualidad. Increíble carisma.

La resurrección de Cantinflas

Y puestos a mirar hacia atrás con más nostalgia que ira, otros lo hacen como Oscar Jaenada resucitando a Cantinflas, tal años atrás hizo reencarnando al inigualado Camarón. Experto en grandes personajes entusiasmó a estrenistas como Hugo Silva, María Barranco, Miriam Díaz-Aroca, Cecilia Gómez, José Sacristán, volcado escénicamente, Gabino Diego, Josema Yuste, Javier Gurruchaga o Enrique Cerezo, fiel a su flequillo azulado. Un toque de distinción del presi atlético como el llamativo pantalón en cuadro Gales, casi de jinete, que el actor lució la noche estrenista.

Un look que pasmó a un rendido Manuel Bandera en colorido pantalón verde Irlanda ante Santiago Segura. Entusiasmo similar al de la nueva publi lechera, venga a exprimir la fama, hecha por mi ayer desvelador Jaime Cantizano y Álex Osborne. Usaron los envases acartonados tal maracas o pesas de gimnasia. Un descubrimiento, como Irene Rosales promocionando la alcachofa adelgazante. Como actual novia de Kiko Rivera cobró 20.000 euros por una hora de interrogatorio al que había jurado no someterse nunca. Ya me dirán de dónde pretende perder kilos. Serena, segura, pisando fuerte, reconoció desconocer a Jessica Bueno. Aseguró que Paquirrín es un señor tierno y entrañable “que siempre está pendiente de mí y creo que nunca me puso los cuernos”. Mejor que viva confiada. Preparan boda y consiguiente exclusiva con la Pantoja de madrina.

Va de tonadilla donde el Liceo barcelonés prepara para septiembre la reaparición con cinco recitales de la excarcelada Isabel. Le pasa como a Esperanza Aguirre, siempre ruidosa, y más con su libro Yo no me callo. Protesta del inmovilismo popular y pide operación reemplazo que no proyecta encabezar, hasta ahí podíamos llegar. No predica con el ejemplo y hace bien, incesante como mosca cojonera mientras Aitana Sánchez-Gijón, hasta Preysler ensueño de Vargas Llosa, conquistó por Medea el premio Valle Inclán dotado por Coca-Cola con 50.000 euros que no gana en un mes.

Mantenido por Luis María Anson varió los vips sociales y se centra más en caras teatrales aunque la joyera Manuela Yanes aportó chic en rosas y Cayetano Martínez de Irujo reveló que recibió “un pequeño patrimonio que no renta casi nada”. Impactó como María José Alfonso, la inmensa Nuria Espert fue mítica Medea y hasta dirigió a Irene Papas durante Juegos Olímpicos de Barcelona. Firme en su melenita canosa que apagada necesitaría algo de argán, aunque reluzca por su inmensidad trágica. La acompañó su hija Alicia Moreno, tan entregada a Alberto Ruiz-Gallardón en sus tiempos como alcalde. Destacaron la simpática Carmen Machi, el empaque de Carmelo Gómez, ya más actorazo que galán, igual que la Cantudo volcada en el ayer. Expuso trajes, recuerdos y antiquités recientes de su colección tras vaciar el blanco piso de Serrano, supuestamente regalo de un enamorado mexicano que luego estuvo con Mar Saura. Cantudo lo niega en este tan tinglado de su antigua farsa. Lo suyo es puro teatro que cantaba la Guillot.

Grupo Zeta Nexica