Alba Carrillo, contra Nieves Álvarez

26 / 07 / 2016 Jesús Mariñas
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La modelo, presentadora y exmujer de Feliciano López cuenta, durante una sesión de belleza en una conocida peluquería madrileña, que su matrimonio se rompió por una infidelidad del tenista con Nieves Álvarez.

Y no solo eso. Razona sin enfados, reposada, superando el destemplado y nada caballeroso “ahí te quedas” de Feliciano López. Para muchos estaba cantado porque lo forzaron –me pregunto quién– a darle el sí, quiero sin ganas de hacerlo. Con lo viajado que está, después de dejar en la cuneta embaucadora a mujeres tan remarcadas como una jovencita Alejandra Prat, que ahora ríe al recordar sus cinco meses “que parecieron cinco años” soportando las niñerías del hoy campeón. Igual le pasa a una más nostálgica María José Suárez que viene de muchas equivocaciones sentimentales. Tiene el corazón tan inmenso como ella, le cabe todo incluso ahora, lanzadísima con su línea pour femme que pone elegancia al salero andaluz. La guapísima también triunfa como empresaria de fuste. Conserva buena imagen de sus cinco años con Feli –le sigue llamando así–, “incluso con sus chiquilladas, que eran muchas e insuperables. Me ponían de los nervios”, algo que ya no ocurre con la Alba Carrillo en principio impactada y dolida, luego cabreada y ahora animada al debutar en Hable con ellas, programado en prime time superando en colocación anteriores ediciones. Va a ser combate de dobles parejas femeninas, dos en el candelero del noticiario sentimental: Alba llevando su cruz y Rocío Carrasco preparando –¡al fin, después de 16 años!– boda con un Fidel Albiach que acaba de terminar la carrera de Derecho. “Siempre es bueno tener un abogado en la familia. Sabrá defendernos”, dice ella, feliz por lo conseguido. “Ya es lisensiado”, bromea ella con su madre adoptiva María Teresa Campos, que en el casorio lanzará el primer ¡vivan los novios!, según anunció prometiéndoselo ante mis narices hoy desbigotadas a ver si mejoro mi cascada imagen.

 

Derroche de felicidad

Terminado Derecho y preparando bodón, el mozo adelgazó siete kilos. Derrochan felicidad y fuman cual carreteros como no hace Alba que, sin embargo, sigue echando humo. Quedó requemada y no supera esa brusca y súbita despedida tan solo diez meses después de prometerse amor eterno: “Me consta que durante dos años estuvo con Nieves Álvarez. Liados o enrollados, me da lo mismo”, sostuvo cuando le planteé el follón montado dos días antes cuando fue a que le pusieran mechas en la peluquería de Moncho Moreno: “Se montó show por lo que indignada largaste bajo los papeles plata. Tuviste al salón pendiente de ti. No perdieron ninguna de tus palabras”, le dije. “No lo entiendo, yo estaba abajo con Gavi, que ya me peinó en la boda porque somos amigos”. “Ya, pero subía y bajaban operarias y clientes para hacerse las manos. Ni te diste cuenta, cegada como estabas”, continué. “Me entero ahora”. Y seguí informándole: “Te amplío detalles: ese mediodía pararon los secadores, cerraron los grifos con que lavan cabezas, rebajaron el hilo musical y tu voz subía nítida, clara y cabreadísima. Un número que nunca olvidarán. Lo pasaron en grande con esa información directísima y de viva voz nunca trémula”.

Alba es joven y acaso no ha visto aquel clásico de George Cukor llamado Mujeres con reparto excepcional. Rosalind Russell, Joan Crawford –la engañadora– Jean Fontaine, Norma Shearer –la traicionada– y Paulette Godard. Cukor retrató sociedad y costumbres. Un filme divertidísimo e intemporal donde una protagonista oye a su manicura que “fulano de tal está liado con aquella oficiala”. La sorprendida, sin descomponerse, replica: “Pues es mi marido”. “Perdone, señora, lo siento, yo no sabía” y es que ponerse el protector delantal, que te coloquen los chufos y el calorcillo que crea, genera cabezadas, somnolencia o confidencialidad .

 

Una triste fiesta nacional

Ambiente como el que reinó en la embajada francesa antes del terrorífico y asesino 14 de julio con la céntrica embajada prácticamente “tomada”, protegida por veinte furgonetas policiales y vallas. Superaban anteriores atentados llamados a cantar La Marsellesa. Lo hicieron desde las radiantes Segrelles versión madre-hija con festivos amarillos, hasta Elsa Anka, emparejada profesionalmente con el cirujano barcelonés Iván Mañero. Contó que hoy obsesiona hacerse los pechos por encima de labios. Llegaba de La Habana donde Raúl Castro le encargó tratamiento y supervisión de los transexuales, vía su hija Mariela, que sabe de qué va la cosa. Le pusieron tal nombre como homenaje al barco revolucionario. Es curioso, en la Chipiona popularizada por Rocío llaman así a la zona del ligoteo playero camino de las Tres Piedras y el huerto de naranjos generador de polémicas hereditarias. Lo conocí bien, guiado por Juan López de la Rosa, leal secretario y confidente de la Jurado.

Muchos añoraron a Bruno Delaye, un embajador castizo a 40 grados. Elsa se revestía con bailones pailletes rosados de Pilar Oporto en los que reparó el elegante ministro de Justicia. Sobresale por chic en el gabinete, incluso con calcetines negros bajo el calor. Caballero de fina estampa, que canta la Pradera, sin poder salir desde hace dos años. Añoramos su sentido del humor y gracia. Bien los conoce Carmen Maura, en blusón fucsia parejo al tailleur de Carolina Chávarri, madrastra de la sobrina de Natalia Figueroa. Fue sex-symbol en los 90 opacado por los años. Maura es más ídolo de Francia que considerada aquí. Pero si hasta la casi desguazada Academia de Cine proyecta quitarle los Goya ganados con tanto arte. Increíble. “¿Qué te parece, Carmen?”. “Una bobada sin importancia”. “Los conseguiste con arte y esfuerzo. Parece un verdadero disparate injusto o vengativo”. “Me da lo mismo. Adelgacé porque mañana salgo para Francia y empiezo otra película. Es lo que cuenta, no los premios”, acaso va de treta académica para desviar su caos: dimitió de presi Antonio Resines, que no llegó a reinar un año. Lo reemplaza Ivonne Blake. Suerte que el Ministerio de Cultura dio el Premio Nacional de Cine a Ángela Molina, de la que Buñuel se enamoró.

 

Un merecido premio

La equiparó a Anna Magnani, una cara única que lo mismo hace comedietas que es El oscuro objeto del deseo. En teatro la vimos como seductora en El graduado y estos días revive mágicamente a Cleopatra. Es una Ángela magistral y seductora que lo mismo canta que baila o ironiza. Cautiva como Plácido Domingo, incansable en su 75 aniversario. Con Caballé formó pareja mítica y su Aida juntos se considera “la mejor del siglo XX”.

“Esa compenetración no la tuve con Tucker, Di Stefano, Corelli o Pavarotti. Cantar con él era diferente”, reconoció como los asistentes a I due Foscari en concierto dirigido por Heras, recién estrenado y joven marido de Anne Igartiburu. Acudió con su pequeño Nicolás de cinco semanas para habituarlo a la buena música. No faltaron el ministro de Cultura, a quien la sobraba traje porque adelgazó; José María Michavila educando a Genoveva Casanova; Nuria González –ya de vacaciones en Vigo con Fernando Fernández Tapias– con pantalones tal rosada Samantha Vallejo-Nájera, que aún no cree lo que está obteniendo. Desbancó a su hermano Colate ante los diseñadores Alvarno y Juanjo Oliva junto a las Massumeh, ya restauradoras históricas de monumentos patrios de carne, hueso y arrugas –empezando por Vargas Llosa, la Preysler, Carmen Martínez-Bordiú o Marta Ortega–. María Bravo sacó muslo, pechuga e hizo debutar a su novio marbellero 14 años más joven. No lo parece, y ella razonó desde sus aparentes 48 años: “Bebo muchísima agua porque me encuentro en plena menopausia. Pero en vez de afectarme, me estimula. Dieron premios a la solidaridad y uno fue destinado a Paco Arango y su Fundación Aladina, que intenta reformar una UCI infantil del hospital Niño Jesús. Ante una José Toledo llamativa en fucsia, repetido color del verano, la siempre impostada Nuria March representó a Follie-Follie y una plateada Tony Acosta cogió el de corazón solidario. ¿O era solitario?, no creo Llevó remirado palabra de honor nada habitual.

“De mi ex ni siquiera hablo, y todavía menos de sus padres”. Se refería a Natalia y Raphael, a punto de enorme concierto madrileño. Tony cambió de estilo, de personalidad y hasta de voz. Ya no cecea como al hacer teatro con Lolita, que sigue exprimiendo La plaza del diamante como entre ovaciones Jorge Javier Vázquez estrenó en Barcelona su autobiografía Iba en serio con la personal Kiti Manver.

Ibicenca hippy, acudió la dulce Caritina Goyanes, las morenas Patricia Cerezo e Isabel Abdu y con Mónica Martín Luque tonteó un Palomo Linares Jr. que no encaja en nada y va de fotógrafo. Iba con prisas para cuidar a su madre Fiona Ferrer y María Muñoz exhumó un Pucci original del vestuario materno digno de unirse a un encorbatado José Ortega Cano con la respondona Gloria Camila, que precisa de un curso acelerado de buenas maneras para poder ser como quien la adoptó.  

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