¿Soportaría Escocia la independencia?

21 / 03 / 2017 Christoph Meyer (DPA)
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La situación económica de la región británica plantea serias dudas sobre la viabilidad de un Estado independiente.

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, celebra un gabinete de urgencia. FOTO: REUTERS

El Gobierno escocés quiere volver a intentar la independencia. La ministra principal, Nicola Sturgeon, ha pedido otro referéndum como en 2014, en medio de la disputa del brexit. Pero, ¿puede Escocia sobrevivir sin la economía británica?

“La situación de partida es peor que la de 2014”, explica Graeme Roy, director del instituto de investigación económica Fraser of Allander, de Glasgow. Y hay otro motivo de preocupación: desde la crisis de 2008, el sector financiero escocés apenas es una sombra de sí mismo. El Royal Bank of Scotland, que tuvo que ser parcialmente nacionalizado, ha registrado pérdidas por noveno año consecutivo. Las cifras macroeconómicas tampoco son halagüeñas. En 2015, el crecimiento de su PIB supuso solo un tercio del nivel medio del conjunto del Reino Unido. El desempleo, con una tasa del 5%, también es superior al de la media nacional, así como el gasto público. Según las estimaciones, una Escocia independiente tendría un déficit presupuestario de unos 15.000 millones de libras (18.000 millones de euros), casi el 10% de su PIB.

La esperanza se basan en poder estabilizar la economía de una Escocia independiente más allá de la industria petrolera, con sectores como la investigación y desarrollo, el turismo o la industria alimentaria: las exportaciones de whisky superaron el año pasado por primera vez la marca de los mil millones gracias a la debilidad de la libra y el turismo también se benefició de esa circunstancia. Pero no está claro qué moneda utilizaría una Escocia independiente y la propia Sturgeon ha evitado esa cuestión. El euro ni siquiera sería una opción ante un déficit tan elevado. Tampoco una moneda propia convence a la mayoría, y no se sabe si Londres estaría dispuesto a formar una unión monetaria con su antigua región.

Con estos datos, al Gobierno de Edimburgo no le resultará fácil convencer a los escoceses de que la independencia sería lo mejor. Pero una lección del brexit podría ser que al final las perspectivas económicas no juegan un papel tan fundamental en estos casos.

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