Nuevos objetivos del separatismo catalán

12 / 05 / 2016 Antonio Fernández
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El denominado proceso catalán hacia la independencia cuenta con una nueva hoja de ruta de la ANC.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad independentista por excelencia, la que organizó (junto a Òmnium Cultural) las grandes manifestaciones secesionistas de los últimos años, está a punto de comenzar la etapa más comprometida y crucial de su existencia. Al frente de la organización, su presidente, Jordi Sánchez, optará a la reelección a partir de mediados de mayo, pero una creciente oposición maniobra en la sombra para arrebatarle el sillón o, por lo menos, algo de su poder y control.

La ANC, como principal entidad cívica separatista, tiene dos hojas de ruta: una externa y otra interna. La primera es la estrategia política y social a desarrollar durante los próximos 12 meses. La segunda aborda cómo influir en los partidos y en la hoja de ruta del Gobierno catalán y del Parlamento. En este sentido, no hay que olvidar que esta entidad forma parte de la candidatura de Junts pel Sí (JxS), la gran coalición independentista que no consiguió la mayoría absoluta en las últimas elecciones catalanas. Su anterior presidenta, Carme Forcadell, fue nombrada presidenta del Parlamento autonómico tras los comicios.

Ahora, la Asamblea se postula como la guardiana del proceso. Sus seis objetivos estratégicos están recogidos en un documento de 12 páginas que no tiene desperdicio. Entre otras prioridades, destacan la de “aumentar la base social del independentismo hasta alcanzar la mayoría suficiente” o potenciar “el debate constituyente entre la sociedad para definir cómo queremos que sea el nuevo Estado”. Pero también quiere “mantener alta la movilización social que permita, en un momento determinado, una respuesta popular activa y pacífica ante actuaciones que cuestionen nuestras instituciones, instrumentos de autogobierno y los valores democráticos”. En otras palabras, que permitan una actuación contundente en caso de intervención de la autonomía o la inhabilitación de las cúpulas de las instituciones catalanas.

Dos puntos más sobresalen de entre esta estrategia: “Adoptar una actitud vigilante y, si es preciso, de presión respecto a los grupos políticos e instituciones propias que garantice el cumplimiento de la hoja de ruta votada mayoritariamente en las pasadas elecciones” y “mantener la independencia de la ANC ante los partidos, como garantía de libertad de movimientos respecto a estos y para preservar el efecto multiplicador de la transversalidad de cara a la movilización de la sociedad”.

Más actividad

Pero no todo es tan sencillo: los críticos con Sánchez le echan en cara que ha sido un instrumento en manos del anterior presidente de la Generalitat, Artur Mas, y que sigue siendo el fiel transmisor de los dictados de Convergència. De ahí que un sector más cercano a ERC y a la CUP quiera terminar con ese seguidismo. “Antes de las elecciones del 27 de septiembre, la ANC era la correa de transmisión de las consignas de Artur Mas y eso no puede volver a suceder. Ni con Artur Mas ni con Carles Puigdemont ni con Convergència”, dice a TIEMPO un miembro de peso de la ANC.

Por si fuera poco, la ANC se ha reservado para sí el papel de guía del proceso independentista. Conscientes de que tras cuatro años de movilizaciones la gente comienza a estar cansada y las manifestaciones comienzan a ser menos multitudinarias, los próximos meses se multiplicarán las manifestaciones pequeñas y diseminadas por el territorio. Incluso el 11 de septiembre, Diada Nacional de Cataluña, habrá cinco concentraciones en otras tantas ciudades catalanas en vez de una gran macromanifestación, como los años anteriores.

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