La ruta de las nocheviejas

23 / 12 / 2016 Luis Algorri
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Si usted tiene aguante para las fiestas navideñas sepa que se puede estar de nochevieja prácticamente todos los meses del año. Aquí le decimos dónde y cuándo.

Foshan (China), 21 de diciembre

El chiste, muy viejo, lo contaba el humorista Eugenio. Es el borracho que entra en el bar, ya avanzada la mañana, y grita, con voz pastosa: “¡Feliz año nuevo a todos!” Y el de la barra le contesta con cierto cansancio: “Pero José Carlos, hombre, qué dices, si hoy es 12 de agosto”. Y el tipo, demudado: “Ahí va. Esta vez mi mujer me mata. Nunca me había retrasado tanto”. Bien, puede que no sea solo un buen chiste. Si usted tiene lo que suele llamarse cuerpo de jota; si es de los que van siempre a la Puerta del Sol a no oír las campanadas, porque allí jamás las ha oído nadie; si le encantan las nocheviejas y se lo pasa en grande felicitando el año nuevo a todo el mundo, y encima le gusta viajar, sepa que el borracho del chiste tenía más razón de la que parece. Es perfectamente posible pasarse la mayor parte del año de nochevieja en nochevieja. Haga una maleta con lo indispensable, restaure la buena salud de su tarjeta de crédito y síganos.

Paso en falso: solsticio

Llega usted tarde, para empezar. Debería usted saber que la primera nochevieja del año no es la del 31 de diciembre. Se podía empezar antes. En este año 2016, el Ayuntamiento de Madrid ha celebrado por primera vez (al menos en el último siglo) el Solsticio de Invierno, que es la celebración de cambio de año más antigua y más universal que se conoce. Tanto en el hemisferio Norte como en el Sur, son decenas de civilizaciones las que lo celebraban o celebran: los celtas, los germanos, los persas, los pueblos escandinavos y bálticos y britanos, los griegos, los eslavos y egipcios, los japoneses e hindúes; del ecuador para abajo, incas, aimaras, mapuches, maoríes de Nueva Zelanda... Y, por supuesto, los romanos, a los que debemos la palabra: solsticio viene del latín sol sistere, que significa que el Sol se queda quieto durante dos o tres días, en junio o en diciembre: la duración de las noches dejan de menguar y los días comienzan a alargarse de nuevo, lo cual es garantía de que la vida se recupera. Eso ocurre, con pequeñas variaciones, sobre el 21 de diciembre en el hemisferio Norte.

Los antiguos cristianos, como es natural, inventaron que la Navidad (el nacimiento del nuevo niño) ocurría sobre esas fechas, y vistieron el viejo solsticio con los ropajes de la Nochebuena, el portal, la mula, el buey y los villancicos. Da igual que, con toda probabilidad, el Niño Jesús naciese en primavera (¿se imagina usted a los pastores palestinos del siglo I manteniendo al raso a sus ovejas... en diciembre, con una temperatura como la de aquí?), porque se trataba de cristianizar fiestas paganas muy célebres y también celebradas.

El caso es que el ayuntamiento que preside Manuela Carmena no se ha puesto vanguardista, como dicen, sino todo lo contrario: ha recuperado una fiesta varias veces milenaria y la celebración ha sido al estilo nórdico: un desfile de farolillos (el solsticio es la gran fiesta de la luz que vuelve) a lo largo de Madrid Río y luego un castillo de fuegos artificiales. Como habría dicho Goethe: “Luz, más luz”.

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