“Y no hallé cosa en que poner los ojos...”

Foto: Stringer/AFP Photo

Después de cometer los mayores actos de barbarie que ha visto el mundo desde las matanzas de hutus y tutsis en África central a mediados de los años 90, o de la masacre de Srebrenica en julio de 1995, las tropas del despiadado Bachar el Assad han conquistado Alepo, para lo cual han necesitado la ayuda militar masiva de un tipo con tan pocos escrúpulos como Putin. Las milicias rebeldes han sido machacadas y han huido. La ciudad es un escombro. De sus dos millones de habitantes antes de esta atrocidad, apenas quedan entre las ruinas unas decenas de miles. Las tropas de Assad han entrado asesinando a civiles, quizá para no perder la costumbre. Y los pocos que aún no han huido pero tratan de huir recuerdan con sus pasos aquellos terribles endecasílabos de Quevedo: “Y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte”.