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27-S: elecciones sin propuestas

28 / 08 / 2015 Luis Calvo
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La mayoría de los partidos catalanes siguen esperando al último momento para presentar sus programas.

“No son unas elecciones plebiscitarias”. Durante muchos meses, la estrategia de buena parte del espectro político catalán para desactivar el plan de Mas fue negar el carácter decisivo de las próximas elecciones autonómicas. “Los votantes elegirán representante y políticas, igual que pasó en los anteriores comicios e igual que pasará en los siguientes, no entre España o Cataluña”, explicaban casi con unanimidad desde los partidos constitucionalistas. Todo para negar que el día 27 vaya a existir ningún choque de legitimidades ni, sobre todo, que el día 28, pase lo que pase, se vaya a iniciar el camino hacia ninguna parte que pretende el presidente Artur Mas. Pero lo cierto es que los catalanes tienen, a día de hoy, poco donde elegir. Apenas un mes antes de que se saquen las urnas a la calle, los programas electorales brillan por su ausencia. Al cierre de esta edición, solo el PSC de los siete partidos o plataformas que se presentan con aspiración de conseguir representación había presentado su programa para las elecciones. El resto pretendía hacerlo progresivamente entre los últimos días de agosto y el inicio de la campaña electoral que se pondrá en marcha el viernes 11 de septiembre.

Renovación de líderes. Será complicado, en todo caso, que ninguna de las propuestas consiga atravesar el muro que ha levantado el debate sobre las consecuencias de la independencia y su viabilidad. Tanto los partidos soberanistas como los constitucionalistas, incluso aquellos que se mueven entre dos aguas, han caído de lleno en la dinámica del modelo de Estado. Incluso los líderes se han supeditado a la defensa o condena de una hipotética independencia. De hecho, ninguno repite como número uno. Los juegos, alianzas, pactos de unidad y aspiraciones electorales a nivel nacional, han provocado una renovación total en las cabeceras de las listas. Y todas dirigidas desde arriba.

Solo dos de los siete candidatos han sido elegidos mediante un proceso completo de primarias: Miquel Iceta, del PSC, e Inés Arrimadas, que encabezará la lista de Ciudadanos. Incluso en este caso, la propuesta tuvo poco que ver con el proceso participativo que busca el mecanismo. Ambas candidaturas surgieron de la dirección de sus formaciones y no tuvieron ningún rival con el que medirse en las urnas. El resto, aunque en ocasiones, como el candidato de las CUP, Antonio Baños, han sido ratificados por la militancia y provienen de propuestas cerradas urdidas en la dirección.

El caso más claro es el de la lista unitaria con las que concurrirán Convergència y ERC a las elecciones. Tras muchas semanas de negociaciones, republicanos y convergentes optaron por que fuesen independientes quienes encabezaran la lista conjunta que tiene como único objetivo la independencia. Será el exeurodiputado ecosocialista Raül Romeva, que hace solo unos meses conservaba el carné de ICV, quien irá de número uno de la plataforma Juns Pel Sí (Juntos por el Sí), flanqueado por Carmen Forcadell (expresidenta de la Asamblea Nacional catalana) y Muriel Casals (expresidenta del Òmnium Cultural). Ninguno de ellos aspira, sin embargo, a la presidencia de la Generalitat. Artur Mas, que ocupa el número cuatro por Barcelona, es quien, en realidad, se presenta para el puesto. Detrás de él, va el líder republicano, Oriol Junqueras.

Mayoría necesaria. En todo caso, el día 27 no se dirime tanto la presidencia de la Generalitat como el alcance del choque institucional que provocarán las urnas. Por el momento, la lista unitaria no parece alcanzar los 68 escaños necesarios para la mayoría absoluta (ahora, juntos, CiU y ERC suman 71) y se queda muy lejos del 50% de los votos que a Mas y Junqueras les gustaría para dar legitimidad plebiscitaria a sus propuestas.  Cuentan, sin embargo, con el posible apoyo de las CUP, en principio favorables a la independencia, para matizar un posible fracaso. El propio president ha dejado claro que le bastará con una mayoría absoluta independentista para iniciar el proceso. Lo que no están claro es que su liderazgo pueda sobrevivir a un pacto con la formación asamblearia, que ha dedicado buena parte de su trabajo parlamentario a pelear contra los recortes impuestos por CiU.

El tercer escenario es el más incierto. Sin una mayoría clara de las listas abiertamente independentistas, sería necesario recurrir a Catalunya Sí que es Pot, la plataforma que aúna a Podemos e ICV, en principio partidaria del derecho a decidir, pero no del proceso iniciado por Mas. Un acuerdo difícil que podría acabar franqueando el paso a Ciudadanos hacia la Generalitat. Los de Albert Rivera están dispuestos a formar Gobierno en caso de que sean la segunda fuerza política y la aritmética electoral de los partidos constitucionalistas se lo permita. En el PP ya le han ofrecido sus votos, pero el PSC se resiste a entrar en una dinámica de bloques. Los socialistas siguen defendiendo, como Unió, una tercera vía capaz de buscar un mejor encaje de Cataluña en España, algo en lo que, a tenor de las encuestas, cada vez cree menos gente. 

Los Països se niegan a ser catalans

Las aspiraciones independentistas de algunos sectores políticos catalanes no se paran en su comunidad. El conseller de Justicia de la Generalitat, Germà Gordó, lo dejó claro cuando aludió a los “Països Catalans” al afirmar que “la construcción del Estado no debe hacer olvidar la nación entera”. Su declaración provocó que los presidentes valenciano, Ximo Puig, y aragonés, Javier Lambán, tacharán de insensatas e inquietantes sus palabras. Junto a la Comunidad Valenciana y parte de Aragón, los pancatalanistas reclaman Baleares, Andorra y parte de Francia como terrenos propios. 

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