Nativel Preciado

22 / 06 / 2007 0:00 Marisa Perales
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Nativel Preciado presenta su nuevo libro `Camino de Hierro´, Una mujer, un marido desaparecido, un doloroso recuerdo y muchos fantasmas del pasado protagonizan el premio Primavera de Novela 2007. La escritora nos desvela sus secretos a la hora de elaboara un libro: "Para escribir hay que perder el pudor".

Es un libro realmente triste. ¿Cómo está de estado de ánimo?

Yo ahora estoy muy bien y contenta, aunque sea contradictorio escribir una historia triste y estar tan eufórica como estoy, gracias al éxito del libro y al premio. Fue un camino duro y de hierro en el que me fui dejando llevar, pero abierto a la esperanza y en el que esa tristeza se supera a lo largo de la travesía.

“He contado este ensueño para dialogar con mis muertos, firmar la paz con mis antepasados y, sobre todo, conmigo misma”. ¿En paz con todo y con todos?

Sí. Me quedé muy feliz cuando lo terminé. Era una historia que quería escribir hacía tiempo, por fin lo he conseguido y me he quedado muy satisfecha.

¿Cuándo nació el libro?

Era la primera novela que yo quise escribir, porque la historia de mi abuelo (un empleado de la compañía de ferrocarriles ejecutado durante la Guerra Civil) era muy recurrente en mi casa, como en tantas otras casas de los españoles de la época. Los primeros papeles que me aportaron me hicieron profundizar más en la historia, y de eso hace ya unos quince años.

Últimamente proliferan mucho los libros sobre la reconstrucción de la memoria. ¿No es peligroso removerla?

Es imprescindible, pero hay muchas maneras de removerla y si lo haces sin ningún ánimo de revancha ni de venganza, simplemente para aclarar tu propia historia, es inevitable.

Entre memoria y deseo, ¿qué pesa más?

La memoria mira hacia el futuro, pero siempre pueden más los deseos.

La protagonista consigue la paz con la muerte de su marido y no cuando siente que la ha abandonado. ¿Necesitamos siempre una explicación?

La incertidumbre es lo que más desazona al ser humano, por eso los desaparecidos causan tantos problemas y angustias. La duda mata.

Hace varias referencias al autor egipcio Naguib Mahfuz. ¿Es uno de sus escritores preferidos?

Sí, estoy releyendo algunos de sus libros, Ecos de Egipto, La Trilogía, y me siguen encantando. Cuando estuve en El Cairo traté de verlo aunque, por supuesto, no pude. Es uno de mis autores preferidos.

Escribe una frase de Mahfuz: “Hay que trabajar en este mundo como si viviéramos eternamente y pensando en la otra vida como si nos fuéramos a morir mañana”. ¿Sigue este lema?

Es un listón muy alto. ¡Ojalá fuera capaz! Pero cuando me encuentro en situaciones graves me sirve de pauta.

¿Los libros cambian la vida de sus autores?

No más que otras cosas y en la misma medida que un encuentro con alguien nuevo, un acontecimiento cercano o una alegría de un hijo, por ejemplo. No de una manera esencial.

Decía Vargas Llosa en una entrevista que escribir una novela equivale a hacer un striptease al revés.

Siempre digo que es una pérdida de pudor, porque hablas de cosas que no le contarías a un amigo íntimo y también es un ejercicio de paciencia, que es buenísimo para forjar el carácter. Paciencia porque avanzas muy lentamente y los resultados se ven en años. A mí me cuesta mucho eso de armar una novela y darla por concluida, no por número de páginas, sino por encajar su estructura.

¿Le resulta más difícil la novela que el ensayo?

Con el ensayo me encuentro más cercana al periodismo. La novela requiere mucha concentración, mucha soledad y mucha paciencia. El ensayo se puede compartir con otras tareas.

¿Los personajes sirven para decir lo que uno no se atreve en la realidad?

Como decía Pla hay que escribir de lo que se conoce y de lo que a uno le sale de dentro, y lo que se plasma en un libro son sentimientos o descripciones que siempre alguien identifica con el autor. Es difícil controlar ese ejercicio para que no se te vaya de las manos. Y es que lo que opinan los personajes puede ser lo que uno piensa o todo lo contrario. “

Alguien tiene que morir para que aprendamos a valorar la vida”. ¿Esta frase es una sublimación del amor?

La muerte existe para los que se quedan, no para los que se van. Los que mueren no son muy conscientes de lo que significa su propia muerte.

¿No se ha planteado dejar el periodismo por la escritura?

No me atrevo porque es tomar una decisión muy drástica en mi vida y me sigue gustando tener esa dosis de realidad que te da el periodismo, y sobre todo ese contacto con la humanidad. Me quedé enganchada con el periodismo hace treinta años y me cuesta renunciar a ser periodista. No creo que pueda dejar de serlo nunca. La escritura te obliga a encerrarte demasiado en ti mismo.

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