José Luis Rodríguez Zapatero

“Irán es un problema para la sociedad internacional”
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue en su día aclamado como el nuevo rostro de la izquierda europea. Sin embargo, tras vivir una recesión como consecuencia del colapso de la burbuja inmobiliaria, su popularidad ha empezado a declinar, tanto dentro como fuera de España. Pero Zapatero sigue siendo un hombre optimista. La semana pasada mantuvo una entrevista con la revista estadounidense Newsweek, de la que Tiempo tiene los derechos en lengua española, en la que el presidente habló de la reunión del G-20 en Pittsburgh, de sus relaciones con el venezolano Hugo Chávez y de qué deparará la presidencia de la Unión Europea que Zapatero dirigirá desde el próximo mes de enero.
Las estadísticas de la economía española son terribles: un 18% de desempleo, recesión y un gran déficit presupuestario. ¿Está España colapsada?
No, y sólo tiene que salir a la calle para comprobarlo. La recesión en España será menor que en otros países europeos. Nuestro sector bancario ha evitado la crisis y ayudará a la recuperación. Por supuesto, el principal problema es el desempleo y su recuperación pasa por crear nuevos puestos de trabajo. Nuestra estrategia es la protección social y la reforma del modelo de crecimiento para centrarse menos en la vivienda y más en la innovación de sectores como las energías renovables y la biotecnología.
¿Se abrirá una brecha en Europa como consecuencia de que países como Alemania comiencen a recuperarse y otros como España tarden más en salir de la crisis?
No, porque la recuperación de Alemania ayudará a la de los demás. Este país es el mayor importador de productos españoles y su turismo es fundamental para nuestro Producto Interior Bruto. Todos vamos a salir de la crisis conforme vayamos avanzando.
¿Cuál será el asunto más fácil que se tratará en el G-20 de Pittsburgh? ¿Y el más difícil?
Se llegará a un acuerdo en el tema de las normas bancarias y tendremos que elaborar un nuevo calendario, pero lo más difícil será el cambio climático.
¿Cuáles serán sus prioridades cuando España asuma la presidencia de la Unión Europea el 1 de enero?
Primero, la reactivación europea, lo que implica un mayor impulso en cuanto a innovación y competencia. Segundo, la aplicación del Tratado de Lisboa, si se aprueba, que conseguirá proporcionar un nuevo sistema al gobierno de la Unión Europea. Y tercero, la UE deberá cerrar los pactos económicos con Latinoamérica, Rusia, y la región del Mediterráneo.
Su Gobierno quiere una solución diplomática para Cuba. ¿Cuáles serán los próximos pasos?
Necesitamos iniciar un diálogo para ser estrictos en cuestiones como los derechos humanos y la posición de Cuba en Latinoamérica.
Venezuela es también motivo de preocupación, especialmente sus vínculos con Irán.
Irán es un problema para la sociedad internacional y para las Naciones Unidas. Debe cumplir con el marco internacional para el desarrollo nuclear y respetar las prestaciones de garantías sobre sus objetivos nucleares. En este aspecto, toda la UE está de acuerdo.
Chávez parece estar jugando a dos bandas. ¿Existe un esfuerzo diplomático para controlarlo?
Creo que esta cuestión debería tratarse entre los países de América Latina.
Elige muy cuidadosamente las palabras cuando hablamos de Chávez.
(Risas) Yo a él le he dicho lo mismo, pero él emplea mucho tiempo haciendo discursos delante de las cámaras.
En Afganistán, el Gobierno de Estados Unidos pide la presencia de más tropas aliadas capaces de compartir las cargas de la operación. ¿Qué hará España ante esa petición de Barack Obama?
En los próximos días, el Congreso de los Diputados decidirá si es necesario enviar a otros 220 soldados a Afganistán, alcanzando ya un total de 1.000 militares en la zona. Pero también debemos poner sobre la mesa otras cuestiones que mejoran la seguridad de los afganos. Mientras tanto, España seguirá en Afganistán.
Algunos aseguran que si la OT AN fracasa en Afganistán su existencia se cuestionará.
La OTAN no va a fracasar porque existe un acuerdo internacional por el que se prohíbe que, bajo ninguna circunstancia, Afganistán quede bajo el poder de los talibanes.