Jaime Bayly

03 / 05 / 2016 Óscar Sáinz de la Maza
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¡Gracias!

Escritor.

“Escribir es ajustar cuentas con el pasado, ordenar el caos”

Lleva contándonos su vida desde que empezó a escribir, pero su escritura es magnética y sus lectores se cuentan por legiones. Su última entrega acaba de salir en B.

La parsimonia dorada del hotel Wellington solo se rompe cuando algún camarero ofrece zumo de tomate o cuando los periodistas murmuran expectantes ante la visita de Felipe González. En un comedor –hilo musical, pantalla de plasma que muestra la llegada de Felipe– aguarda un famoso autor y presentador peruano: Jaime Bayly. El motivo, su obra El niño terrible y la escritora maldita (B). Su tono de voz característico, responde con calma, casi con desapego, a todas las cuestiones.

¿Qué suelen preguntarle los periodistas a Jaime Bayly?

Preguntas que me persiguen: “Lo que escribes ¿lo viviste o lo fabulaste? ¿Qué porcentaje es ficción?” ¡como si uno pudiera precisarlo! Realmente, nada es ficticio. Solo cambié los nombres. También “¿cómo reaccionaron las personas aludidas: te han retirado la palabra, te han querido abofetear?”.

Abandona Perú cuando Mario Vargas Llosa pierde las presidenciales (1990). ¿Qué es Perú políticamente?

Un manicomio. Una casa de orates, chiflados.

¿Todos, siempre, o solo los que ganan?

La mejor opción siempre pierde. Nunca pude votar al ganador. Yo apoyo pública y apasionadamente; voy a la guerra, siempre por una opción minoritaria, con lo cual, y esto me ha enseñado mucho, mis enemigos ocupan siempre el poder.

¿Primero elige candidato y luego sufre, o lo elige sabiendo que perderá y nunca se manchará?

Lo elijo deseando que gane pero luego se queda fuera. Fujimori [exdictador de Perú] dio el golpe en el 92 y yo me fui al día siguiente. Fue muy popular. Desde entonces, me he encontrado en minoría. Mi último contratiempo, la victoria de Humala.

Pero ahora ha votado por Keiko Fujimori, ganadora...

Ojalá. No lo veo tan seguro. Keiko tiene las mejores cartas pero hay muchísimos peruanos, no me cuentes entre ellos, que la detestan porque son incapaces de separarla políticamente de su padre. Mario Vargas Llosa ha sido muy injusto, muy exagerado con ella.

¿Piensa, como se ha dicho, que Vargas Llosa tiene una prosa rica y compleja pero es “blanco o negro” políticamente?

Sí, creo que es un gran inventor de ficciones y para eso ser exagerado ayuda, pero en política no conviene. No soy fujimorista por votar a Keiko. Tanto ella como Kuczynski son derecha. Gane quien gane, no será el fin del mundo. Es más, Keiko hará por que no la relacionen con la corrupción y el autoritarismo de su padre (como Humala hizo políticas alejadas de Chávez para evitar ser asociado con él, que le había financiado la campaña). Vargas Llosa dice que Keiko indultará a su papá y será su marioneta. Pero si ella gana, será porque ha sido capaz de desmarcarse de la sombra del padre. Curioso, Kuczynski [el candidato de Vargas Llosa] dijo, antes de pasar a la segunda vuelta, que si gana indultará a Fujimori por razones humanitarias. Keiko se ha negado. Si gana, en todo caso, yo estaré en la oposición, que es donde nos toca estar a los periodistas.

En su libro dice chocar contra la beatería.

No solo la que me ha tocado a mí por mi familia (Opus Dei) sino la de la sociedad peruana: el peso agobiante de la Iglesia. Cuando Vargas Llosa se dijo agnóstico en el 90 provocó gran conmoción y muchas señoras que iban a votarle quedaron espantadas.

Llama “vieja arpía” a la exsuegra en su novela y le acusan de que su exmujer “queda como una puta”. ¿Contar todo lo personal no reporta problemas?

Muchos. Por otro lado, no hay otra manera de contar bien una historia que contándolo todo, no solo lo que te favorece. Y la verdad es que, si hay alguien que quede en mis novelas como una puta, ese soy yo. Pero cada lector reescribe la novela al leerla.

¿Y aporta beneficios? Tanto psicológicos como materiales.

Me hace bien escribir, por eso sigo haciéndolo. En cuanto al beneficio material, es incierto, cada vez más precario (son los tiempos). No te harás rico escribiendo novelas. Escribir es un poco vivir otras vidas, como los actores. A lo mejor te sientes más a gusto siendo un villano, un cabrón. La literatura me ha ofrecido la posibilidad redentora de reinventar la vida, ajustar cuentas con el pasado, ordenar el caos. Día que no escribo, me afecta.

Las editoriales se entusiasman con su escritor pero olvidan a los demás: ¿qué referentes tiene?

Me dejaron muchos tatuajes Truman Capote y Charles Bukowski, su realismo sucio. Y Roberto Bolaño fue una fuerte influencia. Fuimos amigos y admiré cómo era capaz de ser escritor hasta las últimas consecuencias y ser pobre como un perro callejero, vivir de los premios que ganaba en provincias. No hacía concesiones (yo las hago, trabajo en televisión). Para ser escritor hay que ser coherente con lo vivido. Para estos últimos tiempos, dos escritores: Javier Marías y Javier Cercas, dos Messis de la prosa española.

¿La televisión es refugio o trampa?

Es un refugio en el que te puedes esconder de la pobreza que pasarías si solo fueras escritor. Pero es una trampa peligrosa porque te puedes creer el cuento y envanecerte, aturdirte como escritor. A mí me funciona como una beca; otros escritores dan clases en la universidad o son embajadores. Hay que ganarse la vida.

¿Aún tiene la pistola que compró cuando pensó en suicidarse?

Tengo dos, que no sé usar, y un aerosol para osos, que a veces llevo a la tele. Lo del suicidio ya pasó: estoy en una época feliz, un poco gordito y mayor pero acomodado. Uno se va resignando. Envejecer es resignarse.

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