ESCRITOR Y PRESENTADOR

Boris Izaguirre

19 / 01 / 2015 Karmentxu Marín
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Pasan el tiempo y los libros, y el niño malo va madurando y ganando en reflexión, aunque quizá le pese. Pero no pierde la chispa. Ha escrito una novela en primera persona, un personaje femenino, y cuenta que estaba “encantado de ser mujer seis horas al día”, una protagonista que se enamora “en medio de un conflictazo. Me encantaría que me pasara con Obama”, dice.

 “Mi trato con el Diablo me ha salido bien” 

Una espía inglesa, Rosalind Fox, que circulaba ya por El tiempo entre costuras, de María Dueñas, protagoniza su novela Un jardín al Norte. ¿Rosalind espía más o menos que el pequeño Nicolás?

 

Rosalind Fox es una persona más verdadera y que se arriesga más. A ella las cosas le suceden, sufre. Yo creo que para el pequeño Nicolás todo ha sido fácil. A la gente de su edad la hemos maleducado para que pareciera que ser famoso es fácil, ser rico es fácil, corromperse es fácil. Nada tiene castigo.

Si usted tuviera que espiar, ¿por dónde empezaría?

 

Me encantaría estar dentro de ese Jaguar regalado por Gürtel en el garaje de Ana Mato, ver cómo haces para no enterarte de lo que pergeña tu cónyuge, o para no saber lo que hace tu marido cuando se llama Iñaki Urdangarin.

¿Por qué está siempre embarcado en melodramas?

 

Porque creo que todo es melodrama. Arturo Ripstein, el cineasta mexicano, me dijo que la Biblia es un gran melodrama. Y si lo ves todo bajo esa óptica, Moisés y West Side Story están en lo mismo. Y eso me sigue fascinando, y pareciendo una estructura narrativa envolvente, graciosa, monumental y pequeña al tiempo.

Una vez afirmó que ligaba más con su pluma literaria que con la otra.

 

Es probable que desde la última vez que hablamos eso haya cambiado. Porque con la literaria la gente prefiere leerme, mientras que con la otra, prefiere tenerme. Me interesaría más que hubiera cambiado.

¿Sigue manteniendo su aura o pose de enfant terrible, de malo, de rompedor?

 

Sí, yo creo que eso no se pierde. Es como ser espía. Uno es lo que es desde el principio. Yo, afortunadamente, me dejé de tonterías y no fui niño precoz, porque no iba a sacar nada bueno de eso, pero enfant terrible creo que sí, que mi espíritu lo es un poco.

Dice que las crisis le provocan creación. ¿Cuando Bruselas o Merkel nos dicen que sigamos apretándonos el cinturón a usted se le ocurre un libro?

 

Bueno, este se lo tengo que agradecer a Bruselas, a Angela Merkel y al desplome del rublo. Tenía una novela no nata, que metí en el cajón, y fue una gran crisis. Entonces vinieron mis editoras como si fueran Flora y Fauna, las hadas madrinas de Aurora, y me dijeron que Rosalind Fox me iba a sacar de esa situación.

No le veo muy Bella Durmiente.

Pero un poquito Aurora, sí. Me cae bien porque es muy tremenda. Tiene que besarla un príncipe para que despierte. Rosalind Fox ha sido el resultado de una gran crisis, y toda crisis te transforma. Y creo que te transforma para mejor. Es lo que deseo para nuestro país, para nuestra casta política.

¿Con esto de la casta está tocando la moral a alguien?

Es que yo creo que se han convertido en una casta, y no aceptan que los demás les veamos como tales, y que estemos dispuestos a arrebatarles el instrumento de poder que es el voto. Por eso entiendo perfectamente todo lo que pasa con Podemos.

Según cree, nació con el alma alquilada al Diablo. ¿Ha pensado en subirle la renta?

 

Yo creo que el Diablo es una buenísima persona. Son peores las que se apartan de él. A mi mamá, cuando éramos niños, le encantaba oír Pedro y el lobo, esas cosas en las que el mal hace un trato contigo. Y yo creo que mi trato me ha salido bastante bien. Creo que viene una etapa en la que el Diablo se va a poner muy de moda y va a tener como mejor aspecto: tendrá abdominales, unos cuernos muy bonitos. Conviene revisar estos mitos.

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