Aitor Esteban

21 / 10 / 2016 José María Vals
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Portavoz del PNV en el Congreso

“Es evidente que Mariano Rajoy no ha sabido construir mayorías a su alrededor”

En las últimas elecciones autonómicas, el PNV ha vuelto a ganar...

El PNV ha hecho un esfuerzo de gestión en unas circunstancias difíciles que los ciudadanos han valorado positivamente. Se ha hecho una apuesta por la industria, típica de mi partido y del País Vasco, y se han intentado mantener los servicios sociales, tanto en sanidad como en educación, y una renta de garantía de ingresos única en el Estado. Yo creo que hemos sabido interpretar cuáles son los anhelos más importantes de la sociedad vasca. Ocupamos un espacio de centro y todo ello ha permitido esos buenos resultados. Ahora, además de presidir el Gobierno vasco, gobernamos en las tres diputaciones (Vizcaya, Guipúzcoa y Álava) y en las tres capitales (Bilbao, San Sebastián y Vitoria).

Aquí, en Madrid, parece que el PP se enfrenta a una legislatura muy solo.

Que no ha sabido construir mayorías a su alrededor es algo evidente. Es un poco también la forma de ser de Mariano Rajoy. Al final, un poco forzado, dio la impresión de querer negociar algunas materias, pero sin dar prioridad al diálogo. Además, han sido cuatro años de tierra quemada por parte del PP. Esa forma de gobernar desde la mayoría absoluta hace que en el resto de los partidos haya una cierta prevención a la hora de pensar que todo ha cambiado.

¿Tiene remedio eso?

El PP tendrá que cambiar de actitud, tendrá que saber elegir a las personas adecuadas para crear ciertas empatías con otros grupos e intentar navegar una legislatura en minoría, que no es tarea fácil.

Usted se queja de que el Tribunal Constitucional no haya dicho nada sobre el control parlamentario al Gobierno en funciones...

Es sorprendente cuando es tan rápido con respecto, por ejemplo, a las resoluciones aprobadas por el Parlamento de Cataluña. Cuando el Gobierno le aprieta, enseguida se reúne, y si es necesario, lo hace en fin de semana. Y sin embargo, en este tema, que es crucial para la propia democracia y para el equilibrio de los poderes del Estado, que si hay algo en lo que este Tribunal tenía que haberse pronunciado rápidamente era en esto, pues cuando lo haga seguramente habrá pasado el problema. Esto nos da también un poco la medida de las razones que podemos tener muchos para desconfiar del Tribunal Constitucional como árbitro objetivo y ecuánime.

¿Está diciendo que está politizado?

Desgraciadamente, yo creo que el Ejecutivo de España, y no solo este, sino también otros anteriores, han intentado y han influido, a través de la Fiscalía y a través de determinados jueces. Y eso, que en otros países sería inadmisible, aquí no pasa nada.

¿Y cómo se despolitiza la Justicia?

Como se hacen estas cosas. Primero, con voluntad política de hacerlo. Ni los jueces ni ninguna persona somos seres angélicos separados de la vida. En el caso de los jueces, que al final tienen que interpretar las leyes, si no tienen presiones, las cosas funcionarán mucho mejor.

 

¿Cuáles son las similitudes y las diferencias entre el Euskadi y Cataluña?

En el fondo hay dos problemas nacionales que hay que reconocer y que hay que resolver. Tanto en Euskadi como en Cataluña hay una mayoría de la ciudadanía que piensa que somos sociedades distintas, quiere más autogobierno, quiere que se le reconozca como nación...

¿Y las diferencias?

Lo que sí es cierto es que las circunstancias que han rodeado a cada uno en las últimas décadas han sido diferentes. Nosotros hemos tenido una situación de violencia generada por ETA que ha acabado hace unos años, que ha acarreado unas consecuencias que se van apagando poco a poco, pero que convendría acelerar su restañamiento con acciones institucionales. Y ahí el Gobierno español se niega a llegar a acuerdos con el Gobierno vasco. Nosotros ya dijimos desde el principio que no habría autonomía sin independencia financiera y tenemos un concierto económico que es una gran diferencia con Cataluña.

Cataluña lo pidió...

Creo que en Cataluña se inició una tensión financiera que luego fue evolucionando hacia un nuevo Estatuto que fue cepillado, eliminando competencias que curiosamente se copiaron en el de Andalucía y nadie lo recurrió. En Madrid hubo recogidas de firmas y otras actuaciones que fueron calentando las cosas. La sociedad catalana se siente rechazada y se la va empujando hacia otras alternativas.

¿Tiene remedio?

Yo sí creo de verdad en las ganas de diálogo de los catalanes que, sin embargo, se ven impelidos hacia otras posturas porque nadie quiere ponerse a negociar con ellos en Madrid.

Pero ustedes no creen en la unilateralidad...

Es evidente. Pero yo creo que los catalanes tampoco quieren la solución unilateral. Pero lo que no puede hacerse es que una parte reconozca sus límites, nosotros reconocemos por ejemplo que no toda la sociedad vasca es nacionalista, y no haya forma de encontrar un punto de encuentro.

¿Qué le gustaría para Euskadi?

Lo voy a decir claramente. A nosotros nos gustaría una Euskadi dentro de Europa como país independiente, eso forma parte del ideario nacionalista vasco desde su fundación. Pero también creemos que no se puede forzar a la sociedad y en este momento pensamos que es posible encontrar un punto de encuentro en el que nosotros cedamos en nuestros postulados y la otra parte también.

¿Se refiere al Gobierno central?

En Madrid se piensa que tienen la sartén por el mango y a los tribunales, y se niegan a buscar un punto de encuentro, por mucho que una mayoría de la sociedad vasca quiera modificar la fortuna de entenderse con España, que quiera modificar el Estatuto o que quiera ser reconocida como nación. Les da igual. No quieren llegar a acuerdos. Nosotros, por el contrario, siempre hemos querido pactar y establecer mecanismos de diálogo, a diferencia de la izquierda aberzale, que siempre ha querido hacer zanjas que dejaran a cada uno en su lado sin posibilidad de entenderse.

¿Qué le falta al Estatuto vasco?

Yo me indigno bastante cuando oigo decir a Mariano Rajoy y a algunos representantes socialistas que hay que cumplir la ley. Pues cúmplanla. El Estatuto es una Ley Orgánica y habla de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, pero el Gobierno central no quiere ni oír hablar de eso. O la gestión de las prisiones, y mucho más en un momento como este. Cada vez que se lo recordamos, nos dicen que no. Pero oiga, si está en el Estatuto y no quieren oír hablar de ello...

¿Algo más?

Lo que pedimos es un cambio de actitud. No se puede ser cicateros. Y básicamente queremos tres cosas: reconocimiento nacional, que hay una nación vasca, con un idioma y unas instituciones ancestrales diferentes; la bilateralidad con el Estado a través de una especie de concierto político para buscar soluciones; y, por último, un árbitro neutral nombrado por ambas partes que no sea el Tribunal Constitucional.

¿ETA es ya solo un mal recuerdo?

Ha pasado poco tiempo. Son solo cinco años. La violencia ha creado también actitudes políticas intolerantes en algunas partes de la sociedad, determinadas inercias, que aún tardarán tiempo en desaparecer.

¿Cuánto tiempo?

Evidentemente, el tiempo lo cura todo, pero se cura mejor una herida sin cicatrices cuando se aplican los ungüentos necesarios. El Gobierno vasco lo ha intentado poniendo propuestas sobre la mesa, que pueden ser discutidas y modificadas, pero el Gobierno de España, y en especial el ministro del Interior, el señor Fernández Díaz, se han cerrado siempre en banda. A veces es insultante, porque creo que incluso quería dar la impresión de que el Gobierno vasco tiene cierta querencia con la violencia que ejerció ETA.

¿Se puede hacer algo más en este asunto?

Con diálogo se pueden hacer muchas cosas, pero el Gobierno español ha preferido mirar hacia otro lado y actuar, incluso con el lenguaje, como si ETA siguiera atentando. Quizás han pensado que les podía dar algún rédito electoral más, pero me parece que es un mal servicio a los ciudadanos.  

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