Los tipos negativos son una aberración económica

14 / 07 / 2016 Jesús Sánchez-Quiñones
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Aunque nos acompañarán aún por algún tiempo, los tipos de interés negativos no son eternos. Los excesos que se puedan cometer ahora pueden pagarse después, y muy caros, porque la situación actual es aberrante.

Los tipos de interés negativos son una anomalía histórica con consecuencias que no han sido todavía convenientemente analizadas. Sus efectos afectan no solo a los ahorradores e inversores, sino también a las empresas y a los Estados.

Los principales beneficiados de esta situación de tipos negativos son las personas con hipoteca a tipo variable. Hace apenas dos años era totalmente impensable que el índice de referencia de las hipotecas, el euríbor, se situara en negativo. Este índice refleja el tipo de interés al que están dispuestos a prestarse los grandes bancos entre sí. El euríbor en negativo indica que los grandes bancos están dispuestos a pagar a otro banco por prestarle dinero. Sorprendente. La única explicación razonable es que les cuesta menos pagar a otro gran banco por depositar dinero que depositarlo en el Banco Central Europeo a un coste del 0,4%.

Los Estados de la Eurozona se están viendo muy beneficiados por la intervención del BCE en el mercado de bonos soberanos. Están logrando colocar sin ningún problema sus emisiones de deuda pública a tipos de interés históricamente bajos, a pesar de que el nivel total de deuda esté cerca de los mayores niveles conocidos.

Los principales damnificados de los actuales tipos de interés son los ahorradores e inversores más conservadores. La rentabilidad sin riesgo es negativa por primera vez en la historia. Adquirir letras del Tesoro supone pagar más de lo que se recibirá a vencimiento. La banca no tardará en cobrar por los saldos mantenidos en cuenta. De hecho, ya ha comenzado a cobrar a las grandes empresas e instituciones por las cantidades mantenidas en cuenta corriente por encima de un determinado importe. La mitad de los bonos soberanos europeos ofrecen ya rentabilidad negativa. Para lograr apenas un 1% de retorno, antes de gastos y comisiones, hay que irse a un bono del Tesoro a diez años.

Riesgos

Ante esta situación, los ahorradores e inversores, tanto individuales como institucionales, se ven empujados a asumir más riesgo del habitual en busca de rentabilidad. Antes de entrar en esta situación de tipos negativos, quien no deseaba correr riesgos podía invertir en letras del Tesoro o depósitos bancarios obteniendo rentabilidades aceptables. Ahora hay que asumir riesgos que inevitablemente pueden llegar a materializarse provocando pérdidas que pueden llegar a ser considerables.

Las empresas y los particulares corren el riesgo de aumentar su nivel de endeudamiento más allá de lo razonable solamente por el reducido coste de la financiación. Una subida de los tipos de interés, aunque ahora parezca lejana en el tiempo, puede poner en riesgo a quien se haya endeudado en exceso.

La actual situación de tipos negativos no será eterna, pero todo apunta a que todavía nos acompañará por un tiempo, incluso con tipos más negativos que los actuales. Esta coyuntura está quebrando los paradigmas esenciales de la economía de mercado. El tipo de interés siempre se ha conocido como el precio del dinero. Cuando este no solo no es cero o gratis, sino negativo, inevitablemente lleva a la minusvaloración de los riesgos y a la toma de decisiones erróneas. Los excesos se acaban pagando. Los tipos negativos son una aberración con negativas consecuencias que aún no han aflorado.  

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