Las familias ahorran ya de otra forma

14 / 04 / 2014 José María Vals
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La crisis se ha llevado por delante muchas cosas y, entre otras, los hábitos de ahorro de las familias, que ahora invierten en depósitos en vez de en vivienda.

La crisis ha pasado factura a muchas familias españolas en forma de empobrecimiento. Quienes no pueden considerarse así y aún conservan ahorros e inversiones, también han cambiado sus costumbres debido a la crudeza de los mercados. Todo esto podría reducirse en que los pisos han bajado de precio (en unos sitios más que en otros), los hogares han puesto todo su empeño en devolver deudas y prácticamente han dejado de invertir, lo cual ha modificado, y mucho, el mapa de la riqueza financiera de las familias. Además, episodios como el de las preferentes de las cajas de ahorros ha puesto en guardia a los ahorradores a la hora de buscar un destino rentable para su dinero.

Varias cifras proporcionadas por la patronal de los fondos de inversión (Inverco) ilustran la cuestión. “En términos porcentuales sobre PIB –dicen en esta asociación–, el ahorro financiero neto de las familias alcanza ya el 97,4%, frente al 102,2% en el año 2006, por lo que el efecto de la crisis ha sido prácticamente neutralizado”. Esta neutralización, sin embargo, es solo teórica y meramente estadística. Una parte del aumento del ahorro con respecto al PIB ha surgido como consecuencia de la caída del propio PIB durante la recesión vivida en 2012 y parte de 2013. Con ello, aunque la cifra de ahorro se hubiese mantenido constante, significaría un porcentaje mayor del PIB, porque este ha bajado.

Pero Inverco va más allá y echa también un vistazo a lo que ha ocurrido con la riqueza que los hogares españoles habían acumulado en bienes inmobiliarios durante los años anteriores a la crisis. En este caso, el valor de los inmuebles propiedad de las familias españolas supone ahora el 400% del PIB, según datos de 2013, frente al 546% en 2006. Teniendo en cuenta que el PIB español es de un billón (con b) de euros, esto supone que las posesiones inmobiliarias de las familias han pasado de valer 5,4 billones de euros en 2006 a 4 billones en 2013.

Pisos más baratos.

Y en esto poco tienen que ver los pisos que se han quedado los bancos por impagos. Un ejemplo: los activos inmobiliarios que las cajas han pasado al banco malo (Sareb) sumaban 197.500 millones de euros, de los que 107.000 millones corresponden a inmuebles físicos y 90.500 millones, a créditos incobrables. En la mayoría de ambos casos, proceden de los promotores.

La causa última de esta caída en la riqueza inmobiliaria hay que buscarla en la caída acumulada de los precios. Según datos oficiales manejados por el Ministerio de Economía en sus presentaciones a analistas internacionales, el total de las deudas hipotecarias en España representa en 2013 un 78,2% del PIB, mientras que en 2008, justo cuando estalló la burbuja inmobiliaria y comenzó el desplome de precios, esta proporción (hipotecas sobre el PIB) era del 87,4%. Según señala el propio Ministerio, en 2018, el nivel de deudas por inmuebles sobre el PIB estará en España a niveles de Alemania o Francia, y añade que entre 2020 y 2023 se habrá logrado llegar a niveles de aproximadamente la mitad de los que hay ahora.

Aunque sobre las caídas de precios inmobiliarios hay innumerables fuentes de información diferentes, desde sociedades de tasación hasta los colegios de notarios o registradores, el Ministerio de Economía utiliza las series estadísticas del Ministerio de Fomento, que tiene en cuenta a su vez las series del Instituto Nacional de Estadística, las de los notarios y las de los registradores. Según todos estos datos, el precio de los inmuebles ha caído en España un 30% desde 2008, año en el que los primeros meses vieron cómo se alcanzaba el pico de precios más altos. Pero las caídas no han sido uniformes. En toda la costa de Levante, parte oriental de Andalucía y la zona costera de Cataluña, los precios de los pisos han caído más del 35% de media, según Fomento, y eso se explica por la barrena bajista en la que han entrado en los últimos años las segundas residencias de muchas familias que han tratado de solventar sus dificultades económicas vendiendo propiedades en la costa.

Algunas sociedades de tasación hablan incluso de bajadas de precios en este tipo de inmuebles de entre el 45% y el 50% de su valor previo a la crisis, agravadas además por las prisas de muchos bancos por soltar cuanto antes promociones enteras de apartamentos o pisos de playa en los que se habían quedado atrapados por la quiebra de los promotores a los que habían financiado las obras. Pero esta ya es una señal de cambio de hábitos de inversión. Ante la imposibilidad de pagar dos hipotecas, la del hogar y la de la casa de la playa, muchas familias han optado por desinvertir en la segunda residencia. Dada la caída de los precios, este tipo de operaciones rara vez ha generado plusvalías apreciables, sobre todo si los apartamentos o pisos habían sido adquiridos durante los años de la burbuja. Y esto explica que después de tantas transacciones no haya aumentado el dinero invertido, por ejemplo, en depósitos bancarios.

Dinero contante y sonante.

Ya hace más de un año que la Fundación de Estudios Financieros realizó un exhaustivo estudio en el que, entre otras cosas, señalaba que el 80% de la riqueza acumulada por las familias (entre ahorro e inversión) tenía como destino la adquisición de inmuebles. E ilustraba más el dato con otro no menos relevante: por cada euro invertido por las familias españolas en activos financieros (depósitos, fondos o bolsa), tenían otros tres en activos no financieros, fundamentalmente en posesiones inmobiliarias.

Pero, ¿dónde tienen el dinero invertido las familias españolas dentro del capítulo de los activos inmobiliarios? El 48% del ahorro está en lo que los analistas llaman “depósitos y efectivo”, integrados básicamente por cuentas corrientes y depósitos a plazo, además del dinero en efectivo que cada familia tenga en su casa, y que según los datos de Inverco sumaba en 2013 aproximadamente el 4,5% del total. De esta manera, las familias han optado por tener disponible casi la mitad de su inversión financiera, cuando antes de estallar la crisis, en 2006, solo tenían en efectivo y depósitos el 36% del total de su ahorro. Esa es una consecuencia clásica del miedo que introduce la incertidumbre económica sobre el comportamiento de los inversores.

El miedo y la necesidad.

En este punto, Ana Fernández, socia directora de AFS Finance Advisors (EAFI), señala en declaraciones a este semanario que, aunque el patrón inversor de hombres y mujeres es distinto (ver recuadro en página siguiente), el efecto de la crisis económica les afecta por igual, ya que en tiempos de dificultad económica, cuando la salida del túnel no se ve clara en el corto plazo, “el patrón inversor está condicionado por el miedo y la necesidad, y ambas cosas actúan de igual manera sobre los hombres y las mujeres”.

Otro de los sectores en los que se ha notado también el cambio de hábitos inversores por la crisis ha sido el de los fondos de inversión. Es verdad que este tipo de activos financieros, a pesar de que los bancos han apostado mucho por su colocación entre clientes, no ha sido nunca una de las vías preferidas para ahorrar por las familias españolas. De hecho, en los años previos a la crisis, en 2005 y 2006, los fondos de inversión sumaban, respectivamente, el 12,8% y el 11,6% del total de la inversión financiera de las familias. Ahora, con cifras de 2013, esa cifra ha caído hasta el 7%, con lo que han perdido cinco puntos largos. Según señalan los expertos, esto también tiene que ver con la necesidad que ha acuciado a muchas familias, debido al descenso de su renta disponible por la pérdida del empleo o la bajada de salarios, y les ha obligado a vender sus participaciones. Algo parecido ha pasado con los fondos de pensiones, cuyo porcentaje total sobre el ahorro financiero de las familias se ha quedado estancado en el 5%, debido a la necesidad de algunas familias de deshacer esta inversión por haber perdido el empleo. Esto ha provocado que las nuevas entradas de dinero en esta forma de ahorro de previsión hayan quedado absorbidas por las salidas y las cifras se hayan quedado estancadas. De hecho, desde 2008, los flujos en inversión en fondos de pensiones han sido siempre negativos, es decir, ha habido más salidas que entradas, aunque en 2013 se ha moderado un poco.

Suben las acciones.

Y llega el capítulo de la renta variable (fundamentalmente inversión en bolsa), que en 2013 suponía algo más del 22% del total del ahorro de las familias españolas. La cifra es la más alta desde 2007 (un 28,2%), lo que podría indicar que el dinero ha vuelto a la bolsa. Pero esta cifra también tiene truco. Es verdad que la base accionarial de algunas entidades, como los grandes bancos, ha aumentado algo en los últimos años, con nuevos inversores que buscaban rentabilidades y dividendos. Sin embargo, gran parte del aumento que se produce en este capítulo tiene que ver con la subida de la propia bolsa, ya que el cálculo se hace valorando a precio de cotización el total de las acciones que son propiedad de las familias. Un ejemplo. Entre la primera semana de abril de 2013 y la misma semana de 2014, el Ibex 35 ha subido en España un 39%, lo que significa que el valor de las acciones de una familia, si hace un año valía 100, ahora vale 139, pero eso no significa que hayan comprado más acciones, sino que las que tienen son más caras.

Capítulo aparte merece la inversión en otros activos, de los llamados estructurados o complejos, que según fuentes del sector consultadas por Tiempo lleva dos años seguidos cayendo. No es extraño, después de las malas experiencias que han tenido miles de familias españolas con activos como las preferentes colocadas por las cajas de ahorros, que se han llevado por delante todo o parte del ahorro de muchos hogares. La CNMV acaba de recomendar a los bancos que tengan más cuidado a la hora de colocar inversiones entre su clientela.

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