Quince segundos para La Gioconda

19 / 02 / 2014 10:48 Ignacio Vidal-Folch
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¡Gracias!

El tiempo medio que le dedica a cada cuadro el visitante de las grandes exposiciones es de entre 10 y 17 segundos.

He leído que el visitante medio de los museos, de las grandes exposiciones, como las que celebran en Madrid el Prado o el Reina Sofía, observa las piezas o los cuadros durante muy poco tiempo: entre diez y diecisiete segundos. ¿Una obra maestra? ¡Vista! Pasemos a la siguiente... ¡vista! Vamos a la siguiente... ¡Vista también!

Es comprensible: el tiempo no es elástico y uno no puede pasarse la vida en el museo. Si nos proponemos ver los 58 óleos de la expo de Cézanne que ahora exhibe la Thyssen durante el tiempo mínimo de observación media –o sea a 10 segundos por obra–, la visita nos llevará cerca de diez minutos. ¿Otro bodegón con manzanas? ¡Visto! ¿Unos árboles verdes? ¡Muy bonitos! ¡Vistos! ¿La montaña Sainte-Victoire, de nuevo? ¡Vista!

Concederle a los cézanne del Metropolitan, de la National Gallery, y de otros grandes museos, solo diez minutos, es francamente mezquino pero sirve por lo menos para decir que has visto la expo. Cuando estás más de dos horas en el museo (que en el caso que nos ocupa equivaldría a observar cada obra durante dos minutos) empiezas a sentir un zumbido en la cabeza, un dolor de cabeza, un malestar general y cansancio físico, consecuencia de estar dando pasitos y deteniéndote ante cada lienzo, y otra vez dos pasitos y párate de nuevo y presta atención dos minutos...

Eugenio d’Ors, intelectual de una cultura enciclopédica, escribió el famoso manual para los visitantes de la gran pinacoteca española titulado Tres horas en el museo del Prado, que hoy sigue reeditándose. D’Ors comprendía que pocos son los que apetecen quedarse en el museo más de tres horas, y propone que le prestemos atención solo a un número muy reducido de obras. Pero aun así, de esos 180 minutos en el Prado, ¿cuántos vas a dedicar al Descendimiento de Van der Weyden, que te interpela nada más entrar? ¿Cuántos a los paisajes azules de Patinir, cuánto a los tizianos, etcétera? ¿Y qué imagen precisa puede grabarse en tu memoria después? O sea, si me apuras: ¿qué sentido tiene visitar una exposición?

El penúltimo número de la revista de la Universidad de Harvard cuenta que la profesora de Historia del arte (en Harvard) Jennifer Roberts somete a sus alumnos a una curiosa disciplina: les obliga a observar detenidamente durante tres horas una obra, una sola obra, de alguno de los museos de Boston o Nueva York, sobre la que luego tienen que escribir un trabajo, una redacción o un ensayo. Primero a los chicos les parece excesivo, pero luego comprueban que han establecido con la pieza una relación rica, profunda.

El museo del Louvre, tras cuidadoso cronometraje, ha llegado a la conclusión de que los visitantes se detienen ante La Gioconda durante una media de... quince segundos. ¡Y estamos hablando del cuadro más célebre de la historia de la pintura! Pues si a La Gioconda le concedemos 15 segundos, ¿cuántos merece la copia del Prado? ¿Siete segundos? ¿Ocho? ¿Nueve, si vamos bien de tiempo?

¡Suerte que Leonardo, que trabajó en el retrato de la dama de enigmática sonrisa durante cuatro años, no se va a enterar de esto!

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