El ocaso de los profetas

28 / 11 / 2016 Luis Algorri
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Las últimas elecciones en varios países están haciendo que perdamos la sagrada fe en las encuestas.

Desde lo más remoto de la Humanidad, la gente se ha empeñado en adivinar  lo que sucederá en el futuro. Eso, como sabe cualquier persona con sentido común y que haya prestado cierta atención en clase durante el bachillerato, es imposible, pero tal evidencia no tiene la menor importancia porque el hombre es esclavo del temor a la muerte y, contra toda lógica, quiere creer lo que le cuentan los adivinos, los clérigos, los profetas y todo género de sinvergüenzas que se enriquecen con del miedo de los demás.

En la antigua Grecia, los mantis practicaban la mantiké o adivinación inspirada, y no es extraño comprobar que la palabra tiene la misma raíz que manía (locura). Usaban para sus engaños los métodos más delirantes: desde el vuelo de las aves hasta, entre otros muchos, el análisis del hígado de un animal que se acababa de degollar. Esto en ningún caso les permitía adivinar por dónde iba a llegar el enemigo, pero es evidente que aprendieron muchísimo sobre hígados: váyase lo uno por lo otro.

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