Del buen gobierno

Me pasaron el vídeo por el Facebook y al principio no me di cuenta de por qué mi amiga Charo quería compartir aquello conmigo. Era el Congreso de los Diputados. La cámara de televisión, donde siempre. El plano, el mismo. Los micrófonos. Las hojas de laurel doradas que hay detrás de la tribuna, que siempre me he preguntado quién les sacará brillo. Sube los escalones un señor mayor con barba y aspecto algo desaliñado. No le reconozco, así, de lejos. Por las pintas, lo mismo puede ser de Podemos que de los catalanes o del PSOE. Habla:

• –Señor presidente... Señorías...

 Empiezo a impacientarme.

• –De los consejos que dio don Quijote a Sancho antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas.

En esto suena un atabal y una música como de sacabuches. Doy un respingo, naturalmente. Me ajusto bien las gafas. Rufián no es, lo cual quiere decir que el Señor es misericordioso y no nos suelta de su mano, con lo mucho que lo merecemos. Esa voz... Esa voz impresionante, que me suena tanto...

Efectivamente, no era un diputado. Era uno de los mejores actores españoles vivos, José María Pou. Pero qué rayos hacía el gran Pou en la tribuna del Congreso con aquel aspecto medio filibustero y aquel ceño como de bisonte, como de ir a meterle el dedo en el ojo al señor Montoro.

• –Sancho, hijo: atento a este tu catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía...

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