Los genios olvidados
La celebración de su centenario ha devuelto a la vida a Antonio Buero Vallejo, un hombre esencial en el teatro español y del que apenas se hablaba ya. No es el único. Abundan los grandes autores que nadie recuerda.
Buero Vallejo habría seguramente pasado a la historia de la cultura española como autor de, entre otros, un dibujo célebre: el retrato a lápiz que hizo de Miguel Hernández cuando ambos estaban presos en la ya desaparecida cárcel que había en la plaza del conde de Toreno, en Madrid. Aquel hermoso dibujo a lápiz, que el poeta pidió al Buero dibujante para enviárselo a su hijo pequeño (el destinatario de las Nanas de la cebolla) y evitar que el niño se olvidase de su cara, es, sin duda, la imagen más conocida del poeta de Orihuela. Esa y otro dibujo, este terrorífico, atribuido a Eusebio Oca: Miguel Hernández muerto, con los ojos abiertos, un pañuelo rodeándole la cabeza y anudado en la coronilla para cerrarle la boca y, a pesar de eso, con los dientes de la mandíbula superior mordiendo el labio de abajo.