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03 / 02 / 2015 Luis Reyes
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Washington, 30 de enero de 1835 · Andrew Jackson sufre el primer atentado contra un presidente de los Estados Unidos.

Fue el primer presidente de los Estados Unidos de familia pobre. Fue el primer presidente nacido en el Sur. Fue el primer presidente perteneciente al Partido Demócrata. Y fue el primer presidente que sufrió un atentado contra su vida. También podríamos añadir entre sus primicias que Andrew Jackson fue el primer presidente que tuvo que hacer frente, durante la campaña electoral, a una ofensiva de acusaciones de índole sexual, el primero en batirse en duelo, o el primero y último en haber matado a un hombre en un desafío.

Andrew Jackson nació en un lugar indeterminado entre las dos Carolinas, en una familia inmigrante recién llegada. Sus padres eran escoceses presbiterianos del Ulster, y se habían ido a América huyendo de la persecución religiosa inglesa. Andrew y sus hermanos heredaron de ellos la forma de hablar escocesa y el odio a Inglaterra. Durante la Guerra de Independencia Andrew se alistó con solo ¡12 años!, y fue hecho prisionero con esta edad. Un oficial inglés lo sometió a vejaciones y, cuando se rebeló, le dio un sablazo.

Durante toda su vida le quedaría la marca del sable en la cabeza y la mano, pero el suceso define ya el carácter fuerte e indómito de Jackson, su belicosidad, su audacia y su capacidad de hacerse enemigos. “La gente le temía como a un volcán... Dado su récord de duelos, peleas, tumultos y procesos, había que tomarse en serio sus amenazas”, escribe su biógrafo Brand.

A los 14 años Andrew Jackson, muertos sus padres y hermanos, tuvo que abrirse camino solo en la vida. Se fue a lo más salvaje del país, la frontera del Oeste, donde trabajó como abogado pese a que no había estudiado Derecho. Ese marco de combates con los pieles rojas y disputas territoriales entre los blancos le iba como anillo al dedo. Arrebató tierras a los indios, especuló con ellas e incluso fundaría la ciudad de Memphis; se enriqueció y compró una plantación donde trabajaban 150 esclavos.

También combinó la actividad política con la militar, dirigiendo varias campañas contra diversas tribus indias, siempre en busca de la expansión territorial, y derrotando a los ingleses que habían desembarcado en Nueva Orleans, en la Guerra Anglo-americana de 1812, lo que le convirtió en un famoso héroe popular. “Jackson escaló la presidencia y se mantuvo allí solamente por la cosecha de una victoria ganada, 20 años antes, ante las murallas de Nueva Orleans”, dice el gran teórico político Alexis de Tocqueville en La democracia en América.

En política.

Su carrera parlamentaria comenzó en 1796, como representante y luego senador por Tennessee. Fue agitadísima, por la violenta personalidad de Jackson, siempre metido en campañas bélicas o en duelos y disputas. Desde 1806 y hasta su muerte 40 años después, llevó una bala alojada en un pulmón (véase recuadro) que le provocaba hemorragias, tos continua y espasmos, aunque físicamente tuvo una planta imponente hasta la vejez, con una figura muy delgada y muy alta coronada por una mata de pelo rojo que luego se convirtió en níveo.

Su primer intento de ganar la presidencia fue en 1824. Tenía como principal opositor a John Quincy Adams, aunque ambos eran del mismo partido, llamado Demócrata-Republicano. Jackson ganó en votos populares, pero no logró la mayoría, las maniobras de Adams con el presidente de la Cámara de Representantes, Clay, le dieron la presidencia a Adams. A partir de entonces hubo una guerra a muerte entre ellos. Socialmente John Quincy Adams estaba en las antípodas de Jackson, pertenecía a la realeza política: su padre había sido el segundo presidente de los Estados Unidos, John Adams. Jackson recurrió al populismo y se dedicó a denunciar que “el usurpador” Adams “le había robado la victoria al pueblo”.

Se hizo imposible la convivencia de ambos en el mismo partido y Jackson fundó el Partido Demócrata, un instrumento para apoyar su candidatura en la siguiente elección. La campaña de 1828 fue brutal, los adversarios de Jackson le llamaban Jackass, un juego de palabras con su nombre y ass, que en inglés es asno. Él le daría la vuelta al insulto y adoptaría el burro como emblema del Partido Demócrata. Más difícil de llevar le resultaron los ataques contra su “escandalosa” vida sexual, pues le acusaban de bigamia.

Efectivamente Andrew Jackson se había enamorado cuando tenía 20 años de Rachel Donelson, ya casada. Vivieron maritalmente, usando Rachel el nombre de “señora Jackson”, y celebraron su boda antes de divorciarse. Eso constituía un delito de bigamia, y se casaron otra vez tras el divorcio. Durante toda su vida Jackson soportaría insultos contra su mujer que le llevaron a innumerables duelos. Pero las acusaciones de “adúltera” contra Rachel alcanzaron tal volumen en la campaña electoral de 1828 que, cuando dos semanas después de ganar la presidencia murió ella, Jackson acusó de su muerte a Quincy Adams.

Andrew Jackson estuvo profundamente enamorado de su esposa durante los 40 años que convivieron, pero no tuvieron hijos. Para suplir esta falta adoptó o tomó bajo tutela a numerosos sobrinos de Rachel e hijos de amigos, pero lo más notable es que Jackson, a quien la cultura nativa americana considera un genocida, adoptó legalmente a dos niños indios, Theodore y Lincoya, huérfanos de las tribus a las que el mismo Jackson exterminaba. Otra excentricidad de su carácter es que cuando ocupó la presidencia, como estaba viudo, recurrió a las esposas de dos de sus hijos adoptivos para que actuasen, al unísono, de primera dama. Fue como si quisiera dar en las narices de todos los que habían injuriado al matrimonio, estableciendo una situación de bigamia institucional en la Casa Blanca.

La razón del atentado.

Políticamente Jackson fue un nacionalista federal –la Unión por encima de los Estados– y un expansionista que relanzó la colonización del Oeste, deportando o exterminando a los indios, o que promovió la compra a España de Florida, no solo por ampliar los Estados Unidos, sino porque la Florida española servía de refugio a los esclavos fugitivos, y Jackson era un esclavista convencido.

Era también un populista que manejó con hábil demagogia al “pueblo”. Cuando la crisis económica de 1819 hizo que la gente desconfiase del papel moneda, Jackson inició una ofensiva contra el llamado Segundo Banco de los Estados Unidos (un banco nacional federal), que cerró al llegar a la presidencia porque “solo servía a los ricos”. Esto provocaría lo que a continuación viene.

A mediados de su segunda presidencia, cuando Jackson acudía a un funeral al Capitolio, un individuo se le acercó por detrás y le disparó con una pistola, aunque el tiro no salió. Sacó otra pistola y volvió a fallar, momento en que Jackson la emprendió a bastonazos con él. Se trataba de un desequilibrado, Richard Lawrence, que se creía el rey Ricardo III de Inglaterra. Según él, el Gobierno le debía una gran suma de dinero, pero el cierre del banco federal por Jackson impedía que le pagasen. En el juicio, el jurado decidió en cinco minutos que era inocente por demencia, y Lawrence pasaría el resto de su vida en el manicomio.

El atentado sirvió para engrandecer el mito Jackson. Las dos pistolas que fallaron fueron luego probadas repetidas veces, y siempre funcionaron bien, por lo que la gente decía que al presidente le había salvado la misma providencia que protegía a la joven nación americana. Aunque nada se probó, se especuló mucho con que detrás del loco había una conspiración que manejaba los hilos, y así lo creía el propio Jackson. En los últimos días de su presidencia se lamentaba de no haber podido hacer dos cosas: “pegarle un tiro a Henry Clay [que había manejado a la Cámara de Representantes para robarle la presidencia en 1824] y ahorcar a John Calhoun”, el senador que Jackson creía detrás de su atentado.

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