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El patrimonio ausente

09 / 07 / 2015 Javier Memba
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Muchos tesoros se los llevaron los franceses o los ingleses. Otros han sido vendidos sin que el Estado hiciese nada. Estas son las obras de arte que deberían estar en España.

El aguador de Sevilla (1620):

Sobresale entre las obras de juventud de Velázquez y pertenecía a las colecciones reales. Fue interceptado en Vitoria por el duque de Wellington, entre los cientos de pinturas con las que arramblaba José Bonaparte en su retirada. El duque quiso devolverla. Pero se la regaló Fernando VII, como si fuese suya. Desde entonces se exhibe en Apsley House (Londres).

Cristo servido por los ángeles en el desierto (1615):

Francisco Pacheco pintó este óleo para el refectorio de las monjas de San Clemente. El mariscal Soult –el mayor ladrón de pintura española de la Grande Armée– fue a buscarlo tras leer sobre esta obra en el Diccionario de Juan Ceán-Bermúdez. Sigue en Francia, en el Museo de Goya de Castres.

San Basilio dictando su doctrina (1639):

Fue pintado por Herrera el viejo para el convento de San Buenaventura de Sevilla, y también acabó formando parte del botín que los franceses rapiñaron en los Reales Alcázares. Contaron para ello con la ayuda de eminentes afrancesados, como Mariano Luis de Urquijo. Sigue en el Museo del Louvre.

Buscando la luz IV (2001):

Esta monumental escultura de Chillida fue adquirida en junio de 2013, por 4.806.209 euros, en una subasta en Christie´s (Londres). Su antiguo propietario, Antón Iráculis, intentó entregarla a la hacienda vizcaína –junto al resto de las 45 piezas que integraban su colección Homenaje a Chillida– para liquidar una deuda contraída con ella. El fisco rechazó la oferta.

La Venus del espejo (1647-1651):

Acaso sea este óleo de Velázquez el paradigma del saqueo sufrido por el patrimonio español durante la invasión francesa. Robado de las colecciones españolas por los ingleses, nuestros aliados en aquella ocasión, su último propietario fue Manuel Godoy. Desde 1906 permanece en la National Gallery.

Felipe IV de castaño y plata (1635):

La suavidad de su modelado, a decir de los expertos, demuestra que su incierta datación ha de ser posterior al primer viaje de Velázquez, su autor, a Italia. Fue robado de la biblioteca de El Escorial durante la Guerra de la Independencia. La National Gallery de Londres lo adquirió en 1882 y allí sigue.

Cristo en la cruz (1587-1590):

Esta obra de El Greco perteneció al Museo Zuloaga de Guipúzcoa y en 2013 fue vendida por un nieto del pintor en Londres por 4.053.902 euros. Cultura concedió el permiso de exportación a unos meses de la celebración del IV centenario del artista.

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