Cuando el cuerpo obsesiona

14 / 09 / 2017 Celia Lorente
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Aumenta el número de personas que padecen síndrome de dismorfia corporal.

Hábitos: mirarse continuamente en el espejo para comprobar la apariencia. Obsesiones: centrarse en defectos reales o imaginarios: nariz, ojos, pelo, pecho, boca, piernas... Compararse con los demás y sentirse inferiores o menos agraciados

Hoy en día es difícil encontrar una persona que esté totalmente satisfecha con su apariencia física. El bombardeo mediático de imágenes de cuerpos esculturales contribuye a que, sobre todo adolescentes y jóvenes, perciban negativamente su físico o algún aspecto concreto de él. Y las redes sociales, donde la dictadura de los cuerpos perfectos manda, también contribuyen a ello. Ni los famosos se libran, como demuestra el reciente caso de la bellísima actriz Blanca Suárez, criticada en Twitter por “gorda”. La madrileña se ha defendido: “Cariño, la sociedad va como va, gracias a seres como tú.

Gracias por aportar tu opinión sobre mi cuerpo, ahora la humanidad dormirá tranquila”.

Una preocupación excesiva por la imagen que puede provocar incluso enfermedades. Según un estudio de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre), en Europa y América aumenta el número de personas que padecen el síndrome de dismorfia corporal. Los afectados experimentan una preocupación y ansiedad excesivas y perciben sus defectos de modo exagerado. Este síndrome causa un gran malestar psicológico y puede llegar a afectar a actividades cotidianas como estudiar, trabajar o salir a la calle hasta el punto de desarrollar ansiedad e incluso aislamiento social. 

La obsesión sobre el propio cuerpo hace que estas personas puedan pasar varias horas al día pensando negativamente sobre su apariencia física. Además, suelen concentrarse en un área específica de su cuerpo que les provoca una ansiedad constante. Este padecimiento, que afecta a hombres y mujeres por igual, puede comenzar en la adolescencia e ir disminuyendo con la edad, aunque hoy en día envejecer también es percibido como algo angustiante y cada vez con más frecuencia se recurre a intervenciones quirúrgicas para evitar que se note el paso del tiempo.

Entre los factores que pueden llevar a obsesionarse con la propia imagen está la baja autoestima, que puede provocar que un individuo se vea peor de lo que está. Pero también es propio de las personas muy perfeccionistas y que se exigen mucho. Su obsesión por la perfección puede centrarse a en su apariencia física y les predispone a sufrir por su aspecto. 

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