El alce vuelve a Dinamarca después de 5.000 años

16 / 06 / 2017 Julia Wäschenbach (DPA)
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Los alces machos son los mamíferos con las mayores astas. Pueden pesar hasta 20 kilos, se desprenden cada año y luego vuelven a crecer. 

Hay mucho silencio en el bosque de Høstemark, en Aalborg. Sólo se escucha el canto de los pájaros y las pisadas de las botas de goma de Jacob Skriver en el suelo húmedo. El director del Parque Natural de Lille Vildmose, en Dinamarca, se lleva un dedo a la boca para pedir silencio.

"Ahora no tenemos que hacer ruido", dice Skriver mientras toma sus prismáticos. Tiene la impresión de que algo se ha movido detrás de los arbustos y comienza a acercarse sigilosamente. Las criaturas majestuosas detrás de las cuales va Skrivers son salvajes y tímidas. Desde hacía 5.000 años que estos animales no se desplazaban en estado salvaje por la naturaleza danesa: los alces.

"Actualmente hay aquí cinco animales jóvenes en cuarentena", señala el director del parque natural. Los alces, cuatro hembras y un macho de aproximadamente un año, tienen su hogar en la reserva pantanosa en el norte de Jutlandia. En tanto, cinco alces mayores ya se desplazan libremente en un área mucho más grande de 21 kilómetros cuadrados. 

Los visitantes pueden trasladarse por el parque en bicicleta o en auto y tratar de ver a alguno de estos mamíferos pertenecientes a la familia de los cérvidos. Para muchos, el gigante de los bosques es una atracción. 

Desde que hay alces en Lille Vildmose ha aumentado considerablemente el número de visitantes, cuenta Skriver. Pero nunca es seguro que durante el paseo se pueda ver un ejemplar, agrega. 

"Los alces son animales salvajes y además solitarios", apunta. Incluso en el bosque más pequeño, donde se encuentran los animales jóvenes, también hay que tener una cuota de suerte para ver algún alce. El área es tan grande como 16 campos de fútbol. Lo que puede parecer la pata o la cabeza de uno de los ciervos más grandes del mundo se puede convertir rápidamente en el tronco de un árbol o una sombra.

La probabilidad de ver un alce esta jornada parece ser buena. Skriver señala con un pie algo sobre el musgo y la hierba. Son restos de excrementos de alce que podrían indicar el camino hacia uno de los animales jóvenes.

El director se acerca a un abedul y muestra una parte de la corteza roída. "No es un mordisco reciente, ya es viejo", asegura. Sin embargo, repentinamente entre dos filas de árboles se escabulle un alce, pero vuelve a desaparecer rápidamente entre la vegetación espesa. 
Ver a un alce en la naturaleza es una gran experiencia, si bien para los guardianes del parque de Lille Vildmose es solo un efecto secundario. 

"Esto no es un zoológico sino un proyecto de reconstrucción natural", apunta Skriver, haciendo referencia a la labor que deben cumplir los animales traídos de los parques de alces de Suecia.

"Esperamos que junto con la población de ciervos puedan limitar la amenaza de la turba y las plantas invasivas que durante el siglo pasado destruyeron el paisaje natural en muchos lugares", explica. 

Para los alces, que aman los pantanos y el agua, Lille Vildmose es como un parque de ensueños. Encuentran su alimento entre los arbustos y en los árboles sin ser molestados por el ser humano. Sus compañeros de hábitat son los venados, las aves y los insectos.

Entre tanto, los expertos son optimistas. "Pensamos que este año ya puede haber nuevas crías. Si bien no es normal en tan poco tiempo, pero algunas hembras ya se ven muy pesadas", señala Skriver con optimismo. 

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