Basada en hechos reales

18 / 05 / 2017 Nativel Preciado
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Polansky acapara portadas por su cine y por un delito de violación de hace 40 años.

El destino no da tregua a Roman Polansky. Una vez más, acapara portadas, no tanto por su incansable actividad como cineasta, como por el delito de violación que cometió hace cuarenta años y que le persigue allá donde vaya. En breve presentará en el Festival de Cannes su nueva película Basada en hechos reales, inspirada en la novela del mismo título de Delphine de Vigan, una de las autoras más exitosas en Francia y protagonizada por las actrices Eva Green y Emmanuella Seigner, la actual esposa de Polansky. Cuenta la historia de una escritora en crisis, enfrentada al vértigo de la página en blanco, que conoce a una negra literaria; una mujer que se cruza en la vida de la protagonista termina seduciéndola hasta el extremo de vampirizarla y hacerse dueña de su voluntad. La película, que se presenta fuera de concurso, promete ser un nuevo éxito en la carrera del director más admirado y odiado de la historia. Pocos como él han tenido tantos reconocimientos profesionales y, sin embargo, su trayectoria personal está marcada por la tragedia, no solo desde que era niño y padeció junto a su familia los horrores de los campos de exterminio nazis. Su madre murió en el de Auschwitz y su segunda esposa, Sharon Tate, embarazada de ocho meses y medio, fue asesinada en 1969, durante la matanza que llevó a cabo en Los Ángeles Charles Manson, líder de una secta satánica.

En su autobiografía describe cómo intentó superar ambos traumas, pero nunca pudo imaginar que sufriría una persecución judicial durante más de cuatro décadas. La tragedia comenzó en 1977, cuando Polansky violó a una niña de 13 años, Samantha Geimer, tras administrarle Quaalude, un estupefaciente desinhibidor relajante con el que logró sodomizar a la joven. Después vendría su detención por la Justicia estadounidense, el acuerdo de reparación económica por daños y perjuicios entre sus abogados y la familia de la violada, su paso durante 42 días por la cárcel californiana de Chino y, sobre todo, sus vicisitudes con el juez del caso Lawrence J. Rittenband, que en declaraciones de la propia Samantha parecía estar más preocupado por la publicidad del caso que por las consecuencias que para violador y violada pudiera tener, sobre todo, una vez obtenido el perdón de la víctima. No era el primer caso estrella de J. Rittenband, pues en su carrera le acompañaron el divorcio de Elvis Presley, el caso de la custodia de los hijos de Marlon Brando, o un pleito de paternidad contra Cary Grant. A Polansky le persigue la maldición de este juez que le amplió la condena; y le persiguen asociaciones feministas, como Osez le féminisme, a cuyas críticas se han sumado tantas que obligaron al director a renunciar a presidir la gala de los premios Cesar. Detesto la depravada conducta de Polansky, pero después de 40 años y su avanzada edad, podríamos dejarle vivir en paz.

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